Otra vez contra los chicos! Por Guillermo “Quito” Mariani

Se trata de una especie de juego trágico. Hay gente que está esperando que un menor delinca que aprovechar el caso y transformarlo en postura política antioficialista. El “blumbergazo” ha estallado nuevamente. Y la oposición atribuye a un capricho de la presidenta, la negativa a disminuir la edad de imputabilidad.

Creo que es mantenimiento firme de una posición que coincide con la que hasta ahora se ha mantenido contra viento y marea, de evitar la represión de movimientos sociales reivindicatorios u opositores políticos. Pero además, me alegra de que sea una mujer la que, sabiendo lo que importan los hijos, se resista a la represión infantil en todas sus modalidades.

¿Acaso no existen institutos de menores para sacar de la calle a los realmente peligrosos? ¿Acaso no tenemos escuelas para educar a niños y adolescentes? ¿Acaso un menor encarcelado o torturado es una lección para quienes seducidos o utilizados por los mayores entran en ese círculo del que les resulta imposible liberarse y se presenta como el único recurso para saciar sus carencias? ¿Acaso es argumento válido que en otros países el régimen sea distinto? ¿Se ha hecho balance de cuáles son los países que tienen más alta la edad imputable? Algunos establecen el límite entre 12 y 18. Pero la mayoría entre 14 y 18 años, de modo que lo nuestro es correcto, también de acuerdo con las estadísticas. ¿Acaso no vale la pena mejorar la calidad de infraestructura, educacional y psicológica de los institutos de menores antes de mandarlos a la cárcel para que aprendan todas las mañas que no tienen? Se habla en el proyecto de ley que tiene media aprobación del senado, de institutos para rehabilitación, de moderación de los castigos, de acceso facilitado para la educación escolar y laboral… ¿y todo esto no es posible, sin disminuir la edad de imputabilidad? Todo lo demás, lo que ya existe y lo que la ley disponga que debe existir, ¿no seguirá por el mismo camino, porque no se dispone de los medios necesarios? Pareciera que nos estamos vengando en los chicos y adolescentes, de nuestros propios desaciertos. Desconocer que su violencia depende de nuestras violencias, desconocer que los estamos provocando constantemente tratándolos como incapaces de pensar, de opinar, de participar al menos en las cosas que a ellos les interesan y en las que, se quiera o no, están involucrados por no decir utilizados, todo eso es erróneo e injusto. Hay otros países en que la edad es menor que aquí. Pero ¿tienen también constancia de que allí ha disminuido realmente la delincuencia juvenil? Las tomas estudiantiles de establecimientos escolares a fines del 2010, fueron una campana de alerta para que se tome en cuenta seriamente a los adolescentes. Que dejen de ser objetos manejados y se transformen en sujetos de derechos y de acción constructiva de la sociedad. Ya se está insinuando el convencimiento de que las promesas que les hicieron los responsables, en cuanto a mejoramiento de la infraestructura de muchos edificios escolares y a la participación real en la discusión de la ley de educación, no se cumplieron sino mezquinamente y como una engañifa.

No tengo hijos propios pero me duele pensar en un chico delincuente acosado por la policía, maltratado en el camino, tirado en una prisión, con los ojos desmesuradamente abiertos al constatar la maldad de los adultos y la impotencia absoluta para defenderse. El delito de “portación de cara” que ya ha comenzado a ser realidad entre nosotros se va a extender a los adolescentes, y con los actos de injusticia o de error los traumatizaremos para siempre. Que sea necesaria un debate para la elaboración de una nueva protesta procesal juvenil nadie lo niega, pero que no adquiera esa lamentable característica de que la oposición está en contra sólo porque se trata de una propuesta oficial. Y ¡por favor! No hablemos más de los chicos como causantes calificados de la inseguridad social.

José Guillermo Mariani (pbro)

María y Claudia. Adelanto Libro Matrimonio Igualitario. Por Bruno Bimbi

Nunca nos imaginamos que conseguir un escribano fuera tan difícil. A medida que llegaba al final de la larga lista que encontré en Internet, empecé a desesperarme.

—Necesitamos que el escribano nos acompañe al Registro Civil con una pareja que va a pedir turno para casarse y levante un acta dejando constancia de la respuesta que recibamos —le explicaba a la secretaria.

—¿Y para qué necesitan el acta?

—Porque es una pareja de dos mujeres y, seguramente, no les van a dar turno. Necesitamos acreditar que se presentaron y recibieron una respuesta negativa.

