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La paja y el trigo El alfonsinismo radical se abrió paso hacia el triunfo, por el puente del desgobierno de Isabel manejada por López Rega, con una expresión final exagerada y repulsiva, la quema del ataúd en el acto de fin de campaña, a cargo de Herminio Iglesias. El menemismo aprovechando la hiperinflación y el descontento subterráneo de la Fuerzas Armadas, venció con promesas económicas (salariazo) e indudable simpatía militar y eclesiástica, logrando anticipar el final del mandato radical. La Alianza, en base a la corrupción ya tan visible en las esferas del poder y la consecuente entrega del patrimonio nacional, se hizo fuerte y desalojó al menemismo con la bandera de la tradicional honestidad radical. De la Rúa fue arrojado con los cacerolazos de Duhalde y su séquito empresarial, por la pasividad de un gobierno descolorido y apabullado por los problemas. El interregno dio cabida a varios presidentes provisorios. La recuperación democrática se logró con el fracaso de la maniobra del paso al costado de Menem ya suficientemente desacreditado para oponer resistencia. Con magro porcentaje Kirchner resultó elegido, y sus primeras valientes resoluciones en el orden del restablecimiento de las instituciones, los cambios en las Fuerzas del orden, la reivindicación de los derechos humanos, los intentos de frenar la impunidad y las actitudes independentistas de desligarse de los Estados Unidos con sus relaciones carnales, afrontar el default y concluir sacándose de encima al Fondo Monetario Internacional, con el esfuerzo por conservar y profundizar las relaciones e intercambios en el MERCOSUR, aumentaron el porcentaje de adhesión popular hasta cifras que desmoronaron la esperanza de los adversarios políticos que hablaban de situación de ingobernabilidad. Las promesas y alardes de lucha contra la corrupción y la impunidad formaron parte del programa presentado por el actual gobierno. Ya en tiempos electorales, como si hubieran estado al acecho, las traviesas manos de la oposición han comenzado a hurgar en todos los resquicios y han logrado encontrar una cantidad de acontecimientos que ensombrecen la credibilidad del gobierno en ese aspecto. Nada se descuida. Primero Skanska, contratista de obras públicas y por tanto, se afirma, delincuentes privados. No obstante las investigaciones provocan caídas de importantes funcionarios. Enseguida Micelli con la imposibilidad de liberarse de las objeciones por haber escondido una bolsa de dinero en su despacho. No se trató de un maletín como el de Antonini Wilson, ni de las valijas de Pontacuarto con millones de dólares para comprar el voto de los senadores nacionales. Sólo un bolsito. Pero la ministra debió renunciar. Luego apareció también Picolotti con acusación de nepotismo descontrolado y por tanto, malversación. Y le siguió Garré, presa codiciada por las Fuerzas armadas. La unanimidad del Consejo de la Magistratura para suspender al juez Tiscornia con un juicio abierto hace bastante tiempo, se liga suspicazmente, a la citación a la ministra. Y ahora justo con la perspectiva de una solución del problema energético y una excepcional oferta del presidente Chávez con la compra millonaria de bonos argentinos, cosa que duele mucho a Carrió, López Murphy y otros, salta el asunto de los 800.000 dólares en un viaje con avión privado contratado y completado en su pasaje por el titular de OCCOVI, sr. Uberti. El incidente cobra trascendencia internacional. Es de calcular, sin ser experto en predicciones, que no será el último escándalo en el proceso electoral. Con un gasto de 1.000 millones de dólares, que es lo que se calcula, juntando las campañas de todos los candidatos presidenciales, no se puede volver atrás, hay que continuar luchando por el poder ¿Cuánto se ha disminuido y se disminuirá el prestigio oficial con esta seguidilla de dardos orientados hacia uno de los aspectos más señalados por el gobierno? Pueden todavía suceder muchas cosas, pero la batalla de investigaciones pormenorizadas y la difusión mediática de “todos los trapitos sucios” va a continuar. Y eso significa para quienes aspiran o poseen el poder, un cuidado excepcional en sus decisiones y las de sus colaboradores. Y en nosotros una dosis de sentido crítico que nos permita separar la paja del trigo. Pbro. José Guillermo Mariani
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