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Soñar no cuesta nada
Alguien podría pensar que lo que está sucediendo en América latina es un sueño. Porque una cantidad de coincidencias, han producido hechos hasta hace poco impensables, con un sentido liberador largamente esperado por millones de seres humanos sumergidos en la pobreza y el menosprecio por un sistema neoliberal globalizado y ladrón de recursos naturales. Aunque haber nacido y crecido en una pobreza que a Evo Morales lo hacía alimentarse de las cáscaras de naranja que arrojaban los viajeros, no es garantía de compromiso social con la justicia y la libertad, la historia de lucha de Lula, Evo y Chávez empuja la ilusión de que estamos viviendo un amanecer latinoamericano. El gran proyecto del Gaseoducto atravesando América del Sur y la delicadeza de las naciones con mayor población y recursos para evitar las asimetrías y las rivalidades con el objetivo de favorecer la integración, es un dato concreto que molesta a muchos de los que defienden la libertad de acción sólo cuando favorece sus intereses. La tentación va a estar a las puertas constantemente. Los tratados promisores de ventajas y privilegios van a renovar la seducción con renovados argumentos filosóficos y financieros para conspirar contra el proceso integrador. Y muchas veces, es previsible, van a tener éxito. Pero, a pesar de estas dificultades, los pronunciamientos claros que lograron el acceso al poder desde lo popular, no podrán ser dejados de lado aunque más no sea, por el interés de conservar el poder. La integración se va perfilando y los símbolos conquistan la imaginación y el sentimiento. La promesa ante la Pachamama en el Tiwanaku, la selección de 14 de los 16 ministros entre los nativos, y la presencia de 6 mujeres en el elenco, la persistencia en no abandonar las vestiduras indígenas a pesar de las críticas de muchos delicados “protocolistas” del mundo, la transparencia de sus expresiones entusiastas a la vez y medidas, han levantado a Evo Morales como un símbolo más de lucha y esperanza. Bachelet, Kirchner, Tabaré, Lula, Chávez y Evo, son nombres de hombres, cada uno con sus particularidades. Una ventaja es que todos les sientan mal a los economistas tradicionales, y a la oposición neoliberal, pero ciertamente cada uno tiene sus puntos objetables, que serán más visibles a medida que pase el tiempo. Pero van siendo muchos. Y esto, que responde en parte a un sueño que nos parecía muy lejano, nos permite seguir soñando con que finalmente la trayectoria de América latina tomará rumbos distintos a los que, desde la conquista, han querido imponerle los de afuera. Total, “soñar no cuesta nada”.
José Guillermo Mariani (pbro) |
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