Homilías Dominicales. Domingo 14 de febrero de 2016 – 1ro de cuaresma ciclo “C”) Por Guillermo “Quito” Mariani

Tema (Lc,4,13)

Volviendo del Jordán el Espíritu llevó a Jesús al desierto Allí permaneció durante cuarenta días y satanás lo puso a prueba. No comió durante esos días así que al final tuvo hambre El diablo entonces le dijo: Si de veras eres hijo de Dios, día esta  piedra que se convierta en pan. Jesús le contesto: La Escritura dice: “no sólo de pan vivirá e hombre” Luego el Maligno lo levantó y mostrándoles en un momento todos los países del mundo le dijo : Yo te daré todo el poder y las riquezas de esos países porque lo he recibido y se los doy a quien quiera, si te arrodillas y me adoras. Jesús le contestó:  La Escritura die: Adora al Señor tu Dios y sírvele sólo a él. Después el diablo lo llevó a la ciudad de Jerusalén y lo subió a lo más alto del Templo y le dijo “Si de veras eres hijo de Dios, tírate abajo desde aquí, porque la Escritura dice “”Dios mandará que sus ángeles te cuiden y te protejan, te levantarán con sus manos para que tu pie no tropiece con piedra alguna”. Jesús le contestó: También dice la Escritura: No pongas a prueba al Señor tu Dios. Cuando e diablo vio que no tenía resultados se alejó de él por algún tiempo.

Síntesis de la homilía

Jesús marcha al desierto llevado por el espíritu que  ha infundido en su interior la seguridad de ser elegido por Dios para una misión muy especial. Debe profundizar esa convicción que puede se sólo fruto de un juicio equivocado sobre los signos de la realidad. El desierto fue durante cuarenta  años la escuela de maduración del pueblo de Israel marchando hacia la tierra de la promesa. Como el relato de la peregrinación de Israel se somete a las austeridades del desierto entre ellas el ayuno y la sed con todas las consecuencias de perder el funcionamiento normal de su organismo y tener que afrontar los argumentos que contraría lo que él piensa que es su vocación. El protagonismo que da Lucas al diablo personificado es, claramente un recurso imaginativo. Si su vocación es de Dios, no será legitimo requerir una señal maravillosa. Allí hay una piedra ¿no podría ella se el alimento que necesita? Luego reflexiona que aunque eso fuera posible, no tendría seguridad de que provenía de Dios ya que hay una afirmación de la Escritura que  habla de un alimento más profundo y espiritual. Pero la imaginación vuela hacia todo lo que es a realidad del poder y el dinero en el mundo que él conoce. ¿No estará allí el secreto del cambio para el que Dios lo llama? No tarda en darse cuenta de que hay de por medio una opción: o la vocación de las riquezas y el poder o la vocación del reino. Y finalmente se imagina en el templo en esa gigantesca construcción que constituye el orgullo de Israel y es el centro de su relación con Yahvé. Considerarse más arriba que todo el trabajo de la construcción durante más de 40 años y de todo lo que el pueblo realiza como homenaje a su Dios en su interior, sería un acto de soberbia que él cambia por el método de caminar entre dificultades y polémicas que concluyen no con el triunfo de no haber tropezado,  sino con la condena de la crucifixión. La historia de Jesús está reflejada en las pruebas a que se sujetó en el desierto, identificadas con las de Israel y también cn las nuestras que, en medio de las vicisitudes de la vida diaria, muchas veces aprovechamos nuestras cualidades y capacidades sólo para resultados individuales o cedemos a las oportunidades que nos ofrecen el poder o el dinero para abandonar los principios de vida que supuestamente tenemos elegidos, o frente a las instituciones o costumbres establecidas por cultura o consenso en el clima social las enfrentamos con afán destructivo en lugar de acomodarnos al paso lento y sin interrupciones de las decisiones pequeñas que aún en el caso de renuncias importantes, se convierten en aceptables como medios de no renunciar a logros superiores

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