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"Donde la Iglesia no engendre una fe liberadora, sino que difunda opresión, sea esta moral, política o religiosa, habrá que oponerle resistencia por amor a Cristo".
Jürgen Moltmann

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Domingo 6 de Junio de 2010 - Festividad del Cuerpo y sangre de Cristo (ciclo “C”)

Tema (Lc.9,11-17) La multitud sigue a Jesús que devuelve la salud a muchos. Atardece y la gente con hambre necesita ser alimentada dispersándose por los pueblitos circundantes. Es la solución que presentan los discípulos preocupados por esa situación. Jesús les ordena ocuparse ellos mismos de dar de comer y ellos arguyen que no tienen más que cinco panes y dos pescados. Se trata de unos cinco mil hombres. Jesús ordena que los hagan sentar en grupos y bendiciendo el pan y los peces los parte y entrega para ser distribuidos entre la gente y todos comen hasta saciarse recogiéndose como sobras doce canastos.
Síntesis de la homilía

Que la multitud siga a Jesús que no deja de devolverles la salud no tiene nada de raro. Pero hay además otro motivo. El clima político del momento impulsa a buscar líderes para una rebelión y la gente en gran mayoría, como los mismos discípulos están convencidos de que Jesús va a cumplir con esa misión comandando la lucha contra Herodes y el Imperio. Esto es más notable si se consultan los otros cinco relatos del mismo acontecimiento en los otros evangelistas. Juan prefiere dejar de lado esas circunstancias, aunque la referencia a cinco mil hombres recuerda a las legiones romanas así como la costumbre de distribuirlos en grupos. la misión encomendada a los discípulos parece desproporcionada- “Dénles ustedes de comer”.- Ellos se lo hacen notar y él renuncia a insistir y reclama sólo que ordenen a la gente por grupos para repartir los panes y los peces multiplicados con su bendición.

Como Juan no relata en la última cena lo que llamamos la institución de la eucaristía, muchos interpretan este signo como alusión a la eucaristía. Aunque el posterior discurso de Jesús refiriéndose a la salvación de quien come su cuerpo y bebe su sangre da pie para pensarlo así,

aquí no se trata de pan y vino sino de pan y peces. Alimento común y tradicional. En el mundo hay millones de hambrientos de eso. Multitudes que ya ni esperan que su situación resignada pueda cambiar. Ya está suficientemente probado y experimentado que la Iglesia no va a darles el alimento material. Aunque podría haber contribuido mucho más eficazmente a disminuir ese hambre tan extendido si, a través de la historia sus actitudes hubieran sido distintas en el compromiso de los cristianos por la justicia en la distribución de los bienes de la tierra. Queda, sin embargo una misión que cumplir dentro de sus posibilidades: ordenar a la gente, como lo indica Jesús a los discípulos, para que sea posible esa distribución más equitativa. La alianza con los poderes terrenales pudo en algún tiempo ilusionar a muchos sobre que ése sería el medio de remediar las carencias de los postergados y lograr un mundo más justo. Aun se siguen alimentando esas ilusiones. Pero esas alianzas fueron aprovechadas sólo para prestigiar a los poderosos y excusar sus injusticias. Desde esa experiencia, que no se debería repetir pero que siempre está “a las puertas”, el papel de la iglesia debiera consistir en denunciar claramente a los causantes de la pobreza, empresarios, medios de publicidad, políticos ambiciosos, explotadores de obreros, y estar atenta para recuperar todos los esfuerzos y la buena voluntad que pueden ir apareciendo en este sistema capitalista despiadado, para una transición que se va haciendo cada vez más urgente para bien de todos. Lo primero, las denuncias parecen haberse hecho relativamente al menos. Pero la gran deficiencia sigue siendo la falta de apoyo y de señalamiento de los emprendimientos en todos los niveles sociales, que conducen hacia un sistema de mayor equidad.

Buscando coincidencias entre lecturas

Melquisedec celebra la llegada de Abraham y su gente, brindándoles pan y vino, los alimentos de la cordialidad y amistad. Una nueva alianza aparece en Pablo con los signos utilizados por Jesús para despedirse de sus amigos, pan y vino, la solidaridad en el alimento.

El evangelista Juan presenta a Jesús preocupado por el hambre de los cuerpos, saciándolo con el ´pequeño aporte de los discípulos.


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Última modificación: 30 de July de 2010