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Proselitismo agresivo y conservadurismo cerrado
Las comunidades de base tan importantes en Brasil quedaron decepcionadas. Esperaban un mensaje alentador y esperanzado para su trabajo tan meritorio y constante en medio de los sectores más populares. Para el papa Benedicto las circunstancias sociales han cambiado absolutamente con respecto a las del tiempo en que nació la teología de la liberación. Ahora la consigna es lanzarse a la conquista. Con el mismo estilo de las sectas que constituyen en América Latina la principal preocupación del Vaticano así como en Europa la constituye el avance del Islam. El episcopado ha sido acusado de deficiencias en su responsabilidad de evangelizadores y le ha sido encomendada una tarea que, desde la propuesta más tradicional en cuanto a doctrina, principios éticos y morales, en la seguridad absoluta de que la visión católica es la única valedera, los lance a reconquistar la sociedad casa por casa, familia por familia.
El Pontífice ha afirmado cosas muy importantes como por ejemplo que el cristianismo no es una ideología política. Y esto es innegable. Pero se descubre el sentido que para él tiene esa afirmación, cuando reprocha a los obispos su ingerencia en cuestiones sociopolíticas, como si el cristianismo excluyera un compromiso real con el mejoramiento y la liberación. Ha alertado contra el autoritarismo de los gobernantes, en una bastante clara alusión a Chávez, pero no ha reprochado ni con el más leve gesto la conducta del presidente de los Estados Unidos, genocida mundial y peligro acechante para América latina. Y uno se inclina a pensar ¿qué significado tiene una crítica al autoritarismo desde una institución como la Iglesia que mantiene una monarquía absoluta?
Ha proclamado desde su llegada a Brasil la defensa de la vida humana desde antes del nacimiento hasta su declinación natural. Aborto y eutanasia constituyen sus dos preocupaciones morales fundamentales, cuando el mundo está luchando por hacer desaparecer las torturas, la opresión, las guerras, la desnutrición, las violaciones a los derechos humanos. Cuando la científicos y los políticos buscan ansiosamente métodos eficaces superadores de la represión y los castigos, para disminuir los abortos y suicidios, el Pontífice se despacha simplemente con una condena sin salida.
La defensa de la familia en que coincide con notables sociólogos y psicólogos, queda reducida al reconocimiento y recuperación de “valores subyacentes”, lo que constituye una clara alusión al tradicionalismo católico. La marcada preocupación por los pobres, (aunque exenta de todo contagio con la intervención en la gran política profética de la denuncia de los males y la promoción de la justicia), y el señalamiento del respeto a los aborígenes constituyen pronunciamientos conmovedores y positivos. El severo juicio para los narcotraficantes a quienes les anticipa la condena divina, no tiene trazas de resultar eficaz. Con los jóvenes a quienes en gran mayoría se les presenta un porvenir cerrado, insiste simplemente en los valores de la castidad, la virginidad, la abstinencia prematrimonial, haciendo un llamado a su responsabilidad para vivir estas virtudes. Y no ha faltado su insistencia en la recuperación litúrgica volviendo al inmovilismo ritualista que la caracterizó antes del Concilio Vaticano II. El CELAM ha concluido sus deliberaciones. ¿Tendrá la fuerza de las anteriores conferencias episcopales para asumir los problemas reales y buscarles soluciones ingeniosas y arriesgadas? Los condicionamientos del poder y el centralismo eclesiástico son muy fuertes. Hay gente esperanzada. Personalmente creo que estamos en pleno proceso involutivo de la Iglesia que es lo que realmente invita a muchos en Latinoamérica a mirar hacia otro lado. José Guillermo Mariani (pbro) |
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