La Cripta Virtual: Un espacio para hablar Sin Tapujos

"Donde la Iglesia no engendre una fe liberadora, sino que difunda opresión, sea esta moral, política o religiosa, habrá que oponerle resistencia por amor a Cristo".
Jürgen Moltmann

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Falta de Respeto al Papa

“¡Nunca debieron los 67 profesores y cientos de estudiantes de la universidad más prestigiosa de Italia, La Sapienza, pronunciarse en contra de la visita de Benedicto XVI a esa institución! Es una falta de respeto a la suprema autoridad de la iglesia.¡Al Vicario de Cristo!”

No había que esperar mucho tiempo para que estas y otras expresiones parecidas, brotaran desde distintos rumbos del campo católico. Una monarquía absoluta siempre tiene garantizado el apoyo de los que gozan con el sometimiento, o se benefician con los bienes que se distribuyen desde el centro.

¡Bendita falta de respeto consistente en la actitud valiente de defender la verdad y desenmascarar solemnes posturas de poder y santidad! Benedicto XVI es calificado de oscurantista e incongruente con la laicidad de la investigación científica. Y esto es así, a ojos vistas. Respetar al Papa y respetar a la iglesia entera no es desconocer la realidad sino manifestarla claramente. El argumento invocado en la misiva al rector Guarini, es un discurso en Praga en que el cardenal Ratzinger justifica la condenación de Galileo por parte de la Iglesia. Pero lo que hay que tener en cuenta es un panorama mucho más amplio. Desde el comienzo del reinado del actual pontífice se acumulan pronunciamientos y disposiciones que justifican esos calificativos. En su entronización afirmó que la iglesia desde ese día no sería gobernada por él sino por el Espíritu Santo. Esto es muy parecido a ponerse a la par de Dios. No tuvo ningún reparo en suprimir de un plumazo la autonomía del grupo de Asís para convocar reuniones eclesiales de reflexión y búsqueda. Reuniendo a los veinte cardenales más representativos del poder vaticano les dictó la resolución de quitar el asunto del celibato sacerdotal obligatorio de toda agenda de discusión eclesiástica. Logró silenciar a la teología de la liberación. Se arrogó el derecho de calificar al Islam como religión fundada en la violencia. Desde la  encíclica Divinus Iesus proclamó que la verdad absoluta reside sólo en la iglesia católica. Volvió a imponer la mayor estrictez litúrgica, aunque no se eximió de celebrar en Colonia la fiesta de los reyes magos supuestamente enterrados allí. Amonestó y negó la facultad de enseñar a los teólogos, escrituristas y moralistas más destacados. (últimamente Jon Sobrino y José  Ma. Vigil) Mantuvo o instaló en la presidencia de las Congregaciones romanas (Dicasterios o ministerios) a conocidos y caracterizados miembros del Opus Dei. Admitió a los rebeldes anticonciliares lefevbristas como corriente legítima dentro de la Iglesia. Preparó desembozadamente su propia elección en el Cónclave, desde cuatro meses antes de la muerte de su antecesor que lo tenía como delfín. Acaba de dar un signo que, a pesar de las excusas, fue interpretado en el mundo como absolutamente restauracionista al celebrar la misa de espaldas al pueblo. Se opuso absolutamente a la discusión de serios reclamos y necesidades sociales atinentes a la salud reproductiva y al contagio del SIDA, así como a toda admisión de parejas homosexuales. Como única sugerencia, llamó simplemente a “rezar” por los sacerdotes pedófilos.

Las pancartas enarboladas por los estudiantes rezaban “La ciencia es laica” “La Sapienza está secuestrada por el Papa. Liberemos el saber”. En una audiencia pública, estudiantes pertenecientes al movimiento “Comunión y liberación” creado por Juan Pablo II para contrarrestar la influencia de la teología de la liberación y las comunidades eclesiales de base, aclamaron al pontífice, afirmando que si él no iba a La Sapienza, la Sapienza venía a él. Convocados por el cardenal Ruini 200.000 fieles se reunieron en la plaza de San Pedro para desagraviar al Papa. Y seguirán las convocatorias porque las organizaciones más conservadoras disponen de recursos para hacerse presentes inmediatamente.

Cuando la invasión a Irak fueron los intelectuales los que se atrevieron a faltarle el respeto al presidente Bush indicándole el desacierto e injuria a la democracia que eso significaba. Se trataba del otro pretendiente a una monarquía absoluta sobre el mundo. Hoy son los intelectuales de La Sapienza los que asumen la responsabilidad de abrir los ojos sobre un proyecto netamente conservador y clausurado sobre sí mismo, presente en la línea del pensamiento y la acción de Benedicto XVI.-

José G. Mariani (pbro)

 


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Última modificación: 30 de July de 2010