Homilías Dominicales – Domingo 20 de Julio de 2014  – 16 del año litúrgico (ciclo “A”) Por Guillermo “Quito” Mariani

Tema (Mt. 13, 24-43)

Jesús propuso a la gente esta parábola: El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo, pero mientras todos dormían un enemigo sembró cizaña en medio del trigo y se fue. Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, apareció también la cizaña. Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en èl? El les dijo: Esto es la acción de algún enemigo.

Los peones propusieron :¿quieres que vayamos a arrancar la cizaña? NO, les dijo porque al arrancar la cizaña van a arrancar también con el trigo. Déjenlos crecer juntos hasta la cosecha y entonces diré a los cosechadores. Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla y luego recojan el trigo para mi granero”

Así, Jesús hablaba a la muchedumbre sólo por medios de parábolas, cumpliendo la palabra del profeta (salmo 78,2) “Hablaré en parábolas y anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo”. Cuando dejando a la gente Jesús regresó a la casa, los discípulos le pidieron que les explicara la parábola de la cizaña en el campo. El les respondió: El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre. El campo es el mundo. La semilla son los que pertenecen al reino y la cizaña son los que pertenecen al maligno, y el que siembra la cizaña es el demonio. La cosecha es el fin del mundo y los cosechadores los enviados de Dios. Así como se arranca la cizaña para quemarla en el fuego, de la misma manera sucederá entonces. El hijo del hombre enviará a sus mensajeros que quitarán todos los escándalos y los que hicieron el mal, para arrojarlos a la hoguera en donde habrá llanto y rechinar de dientes. Entonces los buenos resplandecerán como el sol en el reino del Padre. “El que pueda entender, que entienda!

 

Síntesis de la homilía

La enseñanza por refranes y parábolas es pedagógicamente apropiada para que todos entiendan el mensaje que se quiere trasmitir, incluidos los niños y los sencillos. Las parábolas de Jesús son trocitos de realidad sacados de las vivencias habituales de un pueblo con cultura de raíz agrícola. Quizás en la actualidad si se hubiera dado el caso que presenta Jesús en la parábola de la cizaña alguien hubiera aconsejado recurrir a los agroquímicos de Monsanto que aparentando acabar con la maleza acaban también con la fecundidad de la tierra y la salud de sus pobladores. Lo cierto es que la siembra del enemigo se da, cuando los sembradores duermen. Por eso es de alabar la actitud de quienes como los vecinos de Malvinas con un eco social de mucho compromiso juvenil se oponen a esa solución que por antiecológica es antihumana. Durmiendo en la indiferencia o en la ambición de dinero nos hacemos cómplices del enemigo el Monsanto que acaba con la fecundidad de los campos.

La consecuencia inmediata y permanente de la parábola de Jesús, además que no hay que dormirse en los laureles cuando uno cree que está sembrando buenas semillas sin tener conciencia que hay enemigos que siembran cizaña, es que necesariamente, dadas las condiciones del privilegio de la libertad, herencia de todos los seres humanos, esos enemigos existen y actúan. Pero también que no se puede acabar con ellos desconociendo sus derechos, o eliminándolos , a pesar de lo dañoso de sus errores, porque esto justificaría para muchos una peligrosa actitud, por parte de quienes se consideran purificadores de la sociedad y cometen así como la tremenda y criminal cruzada de la Inquisición en la historia del catolicismo y la de represión y torturas de todas las dictaduras.

La tolerancia, que no significa ni cobardía, ni indiferencia, ni desperdicio de los recursos disponibles para combatir el mal, es la única actitud razonable para no “caer de la sartén al fuego” ni “acabar con justos y pecadores” en una exaltación de los propios criterios como infalibles. Hay un juicio de la historia y también del Ser supremo para quienes creemos en su existencia, que es el único infalible. Y Jesús pospone hasta el final de los tiempos, que no es un final en el tiempo sino en la consecución del objetivo y el sentido de la humanidad y la creación.

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