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Jürgen Moltmann

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INSEGURIDAD ASEGURADA

Hace ya mucho tiempo que la “inseguridad” se ha convertido en problema insoluble para la gente. Y digo para la gente, porque de parte de los simples ciudadanos se han concretado numerosos esfuerzos, como alarmas estruendosas, comunicaciones intervecinales, contactos directos con la Policía, rejas y alambrados, perros guardianes... etc. Y las autoridades han multiplicado el personal, los adiestramientos, los vehículos, los aparatos de comunicación, las armas. Pero la inseguridad sigue creciendo.

Muchos afirman que esto nada tiene que ver con la crisis económica y el empobrecimiento gradual de la clase media, ni tampoco con las deficiencias en la atención de la salud y la imposibilidad de acceder a la educación en todos los niveles. La simplificación es absoluta. Roba por robar. Roban por perezosos para trabajar. Roban por malandras. Roban porque no hay pena de muerte. Roban porque los menores no son imputables y haría falta mucho más severidad. Roban porque, denunciados, entran por una puerta y salen por otra. Roban porque tienen mucho dinero para coimear a la Policía.

Todo esto es cierto. Pero es parte de lo que podríamos llamar “cultura del robo”. Que no nace espontáneamente. Nace de la “necesidad de robar”. Hay ladrones y criminales natos (sin apoyar lo de Lombroso), y otros que han elegido la delincuencia como forma de vida.  Pero, cuando la situación económica se degenera hasta el hambre, provoca una explosión de la delincuencia. No es que todos roben para comer, pero, dada la represión  para acabar con esos delitos, los ladrones ocasionales se van organizando para ser eficaces, le van tomando el gusto al robo, van contagiando a otros y así, insensiblemente se va armando la trama de la cultura del robo. Hace mucho que lo advertimos. El régimen económico injusto sostenido por los corruptos insignes que nos gobernaron, no podía terminar de otro modo.  Ya está establecida la cultura del robo. En todos los niveles. A la que se añade la cultura de la impunidad. Porque, basta con ser influyente o ligado con el poder político, para que los peores delitos pasen al olvido. Santiago del Estero  está resultando una muestra más. Pero muchísimos otros quedaron atrás.

Por eso, el panorama es desalentador. Durante mucho tiempo más, la inseguridad está asegurada. Porque tenemos un “seguro de inseguridad”: el desempleo. Su consecuencia  inevitable es una guerra no declarada,  una rebelión disimulada, un estallido social reprimido sólo en sus expresiones más violentas. Y esto no se remedia de la noche a la mañana. Hay que retomar un camino largo, que vuelva a la cultura del trabajo y la honestidad. Y todavía no hemos siquiera comenzado a andarlo. 

Pbro, José Guillermo Mariani


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Última modificación: 30 de July de 2010