—¿Cómo dos mujeres?

—Es una pareja de lesbianas. Van a pedir turno para casarse, les van a decir que no y van a presentar un recurso de amparo en la Justicia. Para hacerlo, necesitan el acta.

—¿Pero es una unión civil?

—No. Van a pedir turno para contraer matrimonio.

—Espere que hablo con el escribano, no cuelgue por favor… —acá es donde viene la musiquita—. Eh… Mire, me dice que a esa hora ya tiene otro compromiso, así que no va a poder.

Fueron horas llamando a escribanías y el diálogo era siempre más o menos igual. Empecé a cambiar mi discurso, tratando de confirmar si estaba disponible ese día, a esa hora, antes de hablarle de la pareja de lesbianas y explicarle lo que íbamos a hacer, pero siempre, al final, me encontraba con una excusa.

***

A cada rato, María preguntaba:

—¿Y? ¿Conseguiste?

—No. Viene difícil…

Al final, cuando parecía que no tendríamos quién hiciera el acta, una de las abogadas lo consiguió: el escribano Saúl Zaifrani aceptó acompañarnos. La fecha elegida no era casual: 14 de febrero de 2007, Día de San Valentín. Era un lindo gancho para la prensa: «En el Día de los Enamorados, una pareja de lesbianas pide turno para casarse». Todos los diarios y noticieros incluyen cada 14 de febrero una nota sobre casamientos. Era, además, una manera de resaltar que, más allá de la controversia jurídica, había dos personas que se amaban y se querían casar.

Pero el 13 de febrero de 2007, un día antes de la presentación del amparo, lo que menos querían María y Claudia era casarse. Habían tenido una pelea muy grande, estaba todo mal. Discutían a puertas cerradas en una de las oficinas de la sede de Nexo, mientras los demás no sabíamos qué hacer. Estaba por llegar el periodista Andrés Osojnik, de Página/12, con quien habíamos combinado una entrevista. Cuando salieron, la oficina quedó en silencio, todos esperando que ellas dijeran algo.

—No podemos hacerlo —dijo Claudia.

—De onda, ¿no pueden pelearse pasado mañana? —respondí, tratando de sonar simpático. Lo único que faltaba era que también se enojaran conmigo.

—Vos sabés que nadie quiere más que nosotras que esto salga bien, pero estamos hablando de separarnos… Es muy difícil ir a pedir turno para casarnos justo en este momento —dijo María.

—¿Y qué hacemos?

—No sé, es una situación de mierda —dijo Claudia.

Por más vueltas que le dábamos, no encontrábamos una salida. Estábamos nerviosos, asustados por este problema inesperado y, a la vez, agotados, porque habían sido días de mucho trabajo por los preparativos.

Yo calculaba los minutos que faltaban para que llegara Osojnik. Si llegaba mientras ellas seguían discutiendo, era un papelón. No nos iban a dar más bola. Y aunque otra pareja presentara luego el amparo, del que todos se iban a acordar iba a ser del que no fue.

Las parejas se pelean, suele ocurrir. Y cuando se pelean fuerte, no quieren ni verse la cara. Después, a veces, se arreglan, se reconcilian. O no. Le puede pasar a cualquiera.

Puede pasar, inclusive, un día antes del casamiento. O un día después. Pero éste no era cualquier casamiento: al día siguiente, estaríamos en vivo por los canales de televisión y seríamos tapa de los diarios. Si es verdad que «lo personal es político», en este caso era mucho más político aún: no era el casamiento de María y Claudia lo que estaba en juego, sino el derecho de gays y lesbianas a casarse. Además, en realidad, ellas ni siquiera se iban a poder casar. En un momento, alguno de nosotros lo dijo, medio en joda, medio en serio:

—Igual, les van a decir que no. Así que, de acá al fallo de la Corte, tienen tiempo para reconciliarse o pelearse del todo.

Nos reímos. Por momentos nos reíamos, por momentos gritábamos, por momentos llorábamos. Estábamos muy ansiosos. Pero éramos compañeros y ya, a esa altura, amigos. Había que solucionar el problema.

Sonó el timbre. Uno de los chicos de Nexo se acerca y nos dice:

—Es Andrés Osojnik, ¿qué le digo?

—Decile que bajás a abrirle, y bajá por escalera… Sin apuro… Después, pedile disculpas por la demora —le respondí.

