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Cumbre empastada y hermandad averiadaEl título es una frase que sintetiza el resultado más saliente de la esperada Cumbre Iberoamericana en Santiago de Chile. Los acuerdos logrados han ido en otra dirección, como el reconocimiento de la actitud argentina en el caso Malvinas, la necesidad de reformas impositivas como paso a una mejor distribución de los beneficios económicos experimentados en los últimos años por varios países de la región y una desaprobación al bloqueo estadounidense contra Cuba. Pero una inquietud circulaba insistente, por los pasillos del Sheraton y de las mentes de los presidentes reunidos. Las Pasteras y el litigio pendiente entre Argentina y Uruguay que habían llevado allí, cuidadosamente seleccionados, a todos sus actores. Tal era la expectativa que hasta se dio importancia como dato para el optimismo, al abrazo “ritual” del presidente uruguayo para con Kirchner y su esposa. Pero la suerte estaba echada. Antes de partir, Tabaré siguiendo su política de siempre, la de hechos consumados, había dado la autorización para el comienzo del funcionamiento de Botnia. Así las cosas, no era de esperar otra reacción que la del presidente Kirchner frente al uruguayo, acusándolo de haber faltado al respeto a todo el pueblo argentino y de haberse “pasado de la raya” hasta lo intolerable, o la del monarca español que, de acuerdo a algunos testigos, se refirió a “una puñalada artera”. Botnia funciona ya, y los asambleístas de Gualeguaychú prometen protestas e intimidaciones por aire, mar y tierra. El puente cerrado es una realidad y un símbolo de lo que seguramente ha quedado muy averiado, la hermandad entre dos pueblos de la misma raíz, respondiendo a intereses financieros que se han movido entre las sombras y han logrado finalmente un objetivo apetecible. Brasil tiene ahora, con el descubrimiento de un gigantesco yacimiento petrolífero en el Océano, una nueva carta para jugar en el contexto latinoamericano y mundial. No habrá pasado inadvertida esa noticia para el gigante espía del Norte. Y habrá que comenzar a estudiar los manejos y combinaciones que ya se estén realizando para llegar a desintegrar el MERCOSUR que, con países tan importantes por sus reservas de petróleo y agua, pone en peligro aquella soberanía mundial mantenida por las armas. Buscar responsables entre los actores del conflicto es, a mi juicio, una tarea inútil que además, corre peligro de concluir con acusaciones injustas. Si el gobierno… si los asambleístas…si el tribunal de La Haya… si el presidente uruguayo…si el rey de España… Las raíces se mueven más abajo. Y si los actores no se independizan de esos intereses, de los que posiblemente están pendientes su poder, su prestigio, sus ambiciones hacia el futuro, las cosas seguirán empeorándose. No quizás en el terreno de las agresividades manifiestas ya que los residuos de las pasteras entrarán, sean o no contaminantes, al curso de Río. Y Uruguay arbitrará recursos para que los cortes de ruta resulten insostenibles o inútiles para dañar su economía. Pero sí seguramente, los problemas se harán más graves con la resignación, asumida finalmente como lo menos dañoso, de que nuestros recursos naturales de un modo u otro dejen de pertenecernos. Los nuestros y los de ellos. José Guillermo Mariani (pbro) |
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