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Información desinformante
Cuando la información sobre los hechos que ocurren, se trasmite respetando la verdad, aunque se emitan posteriormente juicios parciales, que responden generalmente a la tendencia del medio periodístico editor, se puede hablar de cierta objetividad y posibilidades de ejercicio del sentido crítico que debemos conservar como ciudadanos responsables. Pero cuando esa información es “ventarrón”, uno se siente arrastrado irresistiblemente por ella y aún con profundo disenso acaba dejándose ensuciar y ahogar por el ciclón. Eso, creo, está sucediendo entre nosotros. La gente dice, la gente cree, la gente padece inseguridad, la gente que vivió la incertidumbre con el conflicto del campo se ve ahora nuevamente afectada por el cese de las AFJP … la gente, la gente, la gente. Y así, la opinión del que dispone de micrófono y antena aparece como absolutamente mayoritaria y se multiplican los programas en que las Empresas telefónicas son las directamente beneficiadas en grande, porque los programas funcionan en base a los llamados de los oyentes o televidentes que, normalmente, responden a las tendencias manifestadas por la emisora. El argumento principal es “la gente”. No un sector de la población, no una determinada clase social, no los que disponen de teléfono y dinero para llamar y dejar su discurso, sino “la gente”, un colectivo que nos abarca a todos. Está probado además que estos programas no muestran por lo general ninguna creatividad, ni siquiera aparecen como “programados” con seriedad. Se habla mucho de “cortinas de humo” para calificar las tácticas oficiales de anuncios y presentación de iniciativas polémicas ocultando así los verdaderos problemas, uno de los cuales, que en los últimos tiempos ha sido recurso de casi todos, contagiados por el ventarrón informativo, ha sido la falsedad de los índices del INDEC- Creo que estamos invadidos por otras cortinas de humo que se han hecho gigantescas e impenetrables, porque se originan no sólo desde dentro sino también desde fuera de nuestras fronteras. Su esfuerzo está dirigido a ocultar a los verdaderos culpables de muchos de los males que padece “la gente”. Y aquí sí se puede hablar de la mayoría. La incertidumbre, las subas de precio, la inflación, las fallas en la salud, la resistencia a la mejor distribución de ingresos, las deficiencias en la educación, el desempleo y el empleo en negro, tienen detrás inmediatamente a muchas Empresas nacionales y multinacionales. Muchos lo saben y nadie se atreve a sostenerlo. La gran cortina de humo fabricada maliciosa y astutamente por los que manejan grandes intereses financieros, ha logrado suscitar hasta lo inimaginable la aficción a la crítica al Estado en todos sus niveles, (ejecutivo, legislativo y judicial) en todo momento y con cualquier oportunidad, como causante de todos los males. Muy pocos incluyen en su análisis de las tendencias desestabilizantes de los medios de información, el interés por que no progrese postergándose indefinidamente, la nueva ley de radiodifusión que tocará seguramente muchos y grandes intereses. Frente a este panorama, es absolutamente explicable que muchos lleven el resentimiento de problemas sin solución, de impotencias resignadas ente promesas que nunca se cumplen del todo para todos. Y con poca tarea de echar leña a este fuego, brota la llamarada del desahogo espontáneo destruyendo sin medida todo lo que no disponga de barreras o cercas próximas, para defenderse. En la actualidad es posible constatar que han sido endiosados los críticos a mansalva, y desacreditados los que razonablemente alimentan la esperanza y señalan en medio de la “malaria” general, los aspectos positivos y necesitados de apoyo de “la gente”. La información desinformante ha avanzado tanto que nos está enfermando de un mal casi irremediable: la irresponsabilidad personal, grupal e institucional para promover la marcha común hacia delante. José Guillermo Mariano (pbro) |
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