Pequeños “deslices” del Campo. Por Guillermo “Quito” Mariani

Obreros rurales. Ya no se trata de campesinos pequeños propietarios o arrendadores de campos. Ni tampoco de obreros establecidos permanentemente en el terreno en que prestan servicios. Se trata de obreros rurales “golondrinas”, porque viajan de un lado a otro para poder mantenerse y mantener a sus familias, a las que viven “abandonando permanentemente” para aprovechar los tiempos diversos de las distintas cosechas. Recolección que no podría realizarse ni rendir, si ellos no se prestaran para la realización del trabajo duro y continuado.

La denominación de “golondrinas” es un eufemismo La golondrina es un símbolo de libertad viajera y emigratoria. Obedece a sus impulsos libertarios y no tiene problemas con  las distancias para continuar viviendo libre. Todo al revés de los trabajadores “golondrina”. No obedecen a un impulso natural al abandonar sus parajes. Son obligados a aceptar condiciones humillantes para realizar los trabajos más duros. Saben que los horarios no tendrán vigencia ni habrá sobresueldos para compensar horas extras. Pero no les queda otra opción, y terminan agradeciendo a los “patroncitos”, que se acuerden de ellos, al menos en los tiempos de cosecha.  Todo esto se justifica porque “el Campo es el que produce el gran ingreso nacional” “ el que alimenta constantemente el progreso tecnológico”  “el que transforma la fecundidad de la tierra en riqueza exportable para el resto del mundo” “ el que proporciona empleo y trabajo, a la par de las industrias y empresas más importantes” “el que soporta todas las incertidumbres meteorológicas”

Pero… se produce un pequeño desliz. Las grandes empresas agrícolo-exportadoras ESCLAVIZAN. Así con todas las letras. Las condiciones infrahumanas en alojamiento, alimentación, exceso de horas de trabajo, trabajo infantil, magros salarios y altos precios en los productos provenientes de las mismas empresas, configuran una verdadera esclavitud. El miedo de perder el trabajo es más poderoso que la necesidad de defender la  dignidad, y los trabajadores  rurales nunca llegan a denunciar el maltrato de que son objeto.

Afortunadamente UATRE (asociación argentina de trabajadores rurales y estibadores) apareció entre las sombras, e hizo múltiples denuncias que alertaron a la justicia y a los fiscales, llevándolos a constatar esa realidad oculta y denigrante. San Pedro, Arrecifes, Ramallo, El Paraíso, Pérez Millán…  nombres de municipios prácticamente desconocidos, han pasado a ser noticia periodística gracias a que las grandes empresas establecidas en sus tierras, Nidera, Southern seed production, Status ager y otras que están logrando esquivar la publicidad, han estado esclavizando en pleno siglo XXI ,al menos, a 1000 trabajadores rurales argentinos.

Y digo, al menos, porque es imposible aún, determinar cuántas empresas se irán añadiendo a esta nómina de infamia, que denomina a sus estancias con nombres muy nuestros, como Santa Catalina, San Pedro, la Luisa… etc.

Unos 500 trabajadores han sido liberados por orden judicial. Se les pagaron sus salarios y dispusieron de colectivos para volver a su tierra. La mayoría de ellos del norte de Santiago del Estero. ¿Cuántos quedan sin liberar? ¿cuántos nunca se atreverán a aparecer en público por “gratitud” a sus patrones explotadores, y se esconderán cuando sean notificados del arribo de una inspección? Entretanto, el proyecto de ley presentado por el Ejecutivo en Junio de 2010 reformando el estatuto del peón rural, permanece cajoneado en el honorable Congreso nacional. La Sociedad Rural desde siempre, y la Mesa de Enlace más actual,  se han opuesto sistemáticamente a esta ley que dejó de tener vigencia durante la dictadura militar. Sin ilusionarnos demasiado, porque hecha la ley echa la trampa ( sobre todo si se dispone de dinero), creemos que al menos la ley debiera ser aprobada y reglamentada de inmediato, para evitar esta vergüenza. José Guillermo Mariani (pbro)

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