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Fútbol
Hermoso deporte. Muy difícilmente se puedan superar sus características positivas con las de cualquier otro. Agilidad física, rapidez intelectual, astucia para superar la oposición con la maestría de la gambeta, fortaleza corporal, previsión de situaciones, intervención de todos los sentidos y facultades, coordinación de equipo sin anular valores individuales, oportunidad para acrobacia y ballet, posibilidad de practicarlo con elementos precarios (el campito y la pelota), y quizás muchos otras menos notables. Pero hay una situación que pasa por encima de todos estos valores y parece olvidarlos o anularlos. La competencia. El fútbol llamado profesional ha convertido la confrontación de equipos, en un campo de batalla en que todo depende de ganar y, a veces, de cualquier modo. La pasión no está centrada en lo valioso del deporte sino en vencer al enemigo. Y esta pasión es potenciada desde las tribunas por la “hinchada”. La emoción llega hasta tal punto que, después de un partido ganado, los simpatizantes van al trabajo con entusiasmo, y al revés, aparecen desalentados y hasta disgustados los hinchas del perdedor. Este elemento emocional que incide tan fuertemente en los mayores, lo hace más profundamente en los niños y jóvenes. Y llega hasta el extremo de pasar por alto cualquier problema con dimensiones nacionales, frente a un éxito futbolístico La propuesta de llevar los televisores a las Escuelas para que allí se vean los partidos de Argentina parece una excelente respuesta a la realidad y las preferencias de los alumnos. Pero hay que preguntarse: ¿Saciará esto su necesidad de ver todos los partidos, para estar bien informados del panorama general? ¿El impacto emocional permitirá continuar las tareas educativas, o habrá que prolongar los comentarios hasta que suene el timbre final? Hay una propuesta interesante que sugiere aprovecharse de cada partido para trasmitir datos sobre geografía, historia y diversas características de los países que se enfrentan. ¿Se dará un acuerdo entre los docentes para ayudarse a preparar juntos lo que resulte más productivo y eficaz? Multiplicar las horas de trabajo no es fácil para quienes casi necesariamente, por la exigüedad de los salarios, deben administrar rigurosamente su tiempo para dedicarlo a diversas tareas. A esta altura ya no parece que resulte posible volver atrás de la iniciativa de ver el fútbol en las escuelas. Deberá evaluarse seriamente la experiencia, para mejorarla o suprimirla en el futuro. Por ahora el argumento más fuerte es que si esto no se hace, la inasistencia de muchos está garantizada. Al fin, una medida de fuerza para torcer el brazo a quienes pretenden que la escuela es para enseñar y educar en los valores fundamentales de la persona.
José Guillermo Mariani (pbro.) |
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