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Bajo presión. Por José Guillermo Mariani (pbro)
Crecieron demasiado y, como es lógico, se sintieron dueños de la situación. Una toma de conciencia que habitualmente desemboca en muestras de fuerza y de poder. Ha sucedido muchas veces y con distintos protagonistas. Por lo general cuando muchos coincidieron en considerar legítimo y deseable su crecimiento para bien del país. Algunos ejemplos. Creció mucho la corporación militar sostenida por la opinión general de que se necesitan las armas para la defensa de la patria. Las guerras de la independencia corroboraron, desde el recuerdo y la presentación histórica y heroica de sus próceres, la convicción de que en las Fuerzas armadas estaba depositada la seguridad, la libertad y el progreso del país. Hasta que sintiéndose necesarios y fuertes, sus integrantes se creyeron dueños, y pasaron a ser los vigías de la orientación nacional, alzándose con justa indignación cada vez que a su juicio, la democracia equivocaba su camino. ¡Y así nos fue! La Iglesia católica fue siempre un factor importante de poder en la República Argentina. Los gobiernos y las leyes la favorecían o al menos toleraban sus privilegios. Creció tanto su poder que se convirtió en un elemento decisivo del golpe del 55, detrás de la insignia corporativa del “Cristo vence” que reflejaba la conciencia de que no se trataba de una institución humana sino de una institución divinizada, identificada con Cristo. Hubo de pasar mucho tiempo para que se fuera perdiendo esa conciencia divinizante de la acción eclesiástica. Es posible constatar aun hoy, que muchas decisiones oficiales no se toman para no herir las concepciones eclesiásticas. Cuando bajo el gobierno del Dr. Alfonsín se introdujo la ley de divorcio, la jerarquía consideró decisiva su afirmación como poder y afrontó la resistencia con toda su fuerza. Recuerdo que nos impusieron a todos los párrocos (yo estaba en La Cripta) la obligación de organizar con nuestros fieles la visita domiciliaria para convencer a la gente de lo perverso de esa ley no sólo para los católicos sino para todo ser humano. La presión llegaba desde el papel autoritario y los recursos al temor de castigos para esta y la otra vida, que entonces se manejaban con bastante eficacia. Ambos sectores, comprobado su crecimiento, actuaron como “corporación”. Hoy estamos asistiendo al crecimiento exagerado de otros sectores. Junto al agroexportador, primero en la fila, el de la explotación minera, el de los adquirentes y apropiación de tierras, el del talado de bosques para la siembra de soja, el de las financieras. Todos se consideran beneficiosos para el país. La radicación de capitales extranjeros, la aplicación de tecnología de punta, (Salta y Catamarca son hoy escenario de una exhibición de maquinarias para la explotación a cielo abierto) el aumento de empleo para la gente lugareña (que luego se desilusiona como le sucede a Uruguay con Botnia) la extracción de petróleo como riqueza desaprovechada en el subsuelo (que concluye en un despojo bajo la forma de insignificantes regalías que sólo benefician a particulares)… Y todo esto en un contexto latinoamericano tendiente a lo que podríamos llamar “balcanización comercial” que consiste en favorecer y alimentar las autonomías de las regiones ricas de cada país, para dejar al resto sumido en la miseria, como es evidente en el proceso boliviano. Ideología de seguridad nacional se llamó la colonización por la represión armada. Ideología de seccionalización regional la que estamos padeciendo. Si buscamos al culpable es todos estos procesos, indudablemente es el Estado. No este gobierno, sino la sucesión de gobiernos (entiéndase los tres poderes) que no supieron o no quisieron o no pudieron poner freno a tiempo. Ni decidiendo, ni legislando, ni aplicando la justicia. Hoy la presión es absolutamente visible. Presionados los pequeños productores con el temor, presionado el gobierno por los cortes, presionado el pueblo por el desabastecimiento, presionados los legisladores y los jueces incluso con visitas personales. ¿Podrá la clase política liberarse de estas presiones y lograr una solución provechosa y de largo alcance para el país? Sería una experiencia nueva y esperanzadora. |
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