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Sombras para el bicentenarioHa sido notable una especie de empeño por parte de algunos de ensombrecer la celebración del bicentenario propuesta y organizada por el gobierno nacional. Doscientos años de un movimiento popular que intentó superar el poder de la colonia y el imperio, con la conciencia de libertad y autodeterminación que se les habían negado. La obra no está concluida. Y por eso la celebración no puede ser solamente una evocación, le falta echar muchas raíces. Pero esto molesta visiblemente a quienes han elegido, aunque canten el himno, seguir oyendo el ruido de viejas cadenas que se han ido armando eslabón por eslabón sobre nuestro país, y los países latinoamericanos. Y por eso, la celebración del bicentenario les molesta. Temen que las cadenas tan firmemente enlazadas se rompan efectivamente, sin música, y la independencia real empiece a sobrevolar nuestros espacios sin águilas de dominio, ni billetes verdes seductores. Y el medio de lograrlo debe ser taimado y con todas las apariencias de inofensivo, llegando si es posible, a lograr que la publicidad de los medios lo presente como aspiración de justicia y de grandeza. Quisieran que entráramos en un tiempo de olvido e impunidad y por eso prometen un gobierno futuro con tranquilidad y paz. Quisieran que los fondos buitres que se alimentaron y engordaros con las AFJP, continúen haciéndolo. Que los medios monopolizados y manipuladores de la información persistan en el ejercicio de una libertad ilimitada, caprichosa, interesada y vendida. Que no hubiera preocupación por los que, víctimas de un capitalismo salvaje, no tienen oportunidad alguna de levantar cabeza y se suprimieran así, castigándolos por “vagos”, los subsidios y ayudas indispensables, (como si esto afectara sus propios bolsillos repletos). Quisieran que los alumnos argentinos no accedieran al manejo de la informática con el regalo de las computadoras personales. Que no se buscara una más justa distribución de los bienes materiales. En el sistema capitalista no se cuenta con otro medio para lograrlo, que la exigencia del pago de impuestos o retenciones por parte de los que producen y venden, no sólo lo que es fruto de sus emprendimientos sino de la riqueza del suelo de todos, y del sudor de los peones campesinos y obreros. Que el bloque, en vías de fortalecimiento, de la unión de naciones latinoamericanas, se trozara, rompiendo toda ilusión de independencia económica y política. Quisieran que las grandes empresas mineras, alegando nuestra inutilidad, continuaran explotando nuestro suelo, nuestra montaña y nuestros glaciares con afanes netamente financieros. Que el afán de cumplir compromisos financieros internacionales con las reservas se revierta en la violencia mil veces reclamada de negar una deuda como ilegítima, que nunca ha logrado una expresión concreta y eficaz Quisieran, en definitiva, que el bicentenario fuera celebrado con fiestas en los Colegios, (sin chicos incluidos gracias al subsidio por hijos en edad escolar) expresiones de euforia y espectáculos callejeros, discursos medidos y conciliadores de los más poderosos y no favorecieran la impaciencia del pueblo por conquistar esa nueva independencia de los dominadores de turno, cuyo centro sigue siendo Estados Unidos y su gobierno. Se nos está ofreciendo desde Honduras, el claro testimonio de un proyecto en el que se afirme, con careta democrática, en todo el sur, el dominio usurpador. Como una máquina productora de humo venenoso todos los que alimentan esos proyectos han ido sembrando de sombras este año del bicentenario. Ojalá la fuerza de quienes desean verdaderamente una nueva independencia no deje de evidenciarse en acciones verdaderamente populares. Aunque siempre habrá quien las ridiculice o las tache de populismos baratos. Para que el “sol de veinticinco” renazca como el alba y barra con las sombras agoreras. José Guillermo Mariani (pbro) |
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