Homilías Dominicales. Domingo 17 de Mayo de 2015 – Festividad de la Ascensión del Señor (ciclo “B”) Por Guillermo “Quito” Mariani

Tema (Marcos 16,15-20)

Dijo Jesús a los once discípulos: Vayan por todo el mundo y proclamen la buena noticia a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará y el que no, se condenará. Estos son los signos que acompañarán a los que crean, en mi nombre expulsarán demonios, hablarán lenguas nuevas, agarrarán serpientes con sus manos y aunque beban venenos no les causará daño, impondrán sus manos a los enfermos y quedarán curados.

Después de decirles esto fue llevado al Cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron a predicar por todas partes y el Señor los asistía y confirmaba sus palabras con los signos que las acompañaban.

 

Síntesis de la homilía

La importancia de la misión de Jesús confiada por el Padre, no concluía con su testimonio de vida y el mensaje proclamado a los hombres de su tiempo. El reinado de Dios, centro de su predicación y acción, es un reinado universal y por tanto debía contar con propagadores en todo el mundo y todos los tiempos, ya que eran los hombres que escucharan y aceptaran su mensaje los que debían comprometerse como agentes activos de la construcción de ese reinado. La designación de esta festividad como ASCENSION está basada en la descripción de Lucas en el libro de los hechos, claramente armada para comprometer a los discípulos con el esfuerzo de continuar la proclamación del reino y el esfuerzo por ser constructores activos,dedicándole su vida. El relato de Marcos es más simple, sólo enuncia los elementos fundamentales, “ Jesús fue llevado al Cielo y allí está al lado de Dios”. En esto consiste la importancia de este breve pasaje de Marcos. El número doce lleno de simbolismo como reemplazante de las doce tribus de Israel, se ha disminuido con la ausencia de Judas. Es necesario insistir en la tarea evangelizadora, la proclamación de la buena noticia, teniendo en cuenta sobre todo, los hechos de la pasión y muerte de Jesús que seguramente habían dejado a los discípulos muy atemorizados.

Expulsar demonios, es decir ahuyentar los pensamientos y proyectos dañosos para las personas y la sociedad;   hablar un nuevo lenguaje que por encima de las opresiones mantenidas en base a imposiciones para hacer descubrir la realidad de la nueva propuesta; afrontar los peligros del veneno de los animales y los hombres en una conjuración armada para desconocer la voluntad del creador; todos esos son los signos que, para la mentalidad de ese tiempo podían enunciarse como hechos mágicos relacionados con el misterio de lo desconocido, explicado míticamente por todo un conjunto de religiones preexistentes al cristianismo.

Desde luego que el desafío de agarrar serpientes y tomar veneno son elementos que contrarían todo realismo, como para aceptarlos como enunciados, entendidos y aceptados literalmente por los interlocutores. Lo mismo que la descripción simple pero eminentemente simbólica de “ser llevado al cielo y sentarse a la derecha de Dios”.

Aunque pareciera que estas sencillas y elementales aclaraciones rompen tradiciones consideradas importantes e intocables, es bueno que no renunciemos a enfocar los relatos bíblicos con mentalidad crítica basada en elemental sentido común. Así es posible descubrir la riqueza del mensaje liberador que puede proclamarse y regir modos de conducta y compromiso, también en nuestro tiempo.