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Ideología de bolsillo
La preocupación por el mezquino ejercicio de la Democracia que son las elecciones, ha dominado importantes espacios de nuestro continente. En el Norte, la reelección del Sr. Bush, revela varias cosas. No se trata de un hombre o un grupo, se trata de un pueblo. La mayoría de ese pueblo ha declarado aceptables las mentiras de su Presidente para provocar arrasamiento de naciones y culturas, para disimular la situación económica, para ocultar las tragedias de las torturas infligidas a los vencidos y el deshonor con que son recibidos los que regresan con vida. El temor a perder el “american way of life” que supone bienestar económico, sentido de superioridad sobre el resto del mundo, sensación de dominio invencible desde sus progresos tecnológicos, ha mostrado esto que llamo “ideología de bolsillo”, o mejor “del bolsillo” Porque no se refiere a la pobreza ideológica que pueda contenerse en un bolsillo, sino a un gran bolsillo que abarca y aprisiona todas las ideologías, tiñéndolas del materialismo de una cultura consumista del bienestar. La paradoja de que precisamente el mayor porcentaje de votantes se haya decidido por la posición de estrictez moralista de quien anuncia su rechazo de divorcios, abortos, parejas gay y relaciones extramatrimoniales, aunque resulte mentiroso, criminal sin atenuantes y violador de los derechos humanos sin ningún escrúpulo, es suficiente para alertar sobre el verdadero sentido de esta opción muy ligada a los intereses más conservadores política y económicamente. Esta ideología del bolsillo es, lamentablemente, una fijación en el presente tal como está y que debe ser mantenido a toda costa, por encima del horror y la mentira. Ideología sin bolsillosEn Latinoamérica la actividad eleccionaria eclosionó con un sentido popular de adhesión entusiasta a un cambio previsto y deseado. La prudencia de Tabaré Vázquez se parece a la que obligadamente, al parecer, deben guardar los Gobernantes de Brasil y Argentina frente a las presiones en crecimiento constante desde las organizaciones internacionales. Venezuela, entretanto, logra sortear con energía y claridad, las amenazas y conspiraciones del vecino norteamericano. Bolivia, Paraguay y Chile pugnan por colocarse en una línea semejante. La ideología del Sur, a pesar de las indefiniciones y negociaciones ante la potencia del enemigo, no quedan encerradas en “el bolsillo”. Llevan la propuesta y el anhelo de un cambio que fomente la dignidad de cada uno de los seres humanos. Vive la esperanza de nuevas estructuras que hagan respetar la verdad, la libertad y la justicia. Porque, al menos en las palabras y las actitudes concretas populares, esas expresiones reemplazan las expectativas consumistas que pasan por encima de la verdad y los derechos humanos, las podemos calificar como ideologías de la esperanza. Ideologías hacia el futuro. Y ante lo incomprensible de esa orgullosa frase de Bush en su discurso inicial de triunfador “Hoy comienza una nueva marcha hacia la libertad”, me parece muy atinado el añadido criollo de un periodista. “ ¡Agarráte!”, de un sacudón que para la mentira es descenso hacia el abismo y para la esperanza conquista de la cumbre. Pbro. José Guillermo Mariani |
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