|
|
Carta a Benedicto XVI. Por Henri Boulad, SJEl jesuita egipcio más destacado en los ámbitos eclesial e intelectual, Henri
Boulad, lanza un SOS para la Iglesia de hoy en una carta dirigida a Benedicto
XVI. La misiva ha sido transmitida a través de la Nunciatura en El Cairo. El
texto circula en medios eclesiales de todo el mundo. Conozco muy bien a la jerarquía católica de Egipto por haber participado
durante muchos años en sus reuniones como Presidente de los superiores
religiosos de institutos en Egipto. Tengo relaciones muy cercanas con cada uno
de ellos, algunos de los cuales son antiguos alumnos míos. Por otra parte,
conozco personalmente al Papa Chenouda III, al que veía con frecuencia. En
cuanto a la jerarquía católica de Europa, tuve ocasión de encontrarme
personalmente muchas veces con alguno de sus miembros, como el cardenal Koening,
el cardenal Schönborn, el cardenal Martini, el cardenal Daneels, el Arzobispo
Kothgasser, los obispos diocesanos Kapellari y Küng, los demás obispos
austríacos y otros obispos de otros países europeos. Estos encuentros se
producen con ocasión de mis viajes anuales para dar conferencias por Europa:
Austria, Alemania, Suiza, Hungría, Francia Bélgica... En estos recorridos me
dirijo a auditorios muy diversos y a los media (periódicos, radios,
televisiones...). Lo mismo hago en Egipto y en Oriente Próximo. No digo esto para presumir, sino para decirle sencillamente que mis intenciones se fundan en un conocimiento real de la Iglesia universal y de su situación actual, en 2009. Vuelvo al motivo de esta carta, intentaré ser lo más breve, claro y objetivo
posible. En primer lugar, unas cuantas constataciones (la lista no es
exhaustiva): *2. Seminarios y noviciados se vacían al mismo ritmo, y las vocaciones caen en picado. El futuro es más bien sombrío y uno se pregunta quién tomará el relevo. Cada vez más parroquias europeas están a cargo de sacerdotes de Asia o de África. *3. Muchos sacerdotes abandonan el sacerdocio y los pocos que lo ejercen aún
-cuya edad media sobrepasa a menudo la de la jubilación- tienen que encargarse
de muchas parroquias, de modo expeditivo y administrativo. Muchos de ellos,
tanto en Europa como en el Tercer Mundo, viven en concubinato a la vista de sus
fieles, que normalmente los aceptan, y de su obispo, que no puede aceptarlo,
pero teniendo en cuenta la escasez de sacerdotes. *5. Esto no podrá hacerse más que mediante una renovación en profundidad de la teología y de la catequética, que deberían repensarse y reformularse totalmente. Un sacerdote y religioso alemán que encontré recientemente me decía que la palabra "mística" no estaba mencionada ni una sola vez en "El nuevo Catecismo". No lo podía creer. Hemos de constatar que nuestra fe es muy cerebral, abstracta, dogmática y se dirige muy poco al corazón y al cuerpo. *6. En consecuencia, un gran número de cristianos se vuelven hacia las
religiones de Asia, las sectas, la new-age, las iglesias evangélicas, el
ocultismo, etcétera. No es de extrañar. Van a buscar en otra parte el alimento
que no encuentran en casa, tienen la impresión de que les damos piedras como si
fuera pan. La fe cristiana que en otro tiempo otorgaba sentido a la vida de la
gente, resulta para ellos hoy un enigma, restos de un pasado acabado. *8. La Iglesia católica, que ha sido la gran educadora de Europa durante siglos, parece olvidar que esta Europa ha llegado a la madurez. Nuestra Europa adulta no quiere ser tratada como menor de edad. El estilo paternalista de una Iglesia "Mater et Magistra" está definitivamente desfasado y ya no sirve hoy. Los cristianos han aprendido a pensar por sí mismos y no están dispuestos a tragarse cualquier cosa. *9. Las naciones más católicas de antes -Francia, "primogénita de la Iglesia " o el Canadá francés ultra católico- han dado un giro de 180º y han caído en el ateísmo, el anticlericalismo, el agnosticismo, la indiferencia. En el caso de otras naciones europeas, el proceso está en marcha. Se puede constatar que cuanto más dominado y protegido por la Iglesia ha estado un pueblo en el pasado, más fuerte es la reacción contra ella. *10. El diálogo con las demás iglesias y religiones está en preocupante retroceso hoy. Los grandes progresos realizados desde hace medio siglo están en entredicho en este momento. Frente a esta constatación casi demoledora, la reacción de la iglesia es
doble: A esto respondo: - La aparente vitalidad de las Iglesias del tercer mundo es equívoca. Según parece, estas nuevas Iglesias atravesarán pronto o tarde por las mismas crisis que ha conocido la vieja cristiandad europea. - La Modernidad es irreversible y por haberlo olvidado es por lo que la Iglesia se encuentra hoy en semejante crisis. El Vaticano II intentó recuperar cuatro siglos de retraso, pero se tiene la impresión que la Iglesia está cerrando lentamente las puertas que se abrieron entonces, y tentada de volverse hacia Trento y Vaticano I, más que hacia Vaticano III. Recordemos la declaración de Juan Pablo II tantas veces repetida: "No hay alternativa al Vaticano II". - ¿Hasta cuándo seguiremos jugando a la política del avestruz y a esconder la cabeza en la arena? ¿Hasta cuándo evitaremos mirar las cosas de frente? ¿Hasta cuándo seguiremos dando la espalda, crispándonos contra toda crítica, en lugar de ver ahí una oportunidad de renovación? ¿Hasta cuándo continuaremos posponiendo ad calendas graecas una reforma que se impone y que se ha abandonado demasiado tiempo? - Sólo mirando decididamente hacia delante y no hacia atrás la Iglesia cumplirá su misión de ser "luz del mundo, sal de la tierra, levadura en la pasta". Sin embargo, o que constatamos desgraciadamente hoy es que la Iglesia está en la cola de nuestra época, después de haber sido la locomotora durante siglos. - Repito lo que decía al principio de esta carta: "¡SON MENOS CINCO!" -¡fünf vor zwölf!- La Historia no espera, sobre todo en nuestra época, en que el ritmo se embala y se acelera? - Toda operación comercial que constata un déficit o disfunción se reconsidera inmediatamente, se reúne a expertos, intenta recuperarse, se movilizan todas sus energías para superar la crisis. - ¿Por qué la Iglesia no hace otro tanto? ¿Por qué no moviliza a todas sus fuerzas vivas para un aggiornamento radical? ¿Por qué? - ¿Por pereza, dejadez, orgullo, falta de imaginación, de creatividad, quietismo culpable, en la esperanza de que el Señor se las arreglará y que la Iglesia ha conocido otras crisis en el pasado? - Cristo, en el Evangelio, nos pone en guardia: "Los hijos de las tinieblas
gestionan mucho mejor sus asuntos que los hijos de la luz..." 1. Una reforma teológica y catequética para repensar la fe y reformularla de modo coherente para nuestros contemporáneos. Una fe que ya no significa nada, que no da sentido a la existencia, no es más
que un adorno, una superestructura inútil que cae de sí misma. Es el caso
actual. Suyo afectísimo en el Señor, P. Henri Boulad, s.j.
Fuente Religion Digital |
Número de visitas desde la Pascua del 2001
Enviar correo electrónico a
raul@sintapujos.org
con preguntas o comentarios sobre este sitio Web. |