Homilías Dominicales – Domingo 11 de Marzo de 2018 – 4to de Cuaresma. Por Guillermo “Quito” Mariani

Tema

Dijo Jesús a Nicodemo: De la misma manera que Moisés elevó la serpiente en el desierto, también es necesario que el hijo del hombre sea elevado, para que todos los que creen en él tengan vida eterna. Dios amó tanto al mundo que le dio a su hijo único para que todo el que crea en él no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su hijo para condenar al mundo sino para que el mundo se salve por él, El que cree en el no será condenado, el que no cree ya está condenado porque no ha creído en el hijo único de Dios. En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz porque sus obras eran malas. Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella por temor a que sus obras sean descubiertas. En cambio, el que obra de acuerdo con la verdad se acerca a la luz y de ese modo manifiesta que sus obras han sido hechas en Dios

 

Síntesis de la homilía

Hay varias cosas que están aseguradas claramente en este trozo de Juan Lo primero importante es que Dios no ha enviado a su hijo para condenar al mundo. Nos parece una novedad, pero es que hemos tenido permanentemente la impresión de que acercarse a la Iglesia o al Dios que ella proclama, es para entrar en los fantasmas demoníacos del pecado.  Escuchamos del mismo Señor Jesús que el hijo del hombre no fue enviado para condenar sino para que el hombre se salve por él. Y esta convicción debe entrar profunda y constantemente en nuestra vida con todos sus detalles. Nuestro andar por este mundo no desfila ante la mirada de un tirano que tiene sus secuaces que nos persiguen sin tregua y pierden su tiempo en juzgar con malicia los hechos humanos para descubrir si e ellos se contiene una ofensa de Dios. No es afirmación de un curita que se cansó de amenazar con castigos e infiernos y ahora ha cambiado su discurso por quien sabe qué circunstancia extraña. No: es Jesús quien lo dice a través de Juan el discípulo del amor.   Otra afirmación sin duda importante, pero desfigurada muchas veces por diversas interpretaciones, afirma que a quien cree en su nombre se le concede vida eterna. Esta vida eterna de que se habla es una locución bíblica que tiene que ser interpretada también. En el concepto de “ETERNO” no cabe lo que entendemos comúnmente “durable”. LA VIDA DE Jesús, a no ser por su resurrección, no fue durable Jesús murió. Tiene que haber otra manera de pensar la eternidad u otra palabra para calificar la vida que recibe el que cree.

La eternidad de cualquier cosa puede ser indefinida ilimitada, durable, pero la denominación “eterna” es simplemente bíblica o religiosa.

También podemos aprovechar lo que se dice aclarando en qué consiste el juicio de Dios. La figuras de luz y oscuridad para presentar los actos, sugieren que, al obrar bien, nos sentimos bien y mal cuando obramos mal. Con frecuencia nos preguntamos si estaremos incurriendo en errores o transgresiones graves, sin tener conciencia de ello.  Sin darnos cuenta, – Pero me parece que existe realmente esa predisposición en el espíritu de cada hombre de descubrir o inclinarse hacia lo bueno, como también hacia lo malo, conscientemente. Eso provoca seguramente que el juicio de Dios como creador y sostenedor del cosmos, no aparece sólo con la visión desde fuera, sino que es el ser humano mismo el que muestra la calificación de su obra.  Creo que poco importa que el juicio sea recto o equivocado. Diríamos que la “buena voluntad” es excusa valedera delante de Dios.

 

 

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