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Pepita la pistolera
La canción es vieja y para muchos resultará desconocida. Antes era extraño, rechazado, ridículo y hasta cómico la figura de una mujer disparando tiros a diestra y siniestra al estilo de cowboy malo y con abundantes gestos machistas. Hoy es más frecuente la mujer policía, la guerrillera aguerrida y hasta la que dirige bandas armadas oficiales o clandestinas. Y en esa línea está colocada la sra. del mayor Rafael Mercado. Su fervor militarista la llevó a organizar la “contramarcha” que reunió a todos los resentidos porque dejaron de gozar de los beneficios económicos y del prestigio que ellos sostienen que se habían ganado como héroes de la patria y salvadores continentales del flagelo del comunismo internacional. Bush es desde luego, para ellos, el líder más apreciado en América y se esmeran en ser ingeniosos para ridiculizar a los mandatarios latinoamericanos con postulados de independencia política y económica, desde Chávez hasta Kirchner pero sobre todo cuando éstos tienen el atrevimiento de ponerse del lado de la justicia que descubra, aclare y castigue los crímenes de la dictadura militar. En una salvaje acometida contra el pueblo y el gobierno, las fuerzas descalificadas democráticamente, pero agazapadas y protegidas por una oposición cipaya y el poder económico multinacional, lograron llamar la atención por su convocatoria para acallar los reclamos por la aparición de Jorge López. Pero claro, no les bastó que la democracia respetara su derecho de opinión y divergencia. Recurrieron entonces a las amenazas contra la vida de personas comprometidas con la búsqueda del secuestrado, contra los organizadores de movilizaciones para que aparezca con vida, y los que señalan al mismo tiempo y con razón, la permanencia de gran parte del aparato represivo por la ocupación de puestos claves en la estructura de gobierno, por parte de personajes complicados con la dictadura militar que evidentemente hacen valer su poder para frustrar todo esfuerzo de búsqueda legítima, y su dinero para ocultar pruebas y perseguir a testigos. Con mucha firmeza se han descubierto indicios de que la cándida y juvenil Cecilia Pando es quien ha aceptado la responsabilidad de capitanear a esos bravos varones para planear acciones desestabilizantes y atemorizadoras. Se hace necesario robustecer el rechazo popular, alentar el brazo firme del gobierno, estar alertas para descubrir a los jueces que se venden, exigir protección para la valentía de quienes declaran como testigos en todas las causas que no pueden dejar de revisarse. A esta Pepita pistolera hay que pescarla con las manos en la masa y convencerla de que los genocidas nunca llegarán a ser héroes de la patria. José Guillermo Mariani (pbro) |
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