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“Echar a volar las plumas de la gallina”
Así se define la actitud irreparable de quienes difunden falsas informaciones, malas interpretaciones, chismes o rumores maliciosos. En esto ha incurrido la revista Noticias de la última semana de Abril. El apéndice de tapa afirma “el padre que cambió el sacerdocio por el amor libre” refiriéndose a mi renuncia como párroco de La Cripta, en Córdoba. ¿Entendieron mal? ¿Desfiguraron voluntariamente la información? Yo expliqué claramente al periodista que me entrevistó, que mi renuncia a la parroquia no implicaba dejar el ministerio sacerdotal. Y ¿lo de amor libre? Si no es “amarillismo” no tiene explicación. Pero, además, la reflexión del articulista al comienzo del artículo peca de torpe en una descripción brotada sólo de su imaginación. Confunde, por añadidura, al padre Carlos Mugica con Hugo Mugica, afirma que las regalías de “Sin tapujos” ascendieron a 110 mil pesos, cuando esta suma es el total de todos mis ahorros con las pequeñas ganancias de anteriores publicaciones y uno plazos fijos hechos con ahorros míos y de mi madre. Lo que fueron las llamadas “regalías”, no pasan de 40.000 pesos. Me importa ser claro en esto, porque siempre lo he cuidado meticulosamente y así lo aclaré al entrevistador. El resto del artículo corresponde realmente a mis respuestas y es una verdadera lástima que esas plumas lanzadas al viento hayan sido rápidamente utilizadas por otros medios para sembrar confusión. Aclaro entonces: He renunciado al cargo de Cura Párroco de La Cripta (parroquia Ntra. Sra. del Valle), Sigo siendo sacerdote y ejerciendo el ministerio aunque de modo libre, es decir a solicitud de quien me necesite. Aun más si pudiera darse alguna sanción eclesiástica que me privara del ejercicio ministerial me defendería con todos los argumentos jurídicos y mediáticos que estuvieran a mi alcance. De ninguna manera cambio sacerdocio por amor libre. Únicamente, con referencia a mi reclamo porque se establezca el celibato opcional es que toda opción tiene que darse en clima de absoluta libertad. Y en esto mi criterio contradice al de la Iglesia oficial pero no en una verdad de fe sino en una decisión disciplinaria tardía que comenzó a gestarse desde la prohibición de tener hijos a los sacerdotes casados, por motivos económicos, y luego fue subiendo de nivel con la búsqueda de argumentos teológicos y morales que le dieron estructura estable, ampliada a todos y elevación a obligatoriedad y condición “sine qua non” para llegar a la ordenación y al ejercicio del ministerio sacerdotal. Los que puedan, entonces, recojan “la plumas de la gallina” para la basura o el fuego. Gracias.
José Guillermo Mariani (pbro) |
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