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Gusto de pelear nomás!
Cuando se examinan concienzudamente con ayuda de la psicología y la sociología las causas de la violencia en nuestra sociedad se descubren muy numerosas y variadas. El afán de construir un mundo menos violento aflora en momentos en que parece que los acontecimientos se colocan fuera de control. La reflexión lleva a pensar en la violencia agresiva y la defensiva, en la opresora y la libertaria, en la represora y la revolucionaria, en la ideológica y en la ambiciosa, en la que busca y la que defiende el poder, en la de guante blanco y la cruenta de reacción . . etc.etc. Pero aquí se nos queman los papeles. ¿Qué pasó el 17 de Octubre en esa multitudinaria manifestación popular que accedía a un llamado más que de un dirigente o funcionario determinado a una necesidad experimentada por el pueblo de dar espacio definitivo a los restos del Gral. Juan Domingo Perón? ¿Qué pasó en eso que en lugar de ser recuerdo afectuoso y agradecido de quienes valoran su acción de gobernante más que sus reacciones y criterios personales, se convirtió en una batalla campal alrededor de la cureña que transportaba sus restos? Hay quienes en contacto directo con los protagonistas conocerán las motivaciones, a pesar de que en todas las declaraciones no aparecen de modo claro y mucho menos justificante. Desde el entorno, desde afuera, no se descubre ninguna razón para el enfrentamiento. Ni los mismos organizadores pudieron reaccionar ante las agresiones inesperadas y sus discursos aparecieron entonces fuera de lugar y para circunstancias muy distintas. ¿Se equivocó el presidente al aprobar el plan del dirigente sindical que aparecía tan próximo a él como alejado de los intereses de la clase trabajadora y comprometiendo su participación, afortunadamente suspendida? ¿Hubo aprovechamiento de la circunstancia para que la oposición interna desde el peronismo desacreditara la figura de Kirchner proyectándose hacia un nuevo mandato? Los resultados no aclaran demasiado el panorama. Más bien lo enturbian. Y pareciera que la conclusión final lleva a pensar que se trató de una violencia infantil. Al gusto de pelear por pelear, para mostrar la fuerza, para desahogar energías. No fue muy diferente de las peleas entre patotas o barras bravas en los partidos de fútbol. Se ha dicho muchas veces, con tono de explicación, de alabanza o descalificación, que el peronismo es un sentimiento. Como se dice de ser hincha de Talleres o de Belgrano. Si es así habrá que cuidarse de que sea tan superficial que provoque la pelea por la pelea. El recurso del chofer convertido en francotirador, cuando se entregó a la justicia, fue argumentar que efectuó los disparos para que la cosa no siguiera adelante. Es decir, para que los chicos se dieran cuenta de que resultaba un juego peligroso eso de pelear por pelear nomás. Quito Mariani |
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