Nos miramos, como si tratáramos de leernos el pensamiento.

—¿Qué hacemos? —preguntó Gustavo López, uno de los abogados.

Volvieron, por unos instantes, a hablar a solas, en la oficina de al lado, mientras el compañero de Nexo bajaba, lentamente, escalón por escalón, para abrirle a Andrés, que esperaba en la calle.

No sé lo que hablaron, pero regresaron más tranquilas.

—Vamos a hacer lo que tengamos que hacer, por la Federación y por la ley. Después nosotras veremos, pero lo importante es que mañana salga todo bien —dijeron.

Todos respiramos.

Llegó el periodista e hizo la entrevista. Posaron sonrientes para la foto. Por momentos, se miraban y los demás temíamos que pasara algo, pero disimularon muy bien. El esfuerzo que hacían por la militancia era admirable.

Cerca de medianoche, suena el celular. Era Osojnik otra vez.

—Es tapa —me dijo—. Felicitaciones y nos vemos mañana.

Estábamos con María y Claudia, que ya estaban más animadas. Les conté. Festejamos. Los nervios ya se habían calmado y volvía la alegría. Íbamos a hacer historia.

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Link para comprar el libro: Matrimonio Igualitario – Bruno Bimbi – Libros

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Sobre el libro: Cuando, a principios de 2007, varias parejas homosexuales comenzaron a presentar recursos de amparo en la justicia porque se querían casar, parecía imposible que lo lograran. Y cuando la Federación Argentina LGBT, junto al diputado Eduardo Di Pollina y las diputadas Silvia Augsburger y Vilma Ibarra, empezaron a impulsar una reforma al Código Civil en el Congreso para legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo, casi nadie los tomó en serio. Estaban locos si pensaban que algo así pasaría en la Argentina. Pero pasó.

El autor de este libro formó parte de ese grupo de locos que creyó que se podía y ahora cuenta cómo lo consiguieron. Por primera vez, revela la estrategia que llevó a la conquista del matrimonio igualitario, saca a la luz las intrigas y tensiones que rodearon el camino hacia la ley y cuenta historias y secretos que hasta ahora nadie había contado. Además, propone un análisis de las principales controversias del debate, que seguramente será útil para otros países donde el camino recién comienza, y publica en exclusiva el borrador del voto redactado por el juez Zaffaroni para el fallo de la Corte que iba a habilitar el matrimonio gay si el Congreso no lo aprobaba.

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Sobre el autor: Bruno Bimbi nació en Buenos Aires en 1978. Es periodista, profesor de portugués y estudiante de la maestría en Letras en la Pontifícia Universidade Católica do Rio de Janeiro. Trabajó en los diariosPágina/12 Crítica de la Argentina; en este último realizó durante dos años la sección “El Placard”, dedicada a la diversidad sexual. También colaboró con Tiempo Argentino y las revistas Imperio G, Veintitrés Newsweek Argentina, entre otros medios. Es activista de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans, de la que fue secretario de Prensa y Relaciones Institucionales. Escribió junto a dos abogados el texto de los recursos de amparo por los que varias parejas del mismo sexo consiguieron casarse por fallos judiciales y otras dos llegaron a la Corte Suprema de Justicia y fue uno de los responsables de la estrategia que llevó a la conquista del matrimonio igualitario en la Argentina.

Fuente: Gentileza del Autor. http://bbimbi.blogspot.com

Volando desde el sur brindó sus alas. Por Guillermo “Quito” Mariani

Se le quebraron las alas mientras volaba hacia el Sur

buscando en la cruz del cielo los rumbos para el país.

Acostumbrado a marchar como todos los sureños

desafiando vendavales, decidió no sucumbir

y de una hasta otra trinchera fue avanzando lentamente

desmoronando barreras con apostura viril.

Desde la sombra, las nubes invasoras de horizontes

quisieron cerrar su avance tirando arena en sus ojos

y tronando amenazantes con sonidos alquilados

ensayaron detener sus proyectos ambiciosos

de una patria justiciera con memoria del pasado

y una tierra igualitaria  sin pobres ni poderosos.

Se le escapaban las manos, no le bastó la palabra,

se le escapó el corazón en la lucha cuerpo a cuerpo

y sin dejar testamento nos vistió con su coraje

para seguir la pelea con esperanzas del viento

que   arroja arena en los ojos y también hincha las velas

para seguir navegando hacia el que fue su proyecto.

