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Crece desde el pie
Esa elocuente y simple afirmación se vuelve motivo de gozo cuando se la puede colocar en el nivel de las constataciones. Porque todos los demás crecimientos, desde arriba, desde el costado o simplemente desde fuera, son ficticios y no perduran. Vivimos envueltos por autoritarismos, afán y prácticas de dominio que nos han llevado hasta esa globalización que nos mostraron como la gran conquista y la única salida posible. El globo está comenzando a desinflarse con el reconocimiento aún por parte de los que constantemente viven inflándolo. La última reunión de los Grandes en Davos reconoció que hay “un viraje en la ecuación de poder en el mundo, del que ya nadie tiene control y ha sacudido hasta los fundamentos del sistema vigente privando al mundo de los liderazgos…” Pero no es eso o más importante. Porque si nos quedamos repentinamente sin globo, no faltarán quienes encuentren uno con diferente rótulo y lo inflen de nuevo para defender los mismos intereses prescindentes de las mayorías, sus necesidades y reclamos. Es necesario crear espacios alternativos con una táctica absolutamente inversa a la de la imposición y aprovechamiento desde arriba. Y, en el panorama mundial se visualiza ya uno de estos espacios que va progresando a pesar de la omnipotencia que se conserva por parte de los que manejan el mundo por encima de los países, sus gobiernos, sus culturas y sus derechos.
Desde abajo está en franco crecimiento una iniciativa a la que muchos no le han dado todavía suficiente importancia. Una convocatoria a todos los que en todas partes viven las consecuencias desastrosas del sistema presentado como el único posible con sus secuelas de sufrimiento, hambre, conflictos y guerras con distintas armas. Se llama FORO SOCIAL MUNDIAL. Acaba de realizarse la 6ta. reunión mundial en Nairobi(Kenia). Las reuniones multitudinarias realizadas anteriormente, desde la primera de Porto Alegre, hicieron su trabajo de comunicación y unión entre las culturas más diversas, en un ambiente de fraternal de disponibilidad para admitirse y respetarse compartiendo las mismas aspiraciones de transformar un sistema injusto e inhumano en algo menos pesado para la mayor parte de la humanidad. Muchos menospreciaron esas multitudes de todo color, de toda clase social, de vestimentas y extrañas, mezclándose para intentar comunicarse con las palabras, (que era lo más costoso), con la sonrisa, los gestos, los bailes y ritos tradicionales, y con la intuición de que juntándose la cosa podía empezar a marchar.
Brotaron críticas y anuncios de fracaso por la liviandad y heterogeneidad de los encuentros. Hubo la certeza de que no contando con auspicios de grandes capitales, todo terminaría con la fiesta de unas cuantas reuniones. Pero estos encuentros fueron generando redes. Abundantes, diversas y dispersas por el mundo. Hoy se puede hablar de la fuerza que muchas de ellas han adquirido. La red feminista, extraordinariamente efectiva., la de luchas laborales, la de intelectuales activistas, la de movimientos rurales, la empeñada en la defensa de las sexualidades alternativas, la en contra de las guerras y otras, que funcionan en ámbitos de lucha por todos los derechos humanos. Su labor es notable sólo en algunos momentos particularmente comprometedores para cada una. Pero existen y crecen. Es, creo la mejor esperanza, un vuelo que ya no puede detenerse, una espera que seguramente brindará resultados visibles en un corto período que los más optimistas fijan en un lustro. Crecer desde el pie es duro, lento, silencioso pero duradero. Y resulta alentador para todos y orientador en la búsqueda de los que conservan los ideales de un mundo mejor.
José Guillermo Mariani (pbro) |
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