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Con balas y sin trenes

 

Creo que sería mejor “sin balas y con trenes”. No obstante, soy consciente de que no hay por qué renunciar a posibilidades reales que nos abran al progreso, aunque sin las pretensiones de aviones misiles que  en unos minutos, desde Catamarca, nos pusieran al otro lado del mundo, como se animó a prometernos el Sr. Menem.

Pienso que el jucio de que  un país con catorce millones de pobres y cinco de indigentes no puede darse el lujo de afrontar los costos millonarios que implican  los trenes “bala” para cubrir el trayecto Córdoba-Buenos Aires y Buenos Aires-Mar del  Plata, puede resultar ofensivo al plan defendido por la sra. presidenta y su ministro de economía, insistiendo en el propósito de una más justa distribución de la riqueza que logre disminuir las altas tasas de pobreza y desocupación.  La fuerte reacción de la Sra. Cristina, a propósito de las objeciones publicadas a esos contratos con empresas extranjeras, denotan que en realidad  esas advertencias han sido tomadas únicamente como ataque opositor desmedido y descolocado y por lo tanto como ofensa.

 Puede ser así realmente, si tenemos en cuenta factores como el beneficio que puede traer a la población en general ese impulso al transporte comunitario, o si consideramos que no hay que renunciar a los cambios posibles cuando hay realidades que no se pueden cambiar repentinamente como la de la pobreza casi endémica en el país, o si atendemos a la necesidad de inversiones para disminuir los accidentes en las rutas ya absolutamente insuficientes para la cantidad de vehículos circulantes. Pero, sobre todo, si la realidad es que el gobierno considera que los costos millonarios de esos proyectos no agotan las posibilidades de realizar otros más directamente encaminados al “grueso del pueblo” y no a las minorías privilegiadas.

Por ejemplo, si en realidad en algún cajón escondido duermen proyectos de recuperar la amplia red  de ferrocarriles que cruzaban el largo y el ancho de la República y fueron arteramente desatendidos y vaciados por intereses mezquinos y miopes. Si fuera así ¡bienvenidos sean, además, los “balas”!

Los trenes pertenecen a un pasado progresista y hasta legendariamente romántico. Mis primeros años los viví en un pueblo ferrocarrilero. Nudo de trenes desde en el F.C.A. desde todo el Norte  y desde Buenos Aires a Córdoba para cargas y pasajeros. La gran mayoría de la población estaba integrada, además de los grupos de familias tradicionales (Villa del Rosario ha cumplido 213 años) por empleados de ferrocarriles argentinos de todos los niveles, foguistas, maquinistas, jefes, boleteros, empleados administrativos, señaleros, guarda barreras, telegrafistas…etc

Las costosas instalaciones,  durmientes,  vías, instalaciones eléctricas de señales, barreras,  estaciones de parada con sus sonoras campanas, han quedado inutilizadas. Como troncos y ramas de árboles secos en invierno esperando frustrados el alborear de alguna primavera. ¿Habrá presupuesto y voluntad para restablecer ese sistema comunicacional tan importante, que volvería a dar vida a una cantidad de parajes abandonados o muertos?

En el año 70, viajé desde Madrid a París en el TALGO. Era el  orgullo de los españoles como ahora el AVE.  Allá se fueron  lentamente multiplicando los trenes rápidos hasta la realidad de hoy, con todo el país entrecruzado por trenes “bala”.¿No podríamos entrar en ese plan progresivo más modesto pero más realista, y que a la vez, se conformaría a los planes expresados por el gobierno con respecto a un acceso más justo e igualitario a los bienes materiales? Recuerdo que a mis once años, con los chicos de la “barra” y con varios adultos, a eso de las seis de la tarde corríamos a la Estación después de oído el característico silbato de la locomotora a vapor, y allí aprendíamos, sí señor, “geografía argentina”. Las vistosas vestiduras de los coyas, las canastas con alimentos para nosotros desconocidos y las ventas de artesanías de aquellos lugares lejanos con la gentileza de algún viajero que nos obsequiaba con patay, nos divertían y nos asombraban. ¿Serán sólo expresiones nostálgicas condenadas a quedarse en el baúl enllavado de los recuerdos? ¿O seremos capaces de crecer despacio para no ser nuevamente “defraudados”?

José GuillermoMariani (pbro)


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Última modificación: 30 de July de 2010