De pie frente a la inclemencia de los vientos agoreros

dos mujeres seguirán andando por sus caminos

la que  es madre de sus  hijos y compartió sus anhelos

de una Argentina distinta sin patronos ni excluidos

y la otra, la madre Patria con su presencia de pueblo

que lo envolvió con bandera como al mejor de los hijos.

De los anhelos más altos  para cambiar el destino

De esta Patria embarazada con ansias de parturienta

A la que amó como esposa y que lo adoptó por hijo.

Guillermo “Quito” Mariani

El aborto no es sólo un problema de las mujeres, es de toda la sociedad. Declaración.

Como varones y ciudadanos comprometidos con la defensa de los derechos humanos y trabajando en la promoción del pleno ejercicio de los derechos humanos, nos aproximamos desde esa perspectiva para reflexionar y compartir pensamientos y acciones con todas y todos los ciudadanos de nuestra provincia.

Asumimos que el cuerpo de todas las personas es el primer espacio en el cual esos derechos se ejercen y consideramos a la persona en su dimensión física e intelectual como una unidad indivisible y toda ella, en su diversidad, plena de dignidad y respeto.

En esa perspectiva de derechos humanos y garantías es que reconocemos la diversidad de posiciones existente y la tomamos en serio y por ello queremos dialogar y debatir para construir una sociedad más equitativa.

El tema de la legalización del aborto evoca convicciones fuertes y variadas que comprende el área de la responsabilidad social, la inequidad de género que afecta gravemente a las mujeres, la situación económica, las estadísticas que nos muestran que la prohibición del aborto continua provocando muerte y desolación.

Esta situación nos llama a buscar, construir y proponer nuevos caminos que ponga fin a tal mortalidad relacionada con abortos realizados en la clandestinidad y que coloca a las ciudadanas de nuestra provincia en situación de vulnerabilidad.

Hay un discurso muy fuerte desde distintos sectores, que intentan reducir el debate sobre el aborto a una cuestión religiosa, a un delito o a un capricho del “feminismo”.

Las mujeres, niñas y jóvenes que llegan a optar por interrumpir voluntariamente un embarazo, pueden ser nuestra hija, nuestra hermana, nuestra madre, nuestra novia, nuestra amiga, nuestra compañera de trabajo, de estudio o nuestra vecina.

Entre otros factores, muchas mujeres, llegan a tomar esta decisión porque es un embarazo no deseado, por falta de educación e información, por no acceder a anticonceptivos o porque fueron víctima de algún abuso.

Sea cual fuera, todas ellas tienen que interrumpir su embarazo clandestinamente, las que tienen dinero lo hacen en condiciones sanitarias adecuadas, las que no tienen el dinero, lo hacen expuestas a condiciones que las llevan a engrosar las listas de miles de mujeres hospitalizadas o es una de las 100 mujeres que mueren por año en nuestro país, por un aborto clandestino mal practicado.

Entendemos que el problema no es religioso, la mayoría de las 500.000 mujeres que se practican un aborto, son católicas, evangélicas, judías o profesan algún credo, también lo fueron aquellas que murieron por esta causa.

Que se legalice el aborto, no implica que todas las mujeres vayan a abortar, La legalización permitiría que aquella mujer que necesite interrumpir su embarazo pueda hacerlo en condiciones de salud seguras, esta decisión sería tomada por la mujer en base a sus derechos y sus convicciones religiosas.

La mayoría de las mujeres que tienen que tomar una decisión de este tipo, no lo hace con liviandad o por gusto, es un dilema ético y psíquico y que la marca profundamente; la penalización del aborto solo la empuja hacia más clandestinidad y la expone a realizarlo en condiciones inadecuadas, con riesgos de complicaciones, incluyendo la muerte.

La justicia y la protección de sus derechos no llegan nunca para ellas. La ilegalidad también refuerza la condena social, la culpa y la estigmatización. Son las mujeres más pobres quienes tienen que cargar con todo esto.

Uno de los principales obstáculos en nuestro país para avanzar a la despenalización y legalización de la interrupción voluntaria del embarazo, es el poder económico de un negocio ilegal organizado que mueve muchos millones de pesos por año en nuestro país.

Como varones reconocemos que la realidad del embarazo y del aborto es un tema eminentemente complejo y que compete a la libertad tanto ciudadana como religiosa y de profundo respeto a la libertad de conciencia como espacio sagrado.

