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NieblaA pasos acelerados nos acercamos a las elecciones nacionales. Todo lo que ha pasado hasta ahora en los procesos electorales parciales, ha sido interpretado en función de ese acontecimiento nacional, y de manera especial en favor o en contra del gobierno actual. Se tiene sin embargo la impresión de que tanto los reveses locales sufridos por el kirchnerismo como los éxitos celebrados, no tendrán demasiada influencia en las opciones del esperado 28 de octubre. La oposición asegura el ballotage y, como muestra indiscutible de que no hay voluntad de hacer prevalecer principios ni proyectos de gobierno sino solamente ganar el sillón presidencial, los diversos sectores mantienen su individualidad y rompen con los que parecían aliados hasta ayer. Después, sólo cuando estén absolutamente convencidos de que su sector ha resultado francamente perdedor, harán alianzas (o mejor “trenzas”, sin los nobles móviles de las alianzas) para resultar victoriosos en segunda vuelta. Porque a pesar de las encuestas que, aunque muchas veces compradas, siguen dando un panorama realista de las preferencias de la gente, todos los candidatos mantienen hasta último momento la ilusión de que van a resultar elegidos. Después, ya derrotados, sin importarles demasiado las consignas o principios partidistas, de acuerdo a lo que sugieren sus discursos, acabarán reuniéndose con el único objetivo de ganar el poder, sin tomar cuenta de los problemas posteriores de la “repartija”. Ya hubo otra Alianza con un solo y noble objetivo que consistía en terminar con el gobierno corrupto y vendepatria del menemismo. “No andó”, como dice la gente. “Anduvo un tiempo y después se disolvió”, un 21 de diciembre, con un cacerolazo. Las encuestas ya están marchando y apuntan en la misma dirección. Desde la oposición se esgrimen argumentos que resultan ridículos, como negarle a Cristina el título de abogada o acusarla de tomarse fotografías muy costosas con personajes importantes del mundo. Los argumentos serios, generalmente de índole económico-social no impactan demasiado en la gente a esta altura del partido. Ni la ortodoxia de López Murphi, ni la pulcritud administrativa de Lavagna, ni las denuncias de Carrió. Un motivo de verdadera preocupación porque indudablemente ha dejado huellas que dan lugar para la sospecha, es el caso de Córdoba, irresuelto oficialmente, pero con resultados anticipados de diversos modos. Y esto, a pesar de que ministro Fernández asegura que el método es tan perfecto (ni siquiera perfectible) “ o mais grande do mundo!”, que hace imposible el fraude. No pareciera en realidad que al Estado nacional le hiciera falta fraude para que la candidata oficial resultara victoriosa, pero el aparato está armado. El Correo Argentino dependiendo absolutamente del interventor nombrado por el gobierno que ya debería haber cesado en sus funciones, la empresa privada contratada por una suma astronómica (más de 38 millones de pesos) y que en oportunidad de las elecciones del 2003 fuera señalada como deficiente por una cantidad de irregularidades comprobadas, la negativa a modificar lo de las “bandejas colectoras” o sumatoria de votos, y otros detalles, no colaboran al restablecimiento de la confianza ciudadana. Y aunque después todo siga loo mismo, la disminución del apoyo popular causado por esas desconfianzas le harán mal a la democracia, a la gobernabilidad y a todos nosotros. José Guillermo Mariani (pbro) |
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