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"Donde la Iglesia no engendre una fe liberadora, sino que difunda opresión, sea esta moral, política o religiosa, habrá que oponerle resistencia por amor a Cristo".
Jürgen Moltmann

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Mensaje Pascual 2001

El Grupo sacerdotal Enrique Angelelli, conformado entre otros por nuestros dos curas, ha emitido como todos los años un mensaje pascual bregando por una Iglesia más abierta y comprometida en favor de la justicia.

A LOS HERMANOS SACERDOTES 

Con espíritu fraterno, con ánimo de aportar –quizás- otra mirada y de imaginar otras posibilidades, les ofrecemos estas reflexiones a ustedes y a las comunidades  que sirven, con el único fin de ayudarnos unos a otros en nuestros compromisos pastorales.


I. 25 años del martirio de Angelelli:
   
“Viven en nosotros innumerables otros”

Lo fundamental de Jesús no son sus milagros, sino la generosidad ilimitada de su entrega hasta el fin. Lo decisivo de Angelelli tampoco son sus incontables gestos solidarios, sino aquella sangre turbadora y esos brazos abiertos que se quedaron abrazándonos a todos en El Chamical.

A Jesús intentaron robarle su muerte (“subleva la gente contra el César”). Al querer hacer pasar su martirio por un “accidente” pretenden lo mismo con Angelelli. Y es que el verdugo no solamente quiere matar. Quiere mucho más que eso; se propone tener la última palabra sobre el mártir tergiversando y apropiándose del sentido de su vida y su sacrificio. Así lo mata dos veces: en su cuerpo y en la memoria de su pueblo.

La iglesia tiene luces y sombras, honores y vergüenzas, historias de profetas y de pusilánimes. Negar el hecho martirial de la Iglesia latinoamericana en los últimos 50 años, mayor que todo el martirio de la iglesia primitiva junto, es ocultar su rostro más luminoso, el más elocuente, el más creíble y el más irresistiblemente bello. Aquel que la muestra justamente como el rostro visible del Cristo entre los hombres.

Olvidar a Angelelli es imperdonable. Es como negarse a ser Iglesia.


II. 25 años del golpe:
    “Nadie sabe ni puede / aunque quiera / olvidar”

Fue lamentable el “pedido de perdón” de los Obispos en el Encuentro Eucarístico nacional. En la Argentina pocos se animaron a justificar con tanta contundencia la “teoría de los dos demonios”.

¿No tenemos nada que aportar a la verdad histórica?¿No conocemos la  suerte de catequistas, sacerdotes, religiosas, y luchadores por la justicia? ¿No nos avergüenza no haber estado a la altura de nuestra vocación? Tanta diplomacia para no enojar a los criminales, mientras el mismo Pablo VI hacía la punta en el reclamo por la dignidad pisoteada de nuestra gente... ¿Es que nunca nos enteramos de nada? ¿Es que “dormimos en todas las vigilias del hombre”?

Nos preocupa el silencio de la jerarquía en los 25 años del golpe militar, justamente cuando desde los tribunales se intenta llegar a la verdad histórica.  Nos preocupan los argumentos con los que se rechazó la iniciativa para declarar la inconstitucionalidad de las leyes de punto final y obediencia debida.

¿Qué estamos haciendo para no repetir los mismo errores? ¿Qué enseñamos sobre la historia de los últimos 50 años a nuestros seminaristas? Somos los que predican que la verdad hace libres: ¿cómo acompañamos  esta  búsqueda de la verdad histórica?


III. Argentina, más de lo mismo

Confiar otra vez en Cavallo (estatización de la deuda pública, desguace del Estado, etc.),  es como creer que Patti  puede ser un buen ministro de educación o Rico puede moderar el diálogo político como ministro del Interior.

Una reactivación de la esperanza y de la economía que no tenga su eje en la movilización popular es sospechosa y es vana quimera.

Nos preocupa el silencio de la iglesia cordobesa, sobre todo de Caritas y de Pastoral social, frente a los conflictos sociales, los que salen a la luz y los que están latentes. Nos preocupa la ambigüedad de ese silencio. ¿Significa que todo está bien en la provincia? ¿Significa que hay que acomodarse a la voluntad de los poderosos? ¿Significa el neo-pilatismo de dedicarse a “temas religiosos”, tantas veces ensayado como coartada para sacarle el cuerpo a la realidad? ¿Significa que sólo nos miraremos a nosotros mismo?


IV. ¿Y por casa cómo andamos?

Estremece ver a los discípulos metidos en sus “internas” cuando Jesús camina a su martirio. Estremece ver a nuestros dirigentes en sus “internas”, mientras el pueblo se muere de hambre (55 chicos por día han dicho distintas consultoras).

Especialmente duele ver en este contexto a sacerdotes involucrados en  “internas” mezquinas. Nos preocupa que por debajo de  “diferencias teológicas y pastorales” aparezcan con disimulada agresividad las divisiones por una tajada de poder. Por una parte los “desplazados”, por otra “los que iban a ser llamados” según  la Reunión de Carlos Paz y, por otra, la suficiencia de los que “están en el Candelero”...


La primera Jornada Pastoral Diocesana:

Es valioso el intento de retomar el Vaticano II. Reconocemos el deseo de superar tanto clericalismo alentando la participación de laicos, religiosos y religiosas. Pero siempre es bueno recordar:

Los "sotanasaurios" subsisten y no se han curado de su fijación maníaca al pasado.

No se ve la asunción de la Eclesiología latinoamericana esbozada en Medellín y Puebla.

Falta abrirnos cada vez más a la realidad, que no siempre es un lecho de rosas. El “comunionismo” puede ser alienación.

Hay que afirmar más explícitamente la dimensión ecuménica de esta iglesia que se proclama católica. Cristo es el camino. Ratzinger no debería ser un “peaje”...


Nuestras expectativas:

Nos preocupa la Carta pastoral de Cuaresma de  nuestro Obispo, que plantea como una cuestión central la comunión y, como instrumentos de la misma, los “consejos de pastoral”. Nos parece que debemos preguntarnos, ¿Comunión, para qué, con quiénes? La Koinonía sin diakonía, no puede ser  comunión cristiana.

Creemos que la verdadera comunión supone verdadera participación. Y esto significa:

Participación de todos,

Participación en igualdad de posibilidades.

Participación en la ejecución, planificación y decisión (Doc. de Puebla nº 808).

Participación es admitir el disenso, de lo contrario es imposición de la “uniformidad”.

La autenticidad de la comunión se mide por la capacidad de asumir serenamente los conflictos, como factores que dinamizan y enriquecen la vida eclesial.

Con agradecimiento y respeto.

Grupo sacerdotal “Enrique Angelelli” (Pascua 2001)

 

 

 

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Última modificación: 30 de July de 2010