Domingo 10 de Abril de 2011 – 5to-de Cuaresma del ciclo “A” Por Guillermo “Quito” Mariani

Tema (Ju.11,1-45)

Marta y María envían un mensaje a Jesús avisándole que su amigo está enfermo. Al recibirlo Jesús dice que esa enfermedad no es para muerte sino para dar ocasión a que se manifieste la bondad de Dios. Permanece durante dos días en el mismo lugar y después dice a los discípulos que Lázaro ha muerto y van a verlo. Jesús llega cuando estaba sepultado hacía 4 días. Marta le sale al encuentro y le dice “Señor si hubieras estado aquí mi hermano no habría muerto” Jesús le dice: Tu hermano resucitará. Yo soy resurrección y vida y quien me presta adhesión, aunque muera seguirá viviendo y el que vive y se adhiere a mí, no morirá nunca. ¿Crees esto? Marta respondió: Sí Señor yo creo que eres el mesías el hijo de Dios que tenía que venir al mundo. A Jesús se le saltaron las lágrimas y los judíos dijeron ¡cuánto lo quería! Quitaron la loza obedeciendo la orden de Jesús y él dio gracias al padre que siempre lo oía pero quería ser escuchado por la gente para que creyera que era su enviado. Y con un grito muy fuerte, clamó ¡Lázaro ven fuera! Y salió el muerto con piernas y manos atadas y Jesús mandó que lo desataran y lo dejaran marchar.

Síntesis de la homilía

Es muy curioso que este relato aparezca sólo en Juan, teniendo tanta importancia y produciendo tanto asombro que desde allí comienza el razonamiento de las autoridades de la gente del Templo para darle muerte. Porque si no hacen rápidamente, con hechos cómo éste todos se harán discípulos suyos.

No hay que perder tiempo discutiendo la historicidad o no del hecho relatado por el autor el 4to. Evangelio. Si es, como muchos sostienen, una parábola en acción, es decir un relato imaginado para trasmitir un mensaje, o realmente un hecho admirable para anticipar el de la resurrección de Jesús, no importa demasiado.

De paso y junto al sentido de preparar a los lectores para la resurrección de Jesús, aparecen una cantidad de detalles importantes para tener en cuenta. El primero, que Jesús vive la amistad con gran intensidad. Y esto es una revaloración de ese hecho natural con que se remedia la soledad y que tantas veces se descuida por intervención de elementos materiales o ideológicos. El segundo, que la separación física ocasionada por la muerte, lo afecta profundamente y sin embargo no renuncia a la esperanza de remediarla. El tercero, que la orden dada frente al muerto de pie y dificultado por las ataduras, Jesús ordena que lo desaten y lo dejen marchar. Un signo de que la vida es libertad.

El centro del mensaje, sin embargo, se sitúa en las palabras referidas a la resurrección. Si descontamos el hecho impactante como ninguno, de que un muerto resucite así como Lázaro, nos queda una interpretación más profunda y real que la revivificación física. Jesús es resurrección y vida porque la huellas que él va dejando en su testimonio y su historia en medio de nosotros hay una claridad meridiana para mostrar su vinculación con la vida, la felicidad, la fortaleza y la valentía. La resurrección del último día a la que alude Marta no tiene demasiada importancia para Jesús. Es la resurrección de cada día vivida y contagiada la que le importa y por eso fija el sentido de su acción en que quien vive como él esa vida no morirá jamás. Una interpretación literal nos llevaría a considerarnos inmortales. Cosa que contradice absolutamente la experiencia del ser humano. La interpretación de una vida posterior, es descartada por Jesús ante la afirmación de Marta que la posterga para el último día. La única interpretación que cabe es la de esta resurrección cotidianamente en curso y realización compartida. En lo que es posible y deseable que recuperemos como ideal cristiano de vida y evangelización.

 

 

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