Homilías Dominicales. Domingo 7 diciembre 2014 – 2do de adviento ciclo”B”. Por Guillermo “Quito” Mariani

Tema (Mc. 1,1-8)

Comienzo de la buena noticia de Jesucristo hijo de Dios, Lo escribió el profeta Isaías “Voy a enviar mi mensajero delante de ti para prepararte el camino- Una voz anuncia en el desierto preparen el camino del Señor, allanen sus senderos”

Así se presentó Juan el bautista en el desierto anunciando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. La gente de Judea y los habitantes de Jerusalén salían a su encuentro y se hacían bautizar en las aguas del Jordán, confesando sus pecados.

Juan vestía una túnica de pelos de camello y un cinturón de cuero alimentándose con langostas y miel silvestre. Predicaba diciendo: Después de mí vendrá el que es más poderoso que yo y de quien no soy digno de desatar la correa de sus sandalias poniéndome a sus pies. Yo los bautizo con agua pero él los bautizará con el espíritu de Dios.

 

Síntesis de la homilía

La cita bíblica de Jesús para explicar la presencia y acción de Juan el bautista, mezcla a Isaías y Malaquías en sus anuncios del precursor. El acontecimiento decisivo del enviado de Dios para remediar la postergación opresiva de Israel, cundió rápidamente en el pueblo absolutamente consciente de la opresión que vivía bajo el dominio romano.

Y el grito de esperanza se difundió por Judea y conmovió a los habitantes de Jerusalén

que salieron a enterarse de la gran noticia de liberación. Juan que, o pertenecía a la comunidad esenia (una especie de estructura monacal de gente que quería permanecer completamente fiel a la Ley) y practicaba, como señal recordatoria de su compromiso, constantes abluciones purificantes, o fue movido por su austera conducta en el desierto.

Lejos de las ciudades y las estructuras civiles y religiosas, cómplices en el mantenimiento de la opresión del pueblo, el desierto presentaba una situación de independencia y libertad para proclamar el anunciado reino de Dios. El despojo o menosprecio de toda riqueza, indicado por el estilo de vestimenta de Juan, favorecía dentro de este contexto, las esperanzas de los pobres, hastiados de las pomposas solemnidades del templo y la ostentación de los dominadores romanos. Juan, bañando a la gente, los persuadía de que pronto llegaría también el baño redentor, cuando el espíritu de Yahvé penetrara en el corazón de los hombres que oyeran las palabras de un mensajero que continuaría con su obra. Ni él se podía imaginar cómo se cumplirían esas profecías que alimentaban la esperanza de Israel. Y de hecho se equivocó al establecer las característica del reino que estaba anunciado y el predicaba como inminente.

Hoy vivimos una especie de obsesión que fija las claves de la liberación social en una dedicación absoluta a solucionar, del modo que sea, la dificultades económicas en que ha sumido a la sociedad el sistema capitalista. Y no es que el .hombre no necesite como fundamente de su felicidad, crecimiento y madurez de todo lo que sólo se alcanza con posesiones materiales. La equivocación se centra en que la ambición de dinero y posesiones se une a la de poder insaciable y en lugar de producir bienes generadores de felicidad para todos, sólo se traduce en ventajas para pocos y exclusión para muchos.

Ya es universal el clamor de que se producen fuera de control una cantidad de acontecimientos que son síntoma inequívoco de una prevalencia del egoísmo, destructivo de los valores relacionales y progresivamente de todos los valores humanos.

Lo que fue considerado como natural y normal en otros tiempos: la comprensión, la amabilidad, el respeto, la fortaleza en las dificultades, el cultivo fiel y prolongado de la amistad, la defensa de la salud y la vida propia y ajenas, la equidad y justicia en las relaciones laborales…todo aquello ahora comienza a ser excepcional. Y no puede dejar de preocuparnos, al margen de considerar culpables y responsabilizar a otros de los males que comentamos con abundancia y soltura en la cotidianeidad de nuestras vidas.