La penalización del aborto, hace que los derechos a la libertad y a la dignidad de las mujeres se encuentren cercenados en nuestro país

Coincidimos con las recomendaciones de Amnistía Internacional y con la decisión de las Universidades Nacionales de Buenos Aires, Córdoba La Plata y Comahue que se manifestaron a favor de la despenalización del aborto.

En función de estas consideraciones como varones planteamos:

*  Nuestra exigencia para que el Estado garantice y lleve adelante el cumplimiento de la Educación Sexual en las Instituciones Educativas y en aquellas instituciones que lo requieran.

*  El libre acceso a Anticonceptivos para todas las personas.

*  Nuestro apoyo a todas las iniciativas que legalicen el aborto.

*  Educación Sexual para decidir, Anticonceptivos para no abortar y Aborto legal, seguro y gratuito para no morir.

Firman:

ALFREDO ZURITA, Medico Cirujano, Especialista en Salud Pública, Docente UNNE

RAÚL GLEIM, Pastor Iglesia Evangélica Luterana Unida

MARCELO SALGADO, Coordinador ISEPCI/Chaco.

MARCELO TISSEMBAUM, Periodista

LUIS ARGAÑARAS, Docente, Dramaturgo y Poeta.

JOSÉ LUIS BRES PALACIOS, Docente y Periodista.

BRUNO MARTÍNEZ, Periodista

BRIAN PELLEGRINI, Periodista

GABRIEL GAMARRA, Presidente de Unidos X la Diversidad. .

SEVERO RANNIS, Médico

RENZO OSUNA, Militante DDHH

JUAN PABLO AGUILAR, Estudiante

DARÍO EDGARDO GÓMEZ, Delegado Secretaria de Derechos Humanos de la Nación.

HUGO WINGEYER, Docente Universitario, UNNe

CRISTIAN GACZYNSKI, Abogado

RICARDO MAIDANA, Ingeniero y militante LGTB

CESAR ABEL GÓMEZ, Sociólogo, Docente Universitario, UNNe

Fuente:  CESA – Centro de Estudios Sociales Argentino

A una cristiana divorciada. Por José Arregui

No te conozco, pero tu rostro sufriente es el de muchas, y con eso me basta. También a Jesús le bastaría, pero él además conoce tu rostro y tu nombre, y si tú se lo permites, posará dulcemente sus labios en tu frente, y le contarás tus penas. Tú le harás feliz y él aliviará tus penas.

Nada sé de ti sino el dolor de un amor frustrado (¿a quién le importan las razones?) y el doble dolor de no poder comulgar porque compartes tu vida con otro compañero; el Derecho Canónico te llama adúltera, y te prohíbe acercarte a la mesa de Jesús. Así de inhumano puede ser el Derecho Canónico cuando pone cualquier ley por encima de la carne que goza y sufre; cuanto más sagrada se considere, más perversa es la ley. Así de inhumana puede ser la Iglesia cuando alza los cánones por encima de las personas con sus penas y su dicha.

Yo te aseguro, amiga, que Jesús te besa en la frente y te dice: “¿Cómo puedes dudar en venir a recibirme, amiga mía, si soy yo quien siempre está deseando recibirte? ¿Por qué vacilas en compartir mi pan, si lo que más me gustó siempre fue comer con gente tachada de pecadora por leyes hipócritas, y por ello fui yo también condenado? Un día me sentí especialmente seguro del Dios de la vida, y me brotó del alma una sentencia redonda que los canonistas puntillosos jamás han entendido: El sábado es para el ser humano y no el ser humano para el sábado (Mc 2,27) (decir ‘el sábado’ era para nosotros, los judíos, como decir la ley más sagrada e inviolable, ¡imagínate!). Creo que, vagamente, tenía tu rostro ante mí cuando pronuncié esa máxima rotunda y feliz. Y fueron historias como la tuya las que inspiraron al profeta Isaías aquel oráculo divino que siempre llevé grabado en las entrañas: Misericordia quiero y no sacrificios (Mt 9,13). Yo no quise decir otra cosa en las parábolas de mis días más inspirados. No hagas caso, pues, de normas inhumanas, déjate llevar libremente adonde el corazón te guíe. Invítame, por favor, a tu mesa, y saborearemos juntos el pan y el vino santos de Dios”.

