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Uno a cero
Algunas expresiones periodísticas consideraron como tanto a favor del Pontífice Benedicto XVI los resultados del plebiscito italiano oponiéndose a la reforma con sentido aperturista, de una ley de fecundación asistida que debatía el Parlamento. La campaña dirigida indudablemente por el Vaticano, fue llevada a cabo por el Episcopado italiano con las grandes influencias de toda la derecha eclesial, incluyendo al influyente Opus Dei que a pesar de su origen español se ha hecho desmesuradamente fuerte en Italia, ocupando de acuerdo a su conocida táctica, los más importantes puestos en los Dicasterios romanos. La abundante publicidad y los carteles con consignas tremendistas influyeron seguramente en mucha gente sin posibilidades de penetrar profundamente en el sentido del debate, para producir este rechazo mayoritario.
Pero he aquí que, repentinamente, en entrevista con el presidente italiano, el Papa afirma que la Iglesia no se opone al laicismo de Estado. El presidente le agradece la aclaración añadiendo que es muy provechoso para entenderse bien, que cada uno exprese y respete sus propios campos de competencia.
Cabe preguntarse ¿se trata realmente de un cambio importante en la visión tradicional de la Iglesia? Pio IX en el Syllabus y la Quanta cura, y Pío X en su decreto Lamentabili y su Encíclica Pascendi a fines del siglo XIX y comienzos del XX, condenaron duramente al modernismo y todos sus postulados. Pio X es santo en la Iglesia católica. Juan Pablo II introdujo la causa de canonización de Pío IX. ¿Significa que Benedicto XVI se aparta ahora de esa línea tan afirmada por Juan Pablo II? De ninguna manera. Hay que leer entre líneas. La reserva que se pone a la afirmación de que la Iglesia no se opone al laicismo de Estado es “siempre que no contraríe los principios èticos”. Y esto sería razonable si se tratara de principios éticos universales, pero la afirmación está ligada necesariamente a los principios éticos sostenidos por la Iglesia, muchos de ellos con el único y ambiguo sostén de que se trata de principios de “ley natural” La admisión de laicismo de Estado, es decir la potestad de buscar el bien común para todos los ciudadanos, sin admitir los frenos que puede poner la Iglesia católica, como la más influyente entre todas las creencias, queda sin admitir y sujeta a las condenas de los pontificados anteriores, incluso en contra de las perspectivas abiertas por el Concilio Vaticano II y los pontificados de Juan XXIII y Pablo VI.
La prensa recoge inmediatamente todo indicio de cambio en la actitud eclesiástica frente a las expectativas de la sociedad y el mundo, (como en el caso de las declaraciones del vocero del Episcopado español), expresando con esto la expectativa de tantos hombres y mujeres de buena voluntad y tantos fieles católicos no embanderados en el Opus Dei, ni el Lefevrismo o los Legionarios, de que el Espíritu provoque en la Iglesia los cambios indispensables para responder a los requerimientos de la modernidad y posmodernidad en todo lo que tienen de avance y riqueza para los individuos y la sociedad. No ha llegado el tiempo. Esta vieja Iglesia tarda en madurar para adaptarse a lo nuevo e irreversible.. Prefiere la madurez antisocial de mantener firmemente su cerrazón frente a la sociedad y sus conquistas, a pesar de que muchas entre ellas, tienen raíz evangélica. Habrá que seguir esperando! José Guillermo Mariani(pbro) |
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