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Entrevista a Carlos Escudero Freire, por la reciente publicación de su
libro: Jesús, novedad radical. A vino nuevo, odres nuevos (Marcos 2,22)
José María Castillo
J.M. Castillo: Aparte del subtítulo del libro, A vino nuevo, odres nuevos,
¿Hay algún texto del Evangelio en particular que te sugiriera el título: Jesús,
novedad radical?
C. Escudero: Sí. Lucas 16,16: La Ley y los Profetas llegaron hasta Juan;
desde entonces se anuncia el reinado de Dios.
Lucas contrapone el Antiguo y el Nuevo Testamento. La novedad radical del Nuevo
está en que Jesús anuncia y realiza el reinado de Dios, con las características
y valores que le son propios:
- la justicia como pórtico de entrada; el amor al prójimo como la plenitud.
- Dios reina siempre como Padre: Hay ofrecimiento, nunca imposición.
- Jesús nos revela a Dios como Padre de toda la humanidad: Se rompen pues las
barreras étnico-sociales y religiosas. La hermandad se hace efectiva, y nos
iguala a todos de manera radical: no hay gente superior o de mayor dignidad?
- El reinado de Dios es gratuito. Por la fe lo aceptamos y lo interiorizamos: El
reino de Dios está dentro de vosotros (Lucas 17,20). Es necesario la conversión
?metánoia-, para preparar un terreno abonado.
- El Espíritu de Dios nos da la fortaleza necesaria para seguir realizando el
reinado de Dios como discípulos de Jesús, con una vida sencilla y digna ?desde
la pobreza-, para poder dar en rostro a los falsos dioses: -los ídolos de
nuestro tiempo.
J.M. Castillo: El reinado de Dios tiene también una vertiente
económico-social y político-religiosa. ¿Cómo refleja el libro esta importante
realidad?
C. Escudero: Esta realidad, a la que podemos llamar el aspecto histórico del
reinado de Dios, es por eso mismo una realidad constatable. Nuestra sociedad
defiende sus propios valores, y el reinado de Dios propugna una sociedad
alternativa, con el cambio radical de esos valores. Para realizar esta ardua
tarea, muchos creyentes cristianos nos unimos con creyentes de otras religiones
y con personas no creyentes.
J.M. Castillo: ¿Cuáles son los principales valores, propios del reinado de
Dios, que desarrollas en tu libro?
C. Escudero:
- El ser humano es lo realmente sagrado, y está en el centro de la actividad y
enseñanza de Jesús, por encima de cualquier institución. Es decir, el Evangelio
defiende, por encima de todo, la dignidad de la persona.
- Jesús, bajo el influjo del Espíritu Santo, proclama la liberación de los
pobres, de los sometidos, marginados, y esclavizados como tarea suya esencial.
En esto consiste la buena noticia del reinado de Dios (Lucas 4,18-19). Mateo lo
proclama de otra manera en el juicio de las naciones: Tuve hambre y me diste de
comer, tuve sed y me diste de beber? (Mateo 25). Ambos pasajes están fuera de
todo ambiente religioso, es decir, pertenecen al terreno de lo cotidiano, de lo
secular, de lo profano, como el Evangelio mismo que es laico.
- Jesús ha llevado una vida de servicio, solidaridad y hermandad con los más
necesitados y con los excluidos por la sociedad religiosa y civil. Nos invita a
sus discípulos a hacer lo mismo.
- Cuando las distintas religiones, en nombre de Dios, someten y marginan a las
personas, es decir, cometen injusticia contra ellas, hay que tener el coraje de
defender los valores humanos contra esas instituciones, y la valentía para
desacreditar a las personas sagradas que las presiden.
El libro recoge estos temas con insistencia y, en su conjunto, hace ver con
claridad la novedad absoluta de Jesús y del Nuevo Testamento, en relación con el
Antiguo.
J.M. Castillo: Acabas de decir que el Evangelio es laico. ¿En qué sentido lo
afirmas?
C. Escudero: En el sentido de que el Evangelio discurre por la vida normal,
por lo secular o profano; este último término no es peyorativo en este contexto.
