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Excesos y contención

 

Es común escuchar comentarios señalando  a los ambientes educativos, familia y escuela, como causantes con su desidia, de los excesos provocados por la desorientación juvenil y los hechos de violencia producidos en distintos ambientes públicos y privados.

Y en realidad es necesario reavivar la responsabilidad de esos núcleos sociales pero sin dejar de lado las responsabilidades del estado, de los empresarios y, en general de este sistema cuyos valores están centrados casi exclusivamente en la producción y adquisición de bienes materiales.

El panorama es desalentador si tratamos de medir la influencia que pueden tener el hogar y la escuela en nuestros adolescentes y jóvenes. Nos los han robado. Una publicidad que los exalta como los más seductores consumidores y taimadamente excita a romper las disposiciones, criterios y advertencias de los adultos, los ha ido separando de las familias y los docentes. Ellos tienen sus lugares y horarios de comunicación, expansión y diversión a los que los adultos no pueden acercarse ni tampoco rechazar. Ellos se han acostumbrado a remediar su falta de espacio laboral y profesional, con reuniones en las esquinas o en los quioscos, quizás porque saben que sus padres están obligados a permanecer fuera de casa en el trabajo y la consecución de bienes para que la familia (que son ellos)  no sufra. Cuando los adultos les indicamos la inconveniencia de ciertas conductas que dejan a la vista consecuencias tremendas que a ellos mismos los impactan, miran hacia otro lado. Están seguros de que a ellos no les sucederá. Siempre se habló de las diferencias generacionales. Hoy son un abismo.

Seguramente la sociedad con una ética basada en el progreso económico y obligada a marchar en esta “globalización económica” (que no es tal, sino “concentración” en bolsillos de pocos que se hacen dueños de nosotros y todo lo nuestro), queda sumida en la impotencia. Y sus instituciones se van contagiando con esa imposibilidad de cambiar una cantidad de cosas que visiblemente llevan barranca abajo..

Para algunos la solución es el regreso a la mano dura. Quizás no tomen nota de que la mano dura en distintos ambientes nacionales e internacionales es la que  ha producido este escepticismo frente a una cantidad de valores exigidos por la convivencia humana que es lo que se ha deteriorado de manera casi irrecuperable.

Los riesgos de la educación en libertad no pueden dejar de ser asumidos. Pero el Estado tiene una gran responsabilidad en esto. Escuela y hogar, docentes y padres no pueden marchar asumiendo por separado  sus responsabilidades. La intercomunicación abierta, afectiva y efectiva es indispensable. Pero si los docentes apenas son retribuidos para poder mantenerse y los padres son consumidos por la desocupación o la multiplicidad de ocupaciones que les resultan urgentes para sobrevivir ¿cómo ligar la familia y las escuela? Ya se están haciendo experiencias muy laudables (al margen de la legislación  educativa) buscando la participación de los educandos en el planeamiento de los métodos de información y formación personal y social. Construcción de ciudadanía se llama la “materia” estrenada en varios establecimientos. Tiene como objetivo crear un espacio para el ingreso curricular de las culturas juveniles a la escuela. El saber y los intereses de los alumnos ocupan dos horas semanales sin censura de temas que se eligen por consenso y sin el miedo de “llevarla a Marzo”. Ojalá estas iniciativas progreses para dar cabida a la creatividad de los docentes. Para ser educadores con la profundidad que esta misión supone, no basta la inteligencia y el conocimiento, hace falta el compromiso de toda la persona. Y eso es primariamente cuestión de vocación(palabra tan usada para aprovecharse de los que la tienen), de experiencias compartidas (verdadera capacitación) y de suficiente retribución para poder crear y amar en libertad.(los padres y los  docentes no son empleados del Estado son constructores de la Nación) No es posible encontrar respuestas si no se comienza por lo primero. “Primum vivere, deinde philosophare”

José Guillermo Mariani (pbro)


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Última modificación: 30 de July de 2010