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Argentinismo
No puede ser sino motivo de alegría el fenómeno de que para el mundial de fútbol, cuando juega el seleccionado argentino, la patria se llene de banderas y gritos alentadores y entusiastas, levantando en alto el nombre de nuestra nación y abriendo los corazones a una emoción verdaderamente profunda e incontenible. He dicho “cuando juega el seleccionado”. Debo decir, para ser más exacto, “cuando gana el seleccionado o cuando se pone en peligro su triunfo a lo largo de un partido”. Y esto denuncia una característica que no resulta del todo gratificante o laudable. Las rivalidades no permiten otro gozo que el de ganar, como quiera que sea. Y dejan de lado muchas veces, el mérito real frente a un resultado casual.. Un juego divertido, exacto, preciso, de equipo, de arte en el manejo de la pelota, pasa muchas veces inadvertido si el equipo no resulta ganador. Y esto comienza a configurar un “argentinismo”. Porque es reducción de un legítimo valor, como es el sentido de patria, a un momento y una circunstancia muy excepcionales. Ese desembocar de toda la simbología patriota en banderas adornando los edificios, portadas por los hinchas, colgadas a las espaldas o adornando los sombreros de los jóvenes y los adultos en las concentraciones provocadas por los triunfos, moviéndose al ritmo de los gritos y consignas entusiastas, llama poderosamente la atención ante la habitual indiferencia de las mismas personas, en ocasión de celebrarse las fiestas patrias o de jugarse diversas decisiones que afectan a todos los argentinos. Creo que el fenómeno del “argentinismo” para los mundiales exclusivamente, basado en la exigencia del triunfo de los equipos de fútbol, tiene dos fuentes principales. La primera, la falta de modelos de argentinidad en los políticos, que pocas veces pueden ser citados como interesados por el pueblo, sin que se les descubran inmediata o posteriormente, intereses absolutamente egoístas y acaparadores. La segunda fuente es que la Escuela ha dejado de presionar por el uso de los símbolos patrios, rehusando a la consideración de las motivaciones profundas que animan a una actitud comprometida con la búsqueda de los valores de la nacionalidad, ligados a la independencia y al progreso. Las deficiencias de una historia contada sin fomentar el juicio crítico y las objeciones que atentan contra la idealización de los héroes, llevan todo lo que se aprende al terreno de lo alejado de las situaciones reales y a la falta de interés juvenil. En este sentido creo que el “patriotismo” de los mundiales es una especie de reclamo hacia todos los responsables, ante el desafío de descubrir los secretos que provoquen entusiasmo por un amor a la patria aplicado a la lucha y a la realidad de cada día.
José GuillermoMariani (pbro) |
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