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Treinta y dos años, 22 de Agosto (Por Quito Mariani)
Fue una “guerra sucia”. Tan sucia que no se respetaron ni convenios internacionales, ni siquiera las palabras de honor cambiadas por los contendientes. Recuerdo cuando el Gral. Sassiain, me hizo llevar a su oficina del Tercer Cuerpo, porque se le había reclamado que había amenazas contra mi vida, me mostró cuidadosamente los planes de “Eslabones” (se trataba de una especie de retiro espiritual adaptado a las características juveniles) que hacía para los soldados, al final de los cuales se bautizaban o hacían la comunión todos los que antes no habían celebrado estos sacramentos. Y así estaban listos para defender fervorosamente a la Patria y a la Iglesia. Porque, padre –me decía- ésta es la única manera de acabar con el comunismo internacional ateo que constituye una amenaza de muerte para la nación y para la Iglesia. Yo pensaba para mis adentros: “con estos salvadores no necesitamos enemigos” Y la guerra sucia produjo, hizo 32 años el Domingo pasado, la matanza más cruel y traidora en Trelew. Un fusilamiento de 16 personas justificado por la conocida “ley de fuga”. Eran indudablemente, jóvenes con ideales de una realidad mejor. ¿Equivocaron los métodos? Si se tienen en cuenta los resultados, la respuesta es absolutamente afirmativa. Pero ¿cuáles son los métodos eficaces? ¿La paciencia, la no violencia, la sujeción a las leyes, el mantenimiento del statu quo que permite a uno hombres pisotear a otros impunemente, mientras se guarda prudente silencio y sumisión? Estos métodos han resultado absolutamente ineficaces durante mucho tiempo, y es esta ineficacia la que ha llevado constantemente a la tentación de la violencia. Creo que podemos atrevernos a actualizar este recuerdo, sin la pretensión de justificar las acciones subversivas. Pero dejando bien claro que los que terminaron con la vida de muchachos idealistas, se han preocupado de que también murieran sus ideales. Y nos han lanzado a la corrupción más escandalosa, a la sujeción más humillante, a la enajenación de todas nuestra riquezas, a la exclusión social más descarada. La afirmación sarmientina de que la ideas no se matan ha sido violada ostentosamente por los que mataron los cuerpos y los que tras ellos, mataron los ideales.
Pbro. José G. Mariani |
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