Se viene de nuevo!. Por Guillermo “Quito” Mariani

Ya están desenvainando y empuñando los escudos. Se aproxima la batalla,

No voy demasiado al centro de la ciudad, pero ya he descubierto dos señales. Una, sobre una pared blanca en Avda.Vélez Sarsfield, otra, perdida entre los rostros sonrientes de políticos en oferta. La primera leyenda decía “No al aborto ¡Viva Cristo Rey!”, la segunda “¡No al aborto, sí a la vida!”. Un anticipo de las consignas que es escribirán en pancartas, se gritarán en  manifestaciones callejeras y se leerán en importantes documentos sagrados.

Un somero análisis de esos textos lleva a descubrir varias realidades. Lo que les es común  “No al aborto” es una treta engañosa y astuta: desfigurar al adversario. Porque hace suponer que los contrarios sostienen “Sí al aborto”. Y esto es absolutamente inexacto. Los atacados sostenemos un SI a la despenalización, a la desclandestinización, a la legalización, a la disminución de los abortos, a la supresión de muertes innecesarias, a la búsqueda de información y conocimientos que hagan posible una decisión libre y madura.

Y en cuanto al “Viva Cristo rey!”. ¿Qué tendrá que ver el reinado de Cristo con este asunto? Un debate que tiene la oposición  empecinada de la jerarquía eclesiástica actual contrariando los principios del vaticano II de adaptación a las realidades y problemas del mundo (GS.67 y 286)? Hay una explicación. La misma que tuvieron los escuditos que nosotros llevábamos, ingenuamente jóvenes, prendidos en el pecho, anticipando y alardeando sobre la victoria de la “revolución libertadora” del 55. Movimiento en que la iglesia estuvo intensamente complicada lo mismo que con la dictadura del 76. Presentarse y confundirse con Cristo rey o con Dios confiere ciertamente, para muchos, autoridad y poder.

Y en lo que se refiere a esa afirmación tan drástica “Sí a la vida”, que desearíamos de todo corazón, que fuera sincera ¿cómo entender que se defienda sólo la vida no nacida cuando se ha sido cómplice de las muertes inocentes de tantos eliminados en pleno rendimiento vivencial y social por la dictadura militar? Y ¿de dónde proviene la seguridad científica de que la vida humana comienza con la fecundación, cosa que ni siquiera los documentos eclesiásticos ( “De aborto procurato” (13) “Donum vitae”(60) “ se atreven a definir? Y ¿cómo se dice sí a la vida diciendo no a la educación sexual generalizada y temprana, no al uso de los métodos anticonceptivos, no a la facilidad de acceso a ellos por parte de los pobres, no a la distribución más equitativa de los ingresos por las retenciones e impuestos a los más acaudalados y generalmente acaparadores?

Se trata simplemente de una “cinchada” en la que en base a miedos, condenas y agresiones, la jerarquía eclesiástica lanza a la batalla a un ejército de sumisos que tienen que pagarle de alguna manera el favor brindado a sus intereses económicos y políticos.

Estamos ante la necesidad, por lo menos, de un debate serio que clarifique las posiciones con argumentos válidos, y culmine con una ley que defienda la vida y su dignidad, que remedie el alarmante número de muertes por aborto, que restablezca la valoración de la relación sexual para fortalecer a la familia, que desdemonice al sexo. Es de esperar que, ante la gravedad del problema, no prevalezcan intereses políticos o religiosos teñidos de parcialidad o fanatismo.