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El miedo no es sonso

 

 

A pesar de que habitualmente el miedo induce a soluciones disparatadas, también es razonable la afirmación popular que sirve de título. De situaciones de miedo pueden surgir  a veces, soluciones imprevistas.

El miedo es por lo general  propio de los débiles. No obstante, se conoce bastante bien el miedo de los poderosos. Solamente están exentos de experimentarlo los que no dudan de la legalidad de su elección o de su acceso al poder y los que se deciden firmemente a utilizarlo como servicio para el bien de la comunidad.

Las tácticas conocidas y remanidas del miedo que acecha al poder ilegítimo o abusivo, pueden resumirse en dos direcciones. La primera, bastante normal entre nosotros, es muy simple. Comprar a la justicia. A los que la sociedad ha delegado para juzgar, de acuerdo a las leyes, lo que es delito y castigar a los delincuentes. Esa compra se efectúa de muchos modos. Infundiendo temor a quedar desplazados, investigando conductas ocultas que puedan darse a luz en caso de tener que presionar, amenazando anónimamente, dando señales de que las amenazas se cumplen o, finalmente con disimuladas o descaradas ofertas de dinero que sólo llegan a captar con mucho riesgo, las cámaras ocultas.

La segunda táctica es más sutil. Consiste en aprovecharse de cualquier situación, para crear inseguridad o miedo a lo que puede resultar de una ofensa al poderoso. Entonces, al estilo caballeresco de la Edad Media, se exige rectificación o ratificación y se “arroja el  guante”.

Pero resulta que el desafío, que consiste en una demanda judicial, no se da entre iguales. El poder tiene asesores, dinero, publicidad y otros recursos para un juicio largo y costoso. Los ciudadanos en cambio, periodistas, humoristas, analíticos sociales, gremialistas, que “apenas pucherean” deben afrontar desde el llano, los gastos, la lentitud de los pronunciamientos, las incertidumbres, las ambigüedades de las Empresas que los contratan.

Y se va creando miedo y convencimiento de que es mejor quedarse en silencio.

Es creo, lo que en los últimos tiempos constituye la táctica del Gobierno provincial. Casos Olivero, Rigatusso, Baronetto, Martínez, Méndez, Lewit. Así, infundiendo miedos se pretende solucionar el miedo del poder.

Sería desastroso no descubrir esta táctica y permitir que el miedo se vaya convirtiendo en censura admitida como norma en nuestra sociedad.

 

José Guillermo Mariani (Pbro)


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Última modificación: 30 de July de 2010