Se opone a lo sagrado. Jesús fue laico, de la estirpe de David. El anuncio de su
nacimiento tiene lugar en un ambiente profano, el ambiente normal y cotidiano de
la vida irrelevante de María, que estaba en su casa en Nazaret, y que aceptó por
la fe el mensaje de Gabriel. Estamos en el Nuevo Testamento (Lucas 1,26-38).
El contrapunto lo encontramos en el anuncio a Zacarías, sacerdote, ofreciendo la
ofrenda en el templo. Todo es sagrado, pero Zacarías no cree. Quedó mudo y con
él enmudeció el sacerdocio del Antiguo Testamento para siempre (Lucas 1,5-25).
El nacimiento de Jesús en un pesebre y rodeado de pastores, pobres de solemnidad
y despreciados por la sociedad de su tiempo, lleva el sello de lo laico, de lo
profano, en un ambiente de pobreza dura (Lucas 2,1-20). Su bautismo tuvo lugar
en el río Jordán, fuera de todo lugar sagrado (Lucas 3,21-22). Echó por tierra
las instituciones más sagradas de Israel el sábado (Marcos 2,23-38), y el templo
(Juan 2,13-22).
Para concluir este importante tema, le dedico a la eucaristía y a la muerte de
Jesús en la cruz bastante espacio en el libro. Hago ver que ni la eucaristía, ni
la muerte de Jesús son sacrificios expiatorios para aplacar a Dios. No hay lugar
sagrado, ni altar, ni sacerdotes, es decir, no existe la mediación sagrada. Por
lo demás, con el asesinato de Jesús en la cruz, los sumos sacerdotes y demás
jefes del pueblo pretendieron despojarlo de todos sus derechos civiles y
religiosos. El Padre, resucitándolo, lo acreditó como salvador y única piedra
angular (Marcos 14,22-26; 15,22-40; Hechos 4,10-12).
J.M. Castillo: Entiendo que tu libro pretenda liberarnos de una teología
trasnochada, la teología del infantilismo y del miedo, patrimonio de la iglesia
oficial, para poder vivir con libertad y felicidad.
C. Escudero: Es la teología que brota espontánea y cristalina de los
evangelios, donde se proclama dichosos a los seguidores de Jesús. El Evangelio
busca el desarrollo y la plenitud del ser humano; quiere su libertad aunque
pueda equivocarse, y una vida llena de felicidad. La teología tradicional sigue
manteniendo al Dios lejano y trascendente del Antiguo Testamento que infunde
temor, tanto más que no deja de recordarnos el tema del purgatorio y del
infierno. Por eso la iglesia jerárquica exige a la gente sacrificios y ayunos
con carácter expiatorio, como en el Antiguo Testamento.
J.M. Castillo: Entonces para ti, ¿es la revelación que Jesús hace sobre Dios
como Padre lo que hace cambiar de manera radical el rumbo de la teología?
C. Escudero: Por supuesto. El Dios cercano de Jesús, su propio Padre y
también el nuestro, sólo infunde amor y confianza. Baste recordar la parábola
del hijo pródigo, donde el Padre, al mismo tiempo que respeta la decisión
equivocada de su hijo, sale todos los días a otear el horizonte con impaciencia,
para hacerle ver que, con su vida depravada, no ha perdido la condición de hijo,
con tal de que quiera regresar voluntariamente a la casa paterna (Lucas 15).
J.M. Castillo: Hablamos de pasada sobre la desacralización que Jesús llevó a
cabo de las fiestas e instituciones judías. ¿Por qué te centras en el sábado y
en el templo?
C. Escudero. En el sábado, porque ha sido siempre una de las instituciones
fundamentales del judaísmo. La observancia del reposo sabático ha constituido
durante siglos un distintivo de los judíos en medio de los pueblos paganos. Para
los rabinos la observancia del sábado era tan sagrada que prevalecía sobre los
demás mandamientos. Guardar este precepto tenía tanto peso como los demás
mandamientos juntos, es decir, observarlo correctamente equivalía a cumplir toda
la ley. Su transgresión se comparaba con los peores pecados: idolatría,
asesinato, incesto. Marcos, en el episodio de las espigas (Marcos 2,23-28), pone
en boca de Jesús esta rotunda declaración:
El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado: así que el Hijo
del hombre es señor también del sábado (Marcos 2,27-28).
