|
|
FONDO : ¡plazas agotadas!
En algún lugar destacado de la sala en que se reúne para sus deliberaciones, la Conferencia Episcopal Argentina, que acaba de renovar exitosamente sus autoridades, habría que colocar un letrero luminoso con las palabras que me sirven de título. Para convencer a los altos dignatarios de que el “fondo del mar” al que continúan mandando a diversos personajes con una piedra de moler atada al cuello, ya está repleto. Con las sentencias de Mons. Basseoto y el renunciante Giacquinta, ya se han agotado las localidades. Seguir intentando añadir gente, con la utilización de esa frase hiperbólica con que Jesús impacta refiriéndose al escándalo a los pequeños, resulta enfermizo y ridículo.
También resulta digna de análisis la amenaza episcopal de convocar a la indisciplina civil. ¿Más todavía de la que existe? Y ¿no habrán caído en la cuenta de la “indisciplina eclesiástica” que están provocando constantemente? ¿O habrá nostalgias de los siglos XI y XII en que los Papas podían liberar de la obediencia a los soberanos que eran descalificados por su conducta o decisiones adversas a la Iglesia? Todo esto suena muy raro.
Pero más raro aun esta resistencia a la ampliación de la educación sexual. Que es de sentido común que la educación sexual no se hace calificando a los preservativos de vacuna o repartiéndolos a los chicos, está muy bien. Pero hay que tener en cuenta que la resistencia a una legislación consensuada y con la debida preparación de los educadores, tiende a provocar estas reacciones exageradas y conflictivas. Una educación que pueda revertir todo el sentido represor y pecaminoso con que se ha envuelto a la sexualidad, para asumir la presentación de sus riquezas y posibilidades no sólo en el orden de la procreación sino en el de la comunicación, la entrega comprometida, y el placer. Una educación que debe ser primero “información”, sin trabas y ha de avanzar desde allí a desterrar el machismo y el sentido utilitario y comercial del sexo, para instaurar el respeto a la comunicación profunda del amor de pareja, la admisión de las tendencias sexuales particulares, la búsqueda de todos los frutos beneficiosos para la sociedad y la felicidad personal que se encierran en un ejercicio natural sin represiones ni fantasmas.
El argumento tan fuerte en apariencias, de que esta “vulgarización” de información hasta ahora mantenida en celosa reserva, va a lanzar a la promiscuidad más descontrolada, es simple excusa para no tener presente el sentido más importante que hay que dar a la educación sexual que consiste en fomentar el sentido crítico personal y comunitario, como único medio para evitar el aprovechamiento desviado de cualquier elemento de progreso individual o social. El aviso de que en el fondo del mar ya no hay localidades, debiera prender muy fuerte en todos los cazadores de brujas de nuestra sociedad actual.
|
Número de visitas desde la Pascua del 2001
Enviar correo electrónico a
raul@sintapujos.org
con preguntas o comentarios sobre este sitio Web. |