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Plus argentino
La conmemoración del Día del trabajo congregó multitudes en las grandes capitales del mundo. Alemania, Rusia, Francia, Estados Unidos, Japón . . . países del mal llamado 1er mundo escucharon las voces de protesta y reclamos de salarios más equitativos, con añadidura de las circunstancias concretas de injusticia en cada lugar. Y esto no deja de llamar la atención. Supuestamente tendría que haber a nivel obrero expresiones de satisfacción por tener su lugar en los países ricos. Entre nosotros ya hace mucho tiempo que los primeros de Mayo dejaron de ser celebraciones. Ahora, hasta pasaron a segundo término como conmemoraciones. Las de este año fueron excepcionalmente medidas. ¿Sentido patriótico, como el que se atribuye a los chinos que no exigen aumentos de salarios para no interrumpir el acceso de su País a la cumbre internacional? ¿Desinterés provocado por la sordera de los gobernantes? ¿Temor a medidas represivas? ¿Conciencia de que el País ha sido empobrecido y vendido? ¿Entreguismo de los dirigentes? ¿Reconocimiento de las acciones de gobierno que no pueden encontrar las soluciones integrales para vencer el desempleo y los salarios injustos? Quizás todas estas razones estén mezcladas y, a la vez no sean suficientes para explicar el fenómeno. En un Documento de 1967 , 18 Obispos del mal llamado tercer mundo, en un pronunciamiento memorable se referían a las irritantes desigualdades entre las naciones pobres y las ricas, a lo que hacían referencia hablando de “los pueblos pobres y los pobres de los pueblos”. Los pueblos pobres permanecen anclados en la pobreza que incluso ha aumentado hasta niveles imprevisibles. Pero también en los países ricos ,los pobres han aumentado considerablemente. Las manifestaciones del 1ro de Mayo lo delatan. La globalización de la pobreza es el mayor resultado de la globalización económica. Pero, en esta conmemoración, los argentinos hemos puesto nuestra nota original. Una funcionaria importante del período menemista denunció públicamente los abusos cometidos con los “sobresueldos” en aquella administración. Sobresueldos a ministros, de $100.000 y a secretarios de $50.000. ¡Qué burla para un país que ellos mismos empobrecieron! Pero ahora resulta fácil entender la fastuosidad descarada de sus fiestas, sus comitivas y sus modos de vestir, sostenidos por una corrupción que no había tenido obstáculos para comprar a los integrantes del máximo tribunal, asegurándose desde todos los ángulos un feliz aprovechamiento de dinero. Nuestro “plus” para el día del trabajo, ha sido este aporte ignominioso. ¿Podremos alguna vez poner un “plus” que nos honre? Pbro.José Guillermo Mariani
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