La Cripta Virtual: Un espacio para hablar Sin Tapujos

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Jürgen Moltmann

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Un poder oscuro

Porque se mueve en la noche. En la de las intenciones malévolas, en la de los negocios turbios, en la de toda ausencia de principios humanos de convivencia, en el dominio de la muerte, en el brillo del dinero que deja sin luz todos los valores.
¿Existe ese poder? Indudablemente, sí. Y no es de un solo hombre, de un grupo, de un momento. Es una cadena complicada y establecida entre dominios e intereses de diversa índole que fabrican alianzas y trenzas para mantenerse, y anulan los reparos de cualquier clase en la elección de medios para conseguir sus objetivos.
Pero yo quiero referirme expresamente a uno de esos grupos que es además “de la noche” porque es responsable de esas horas en que una juventud seducida por la oferta de comunicación, de música, de baile y despreocupación divertida, es aprovechada para el consumo de alcohol y estupefacientes que circulan clandestinamente (otro elemento de seducción para la rebeldía juvenil) y se convierten en antesala de accidentes de tránsito con muertes y secuelas que marcan trágicamente y para siempre a cientos de hogares.
Las leyes procuran evitar estos abusos. Tienen números concretos y disposiciones conocidas y esgrimidas por todos. 24.788 y 23.737. Pero los que deben exigir su cumplimiento son tentados por importantes sumas para “hacer la vista gorda”. Y se va tejiendo una red con urdimbre cada vez más estrecha que no permite escaparse ni a los que la fabrican ni a sus víctimas. Y cuando la sociedad empieza a tomar conciencia, porque se hacen inaguantables las lágrimas, los reclamos y el dolor de los padres, la primera reacción es acusarlos a ellos, declararlos culpables del desenfreno de los hijos porque no han sabido poner límites. Y esto tranquiliza en un primer momento la conciencia social. Pero los números crecen y las muertes se multiplican y llegamos a puestos destacados en el ranking mundial. Y la culpa se proyecta entonces a las leyes y a las autoridades que no las hacen cumplir. Y los reclamos se orientan en esa dirección. Y menudean las denuncias de muchas personas cuerdas y respetables respe que valientemente insisten en que se trata de un mal para todos. Y diversas asociaciones de padres se van formando para hacer eficaces esos reclamos que a la vez son gritos de dolor. Y entonces los verdaderos culpables se sienten tocados. No es que revisen su conciencia. Ya la tienen acostumbrada a descargarse cuando colocan sus bolsillos llenos en el otro platillo de la balanza. Pero reaccionan en defensa de sus intereses que han aumentado de manera prodigiosa y los ha convertido en “dueños de la noche” y de los chicos, a quienes en muchos casos han logrado poner de su parte. Pero no basta. Cuando las autoridades se han decidido a llenar su misión de hacer cumplir las leyes e imponer a los delincuentes las sanciones correspondientes, aparecen las intimidaciones. Primero a los responsables más cercanos, luego a los de arriba y continuando su furia llegan a los jueces que no han logrado poner de su parte untándoles las manos. Ha sucedido la noche del Sábado 7 cuando cinco balazos traspasaron la puerta de entrada del domicilio de la Sra. Viviana Zalazar, funcionaria municipal encargada de la inspección y clausura de boliches violadores de las reglas fundamentales a que deben atenerse. No les interesa, a muchos de sus dueños, que estemos perdiendo otra generación de jóvenes como sucedió con la represión militar. Para ellos, lo importante es mantener el negocio. Y están decididos a lograrlo de cualquier modo.
Ya nadie puede mirar con indiferencia ese poder oscuro y trágico que nos roba vidas juveniles. Al margen de mezquindades políticas, hay que solidarizarse con quienes se arriesgan a hacer cumplir las leyes. Eso sí está poniendo en juego la seguridad de todos en el presente y para el futuro, con la apariencia festiva de las luces, la música, la clandestinidad, la droga y el alcohol.
José Guillermo Mariani (pbro)


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Última modificación: 30 de July de 2010