|
|
LOS SANTOS VIENEN MARCHANDO
¡No quieren revancha! ¡No quieren setentismo! ¡No quieren violación de soberanía! ¡No quieren izquierdismo! Todos santitos y derechitos ! ! ! Estas son las banderas que agitan para disimular sus verdaderas intenciones. Porque, en realidad, lo que quieren es impunidad, actitud beligerante de las Fuerzas Armadas para presionar las decisiones del Gobierno a favor de sus intereses, renuncia a la investigación de un pasado que ellos construyeron en base a engaño y corrupción, continuidad de las reglas de juego establecidas por ellos mismos como democráticas. Vienen marchando, los juristas que hoy inventan nuevos motivos para oponerse a la renovación de la Corte Suprema llevando a un hombre capaz e imparcial, y por eso señalan como delitos el “no tener familia” o haber tenido contemplación con los delincuentes menores reservando la severidad para los grandes, o ese concepto nuevo que ellos solos entienden, el “garantismo”. Los que hablan de “revanchismo”. Los que aparecen defendiendo la soberanía nacional que no puede ser violada por un Juez extranjero. Todos ellos dejan ver por debajo, “las patas de la sota”, que es el intento de mantener su situación de privilegio e impunidad. En realidad, constituye un delito calificar como “revancha” a la Justicia. La primera es la actitud de venganza exagerada y por propia cuenta, individual o grupalmente. Justicia, en cambio, es la sanción de un delito por parte de la sociedad y sus representantes que aplican la Ley. Los delitos sin sanción por incapacidad, cobardía o venalidad de los Jueces, permanecen como una herida abierta que no deja de manar sangre e intranquilidad. Entre nosotros, la condena por parte de la sociedad ya está dada. Falta la de la Justicia. Que se ha hecho tan lenta, que ya los delincuentes, lo mismo que Pinochet, pueden recurrir al argumento sentimental de dar lástima, para evitar las condenas. Y los “patriotas” que hoy reclaman juicio en la Argentina, ¿dónde estaban cuando la Argentina era vendida, entregando a sus hijos en relaciones carnales a los delincuentes internacionales de la Guerra del Golfo o Afganistán o Irak? Los delitos de lesa humanidad no respetan fronteras. Tampoco tiene por qué respetarla el juicio sobre esos delitos. Y con leyes impuestas por el temor y la obsecuencia como las de punto Final y Obediencia debida, y con ese Indulto promulgado para sostenerse en el poder, ¿cuándo llegaría el juicio de que se habla? Los Srs. Obispos, (así dicen las noticias que ojalá sean falsas), se sienten molestos por la anulación del decreto delarruano que impidió las extradiciones. ¿Molestos? ¿Habrá que pensar que finalmente reconocen su complicidad? ¿O es que, como cristianos quieren el perdón para los que nunca se arrepintieron sino que siguieron trepados en los palcos oficiales y en la soberbia de salvadores de la Patria? Perdón y olvido para la reconciliación, decía el Card. Quarracino, resbalándose por el terreno de la amistad menemista. La teoría y la experiencia nos han gritado, todos estos años, que no hay reconciliación sin justicia. Porque “¡el amor nunca olvida!” Y los que llevan las heridas son hijos que buscan a sus padres, así como padres y madres que lloran a sus hijos. Y estos vínculos no se destruyen con discursos. Pbro.José Guillermo Mariani |
Número de visitas desde la Pascua del 2001
Enviar correo electrónico a
raul@sintapujos.org
con preguntas o comentarios sobre este sitio Web. |