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Amanecer oscurecido
Sin basarse en una preocupación real de la gente, los medios ya están dedicados de plano a las elecciones. Candidatos, rupturas, alianzas, fechas, críticas, análisis y promesas. Y esto penetra insensiblemente en los criterios de muchos, ya que las noticias difundidas se convierten en tema de conversación, como corresponde a quienes deben mostrarse bien informados .Y desde la conversación se pasa a la adopción de juicios personales y la noticia queda así asentada allá adentro, lista para integrarse a la personalidad de cada uno. De este modo, aunque estamos relativamente lejos de las decisiones electorales y pueden producirse insospechados cambios de rumbo, se vive un ambiente de expectativas que, en esta oportunidad, aparecen como mucho más halagüeñas que en muchas anteriores. El “que se vayan todos” a fuerza de no cumplirse, se ha suavizado, y hay una raíz de optimismo en muchos que han experimentado un cambio real en varios temas muy interesantes a nivel general. Se puede hablar entonces de un clima de amanecer, alimentado siempre por la esperanza de quienes la necesitan para seguir luchando, y aprovechado con frecuencia por los políticos para hacer su juego y engañar a la gente.
Quizás sea ese clima de optimismo relativo el que ha dado coraje a muchos políticos para jugar con las fechas, sometiendo las posibles variantes a sus cálculos e intereses personales (un estudio de mercado que involucra a muchos) y olvidándose de que la multiplicidad de fechas y cargos para votar, induce necesariamente a confusión, y carga a la gente con la molestia de tres o cuatro días en que deben elaborarse programas absolutamente especiales. Afortunadamente hay todavía quienes con sentido común y responsabilidad, piensan con el pueblo y ya ha brotado algún proyecto para establecer normas que unifiquen las fechas, teniendo en cuenta la importancia de lo que es prácticamente el único acontecimiento masivo en que se ejercitan los derechos ciudadanos de participación democrática.
Dos asuntos más merecen atención, creo, en este proceso. El primero es que, como ha sido frecuente, no se trata, a no ser en casos muy contados, de que haya que rechazar con toda seguridad algo perjudicial como la corrupción o la venalidad manifiestas, la ineficacia absoluta, la entrega política o territorial. Con sus dosis de procederes ineficaces u objetables, cada sector puede presentar argumentos racionales para motivar la opción de los votantes. El segundo tiene que ver con la aparición de candidatos sacerdotes para cargos de importancia. Con posterioridad al éxito de Mons. Piñas en su convocatoria para impedir la reelección indefinida, y los criterios formulados en esa ocasión por representantes de la jerarquía eclesiástica y por el Vaticano, fue apareciendo esta novedad. El criterio de Mons. Piñas se encaja hoy, una vez más, a nivel de sentido común y de pueblo. Su fuerte actuación en el caso de la reforma de la constitución misionera no es lo mismo que proponerse para un cargo político, cosa en la que él nunca pensó. A ese respecto, él afirma que “no estamos preparados para eso”. Además, el prestigio que puede acompañarnos desde la gente no puede separarse de una especie de veneración de lo sagrado y esto no coincide necesariamente con la capacidad para ocupar eficazmente un cargo público. Ciertamente podemos esperar un amanecer, porque hay muchas luces encendidas que vienen avanzando desde la avalancha de oscuridades de las que nos veníamos librando. Y esto es alentador. José Guillermo Mariani (pbro) |
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