Domingo 3 de Octubre – 27 durante el año litúrgico “ciclo “C”) Por Guillermo “Quito” Mariani

Tema (Lc.17,5-10)

Los apóstoles piden a Jesús que les aumente la fe. El les replica que con una fe grande como un grano de mostaza pueden lograr que una morera se trasplante al mar. Supongan que un sirviente trabaja de labrador o pastor. Cuando vuelve del campo ¿alguno de ustedes le diría “pasa corriendo a la mesa”? Seguramente que no. Le dirían ponte el delantal y sírveme mientras como. Después podrás comer tú. ¿Ustedes tienen que agradecerle lo que hizo? Aprendan entonces. Cuando ustedes hayan hecho todo lo que deben no tienen por qué esperar agradecimiento sino decir somos unos pobres servidores hemos hecho lo que debíamos.

Síntesis de la homilía

La higuera y la morera, como las vides, árboles de los que se esperaban sabrosos frutos son con frecuencia símbolo del pueblo de Israel. Cuando Jesús habla de que con un poquito de fe se podría trasladar una morera con raíces profundas, al fondo del mar, no está refiriéndose a un milagro que altere las leyes naturales, está significando la fe que es necesaria para vencer la resistencia de las autoridades judías a recibir la palabra y la realidad del reino Por eso se refiere a la firmeza de esas raíces que parecen hacerla inamovible. La comparación actualizada puede ser entendida en nuestro tiempo como la fuerza, al parecer invencible, de los sistemas opresores del hombre, como había llegado a ser el sistema judío.

Para luchar contra esa fuerza tremenda hace falta fe. Pero no mucha fe. Solamente la mínima del tamaño de un pequeño grano de mostaza. Pero ese mínimo, de fe auténtica. ¿por qué auténtica? Porque estamos acostumbrados a escuchar: ¡Ah! Yo tengo mucha fe, ó, pero ¿ud. no tiene fe? Y si podemos investigar a qué se refiere eso de tener mucha fe lo descubrimos referido a creer con firmeza absoluta, una cantidad de cosas que han sido propuestas como soluciones divinas de los problemas habituales de los hombres y son hábilmente manejadas por las diversas religiones, incluyendo la nuestra. No hace falta más que un punto de fe. Admitir y optar por Jesús de Nazaret como la revelación de Dios, no en el conocimiento y la teoría, sino en la conducta con nuestros semejantes que encamina a la construcción del reinado de Dios. Todos los dogmas son disquisiciones intelectuales difícilmente apreciados en profundidad, por más que se afirme creer en ellos. El aspecto de la creencia intelectual ha monopolizado la atención de la iglesia y ha producido un alejamiento de la verdadera fe que implica el compromiso de vivir y anhelar activamente la justicia del reino.

Todo lo demás que se llama fe , imágenes, devociones a los santos, promesas, peregrinaciones a lugares de supuestas apariciones, gula de milagros…etc. constituye más bien obstáculo para la fe auténtica, dando las apariencia de mucha fe, que abarca todo lo que se propone, pero resulta vacía de sentido como no sea el propósito de utilización de Dios para provecho propio.

Siguiendo la comparación de Jesús no pareciera que nuestra fe fuera siquiera como grano de mostaza ya que los sistemas opresores siguen vigentes e incluso crecen amparados por la iglesia. Y esto es no hacer lo que deberíamos tener como nuestra meta fundamental.

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