Es evidente que el ser humano está por encima de cualquier institución por
sagrada que sea.
Me centro también en el templo, porque éste era el lugar más sagrado para los
israelitas. Pero con el tiempo lo fueron convirtiendo en máquina de hacer
dinero: lugar de explotación, abuso y engaño. Este baluarte del poder y dominio
sobre la gente fue declarado por Jesús cueva de bandidos. El nuevo templo es
Jesús, portador del Espíritu, y todos los que estamos bajo su influjo (Juan
2,13-22; Juan 4). La abolición del culto, tapadera de tantas injusticias,
incluye la abolición de lo sagrado. Jesús inaugura así la normalidad de lo
profano, de lo secular, de la vida cotidiana. Lo verdaderamente sagrado, que hay
que respetar y dignificar, son el hombre y la mujer, que están en el centro del
mensaje de Jesús, y por encima de las instituciones.
J.M. Castillo: Has elegido como subtítulo del libro la sentencia: A vino
nuevo, odres nuevos (Marcos 2,22). ¿Te parece tan significativa para recalcar la
novedad radical de Jesús?
C. Escudero: Esta pequeña parábola encierra un significado profundo sobre la
novedad absoluta de Jesús. Está enmarcada en el tema central de la Nueva Alianza
(Marcos 2,18-22). Ante la pregunta que le hacen a Jesús los fariseos: ¿Por qué
razón tus discípulos no ayunan? (Marcos 2,18), Jesús responde:
¿Es que pueden ayunar los amigos del novio mientras duran las bodas? Mientras
tienen al novio con ellos no pueden ayunar (Marcos 2,19).
Jesús se pone en el lugar del esposo, ocupando el lugar de Jahvé en el Antiguo
Testamento, pero en lugar de hablar aquí de pacto o alianza, lenguaje jurídico,
se habla de una boda, en la que el novio/esposo queda relacionado con el amor y
la lealtad a su pueblo (Juan 1,17). La boda, con carácter de alianza, va a ser
una realidad permanente a través del Espíritu, por eso la alegría y la felicidad
están garantizadas. Las prácticas expiatorias del Antiguo Testamento han
caducado.
Llegamos así a la pequeña parábola del vino nuevo en odres nuevos, que nos
muestra que todo intento para hacer compatibles la Antigua Alianza y el Reinado
de Dios es inútil y pernicioso, porque lo nuevo puede estropearse
irremediablemente al querer hacerlo compatible con lo viejo, que no puede
resistir la pujanza y fuerza de lo nuevo.
Es además sugerente, porque la imagen del vino pertenece a la boda como algo
sustancial e imprescindible: es el símbolo del amor nupcial como elemento
esencial del banquete. Este vino hace referencia y simboliza la sangre de Jesús
como sello de la Nueva Alianza (Marcos 14,24-25). El vino nuevo significa pues
su entrega total por amor. No tiene el significado de sacrificio expiatorio para
aplacar a Dios, como los de la Antigua Alianza. Jesús encarna el reinado de Dios
como una novedad radical y absoluta.
J.M. Castillo: En otro apartado del libro hablas de Jesús como revelador del
Padre. Me parecen unas páginas preciosas. ¿Qué alcance pueden tener para una
teología renovada?
C. Escudero: La relación y experiencia única y misteriosa de Jesús con su
Padre es lo más novedoso y entrañable del Nuevo Testamento. Jesús se identifica
constantemente con su Padre como algo natural, y como lo más importante de su
vida. Por eso Jesús nos puede hablar del Padre, de sus sentimientos y de las
características de su reino, a través de su persona, actividad y mensaje.
J.M. Castillo: Las ?primeras palabras? de Jesús, ¿tienen más trascendencia
de lo que parece a simple vista?
