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Dios no ha escogido a Ratzinger. Por José María Vigil *

Fuente: Adital

Me he quedado asombrado leyendo la homilía del nuevo Papa en el día de la inauguración de su ministerio. Con toda naturalidad, y como "de paso", habla dos veces de "el que Dios había escogido" para papa ya antes del cónclave, de aquel "a quien Dios quería otorgar la misión" y los cardenales debían tratar de identificar con sus votaciones en el cónclave…

Quedo asombrado, digo, porque ése es un supuesto falso: Dios no ha escogido a Ratzinger. A Ratzinger lo han escogido los cardenales. Ni más ni menos.

Dar por supuesto que Dios antes del cónclave ya "había escogido" a esa persona para obispo de Roma, es un pensamiento muy piadoso, pero ciertamente sin fundamento teológico, muy peligroso y quizá nada ingenuo. Merece una reflexión.

Dar por supuesto que los cardenales, en el proceso de sus votaciones, acaban espontáneamente descubriendo a la persona "elegida por Dios", me parece una pretensión desmedida, algo así como una "infalibilidad cardenalicia", mucho más allá de la decimonónica infalibilidad pontificia. (Este papa ha olvidado lo que Ratzinger escribió hace algunos años: "No me gustaría decir cómo interviene el Espíritu Santo en la elección del Papa, porque está claro que hay muchos ejemplos de Pontífices en los que no ha tenido nada que ver") (1)

Hablar así confunde a muchas personas cristianas sencillas, que no tienen capacidad de discernir críticamente en los trasfondos del lenguaje religioso. Hablar así es también empujar a muchos cristianos y cristianas más críticos hacia la mala conciencia, haciéndolos sentirse "faltos de fe" al verse a sí mismos en desacuerdo con la decisión tomada por los señores cardenales, refrendada luego por el mismísimo papa.

Son muchos y muchas, en efecto, millones y millones sin duda, los católicos y católicas que no consideran acertada la decisión de los cardenales, ni el procedimiento mismo de la elección, ni tampoco -aunque esto a muchos ya les cuesta más descubrirlo- el supuesto de que los cardenales no han hecho más que dar con "el que Dios ya había elegido"

Primero: es un antropomorfismo (un imaginarse a Dios de una manera demasiado humana) decir que Dios «elige» a alguien antes de que los cardenales lo descubran con sus votaciones. Y es en realidad «pensamiento mágico» (un Dios arriba, que elige a uno, que guía a otros…). No plegarse a este tipo de pensamientos no significa tener menos fe, sino "creer de otra manera"

Segundo: es una osadía -un verdadero abuso- dar por supuesto que la elección de los cardenales acierta casi infaliblemente con el supuesto elegido de Dios. Los cardenales se han equivocado muchas veces, porque se pueden equivocar. Afirmar radicalmente lo contrario es herejía.

Tercero: es más lógico, teológico y evangélico pensar que Dios no quiere que sean los cardenales quienes elijan. Porque el actual sistema de elección por «cónclave», no sólo es un anacronismo (le faltan menos de 50 años para cumplir un milenio), sino que es antievangélico (hoy día es evidentemente antievangélico confiar la elección del sucesor de Pedro a una escogida élite sexista -todos varones-, clerical -todos clérigos-, gerontocrática -abrumadoramente ancianos- y cooptada -elegidos a dedo por aquél a quien le van a elegir sucesor-).

Cuarto: Los cristianos tenemos derecho a disentir de la opinión de los cardenales, incluso a estar convencidos de que se han equivocado. En este sentido, su opción por polarizar aún más la situación de confrontación que vive la Iglesia, eligiendo a la persona que representa una profundización de la involución y del impase en el diálogo con el mundo moderno, evidencia, para muchos cristianos -y sobre todo para muchas cristianas- lo lejos que los cardenales están de la realidad. También revela hasta qué punto bajo el papado de Karol Vojtila la Iglesia ha acabado secuestrada por una ideología que ha ocupado autoritariamente y sin pudor todos los puestos de dirección.

El Pueblo de Dios está cautivo e impotente, en manos de una estructura autoritaria patológica que la institución católica se ha dado a sí misma, y de la que no logra liberarse.

Finalmente: Si el elegido por los cardenales se siente además «elegido por Dios», nadie nos podrá librar del fundamentalismo, porque, en todas las religiones, una base cierta de éste es, precisamente, el "creer ser los elegidos por Dios"

Atreverse a pensar esto aun en medio de la propaganda contraria de los medios del sistema, reivindicar su legitimidad teológica en medio de un gregarismo papista, quiere ser un ejercicio de fe adulta, y un servicio también para "confirmar en la fe» a quienes sienten «creer de otra manera"

Nota:

(1) http://www.clarin.com/diario/2005/04/20/elmundo/i-02302.htm

* José Maria Vigil es un reconocido Teólogo, cofundador de los Servicios Koinonía y autor de numerosos libros.


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Última modificación: 30 de July de 2010