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Mi canario
Mi canario no canta. Está cambiando plumas
tiene un dolor secreto y lo vive en silencio
vuelan tenues colores como pelusa al viento
y las plumas más grandes escriben en el suelo.
Debe reunir las fuerzas de todas las neuronas
aguantando el desplume sin quebrarse por dentro
por eso ahorra el gasto de su música y canto
que por ser creativos consumen en exceso.
Yo lo sigo de cerca tratando de alentarlo
porque aunque cada día no se mira al espejo
seguro se da cuenta del veloz deterioro
que sufre su figura durante este proceso.
Y lo sigo de cerca porque también encuentro
que mi canto enmudece y me envuelve el silencio
cuando un cambio de rumbo me aleja del camino
y me deja al desnudo sin proyectos ni sueños.
Geografía, trabajo, entorno, desgarrones,
despidos, injusticias, o el pasaje del tiempo
hacen volar primero las plumas más livianas
y después, con las grandes, arrancan los afectos.
Se cambia la figura sin que nos demos cuenta
y en los que nos rodean son espejo los gestos
que en el andar cansino y la espalda curvada
escriben el secreto de nuestros desalientos.
Y el dolor no se aguanta y hay que reconcentrarse
dejando que de nuevo se acomode el cerebro
y el corazón aprenda a reprimir latidos
y comience el proceso de un nuevo nacimiento.
Ha vuelto mi canario a trinar sus canciones
tarareando primero y más seguro luego
y al cabo de dos días con su orquesta de cuerdas
en un lleno perfecto ha vuelto a dar conciertos.
Siempre es imprescindible madurar en la espera
para vivir los cambios como aventura y riesgo
hasta que lentamente se activen las neuronas
y aprendamos un canto más seguro y más pleno.
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