C. Escudero: Creo que sí. Son el punto culminante del evangelio de la
infancia de Lucas, y contraponen la obediencia que Jesús debe a su Padre, como
su Hijo único, a la relación normal y obediencia que Jesús debe a sus padres
naturales, María y José:
Ante el reproche de María:
- Hijo, ¿por qué te has portado así con nosotros? ¡Mira con qué angustia te
buscábamos tu padre y yo! (Lucas 2,48).
Jesús responde:
¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que tengo que ocuparme de lo que es de mi
Padre? (Lucas 2,49).
Esta buscada oposición nos está indicando que Jesús se relaciona de manera
natural y prioritaria con Dios, su Padre. Se está proclamando pues a sí mismo
Hijo de Dios, de manera trascendente, como lo había hecho Gabriel en la
Anunciación (Lucas 1,35).
Las primeras palabras de Jesús están relacionadas con la obediencia que debe a
su Padre por encima de todo, que en su vida pública se traduce en la adhesión de
Jesús al plan de Dios sobre él. Así cuando lo quieren retener en Cafarnaún Jesús
replica a la multitud que lo andaba buscando:
También a los otros pueblos tengo que dar la buena noticia del reinado de Dios,
pues para eso he sido enviado (Lucas 4,43).
J.M. Castillo: ¿No es más explícito el pasaje de Lucas 10,22, a este
respecto?
C. Escudero: Sí que lo es, porque se habla directamente de la revelación
sobre el Padre que sólo puede hacer el Hijo. Pero veamos el contexto, ya que
Lucas 10,21-22 tiene una innegable unidad:
En aquel momento, con la alegría del Espíritu Santo, (Jesús) exclamó: -¡Bendito
seas Padre, Señor de cielo y tierra, porque, si has ocultado estas cosas a los
sabios y entendidos, se las has revelado a la gente sencilla! Sí, Padre, bendito
seas por haberte parecido eso bien.
Mi Padre me lo ha enseñado todo. Quién es el Hijo, lo sabe sólo el Padre. Quién
es el Padre, lo sabe sólo el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar
(Lucas 10,21-22).
Llama la atención, en primer lugar, la alegría de Jesús por el Espíritu, y cómo
bendice espontáneamente al Padre porque ha querido revelarle a la gente sencilla
los secretos del reino (Lucas 10,21). El siguiente versículo, con la expresión
mi Padre, expresa de manera directa el conocimiento único y recíproco del Padre
y el Hijo. Por tanto, podríamos afirmar que el conocimiento exclusivo que Jesús,
el Hijo, tiene de su Padre, además de entrañar una relación profunda y
misteriosa con Él, hace posible que Jesús nos revele algunos de esos secretos
insondables que pertenecen a Dios, a su reinado, a su manera de actuar -como la
predilección por los pobres y por la gente sencilla.
Por eso Jesús tiene la capacidad de hacernos comprender y experimentar que Dios
es también Padre de todas las personas y pueblos de la tierra. Cae pues la
expresión el Dios de Israel y todas las demás barreras y fronteras entre los
seres humanos, como algo artificial. La jerarquía, que mira en muchos aspectos
más al Antiguo que al Nuevo Testamento, sigue invocando al Dios de Israel en la
liturgia, como si Jesús no hubiera venido, y se siguen proclamando a sí mismos
Maestros ?más de los dogmas y del Derecho Canónico que del Evangelio-, sin
admitir que Jesús sigue revelando los secretos del reino a la gente sencilla.
Además, el título de Maestro le atañe sólo a Jesús (Mateo 23,8-9).
J.M. Castillo: Tu libro ha sido publicado por la editorial Bubok de
Internet. ¿Cuál es la manera más sencilla de adquirirlo?
C. Escudero: Esa editorial no tiene stock de libros, pero se pueden encargar
a través e librerías que hay en todas las capitales de España. Se entra en la
página web:
http://www.bubok.es/librerias/mapas Ahí salen las librerías afiliadas a
bubok de todas las capitales españolas, con su dirección y número de teléfono.
Se encarga el libro y tarde en venir de 7 a 10 días.
J.M. Castillo: Es evidente que hay otros muchos puntos que se podrían
destacar, pero una entrevista sus límites.
Fuente: Redes Cristianas
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