Así te habla Jesús, amiga. Así hablaba a todas las personas heridas: Venid a mí, todas las que estáis fatigadas y agobiadas, y yo os aliviaré (Mt 11,18). Claro que no faltará quien te recuerde, con mejor o peor intención, que Jesús prohibió a un hombre separarse de su mujer e irse con otra, y a una mujer separarse del marida e irse con otro: Lo que Dios unió, que no lo separe el hombre (Mc 10,9). Sí, es probable que Jesús hablara así, y no dejará de recordártelo cualquier canonista severo, y puede que algún clérigo sin entrañas te niegue ostensiblemente la comunión, cuando te acerques a la mesa de Jesús, hambrienta del cuerpo de Dios. No te aflijas por ello, no se lo tomes a mal, y busca en paz a alguien –serán innumerables– que te dé la comunión tan gustosamente como te la daría Jesús, porque él nunca se la negó a nadie, a nadie se negó, eso sí que no. Es más, el pan y el vino que compartes en casa con tu compañero, consagrados por vuestro amor, ya son para ti el mismo Jesús.

Y si te encuentras de frente con el clérigo o el teólogo inflexible, dile sin acritud y con firmeza: “Amigo, Jesús te ordenó solemnemente que, si te abofetean en una mejilla, presentes la otra (Mt 5,39). ¿Acaso lo cumples? Y si no lo cumples, ¿cómo es que vas a comulgar? Jesús te ordenó que, cuando un hermano tenga algo contra ti, no te acerques al altar sin haberte reconciliado primero (Mt 5,23-24). Yo tengo algo contra ti, porque tú me señalas con el dedo y me niegas la comunión y me hieres el alma. ¿Cómo te atreves a presentar tu ofrenda en el altar y a tomar el pan consagrado? ¿Te parece acaso que esos mandatos de Jesús son menos importantes que la indisolubilidad del matrimonio? Recuerda, amigo: Misericordia quiero, y no sacrificios. Y recuerda que el sábado se hizo para el ser humano y no el ser humano para el sábado. Y comprende que si Jesús quiso que marido y mujer no rompieran, no fue para cumplir ningún mandato divino, menos aún para aumentar dolores en el mundo, sino en todo caso para ahorrarlos. Yo creo que Jesús nunca quiso salvar el amor en abstracto –¿tú quieres acaso defender los derechos del amor abstracto, del amor en general, o del amor por decreto? Un amor así yo no me lo puedo ni imaginar, ni puedo concebir que le guste a Dios–. Yo creo que a Jesús le interesaba solamente el amor de carne y nombre propio. Y creo que el dolor y la dicha fueron siempre su razón y su criterio”.

Amiga, no te garantizo que con estos argumentos vayas a persuadir al canonista o al clérigo. Entonces, puedes decirles que si Jesús insistió en que la pareja – en aquel tiempo no había todavía “matrimonio canónico” – no se ha de romper, fue ante todo para que la parte más débil –entonces ciertamente la mujer– no se quedara tirada en el camino, pues aún no existían ni las calles. O puedes simplemente refrescarles la memoria, recordarles la historia, ante la que no resiste ninguna norma absoluta. Puedes decirle, por ejemplo, que ya en los orígenes San Pablo y San Mateo, ellos al menos, admitieron excepciones para la supuesta “indisolubilidad” impuesta por Jesús: Pablo en el caso de parejas mixtas que no pueden vivir en paz (1 Cor 7,15), Mateo en el caso de “unión ilegítima” (Mt 19,9). Si ellos se permitieron esas excepciones – sobre cuyo alcance concreto no cesan de discutir los expertos–, ¿por qué nosotros no podremos permitirnos hoy las nuestras? Siguiendo su mismo lenguaje, ¿hay alguna unión más ilegítima que aquella en que el amor ya no existe y que no permite vivir en paz? Ésa es la pregunta decisiva, más allá de todos los cánones sagrados. Ése es el criterio evangélico, y por haberlo olvidado –y para salvar el cánon de la indisolubilidad–, nos hemos enredado en disquisiciones sobre la “nulidad” y en complejos procesos eclesiásticos cuyo desenlace depende directamente de las habilidades del abogado, las recomendaciones que uno tenga y los dineros que pueda uno gastar.

No, amiga. Es más sencillo. Dios nos llama a vivir en paz. Cuida el amor cuanto puedas, y cuando lleguen borrascas, procura salvarlo por tantas razones. Si amas y vives en paz con tu compañero o tu compañera, aun en medio de los conflictos cotidianos, eres sacramento de Dios. Pero si en tu primera pareja, por lo que fuera, han desaparecido el amor y la paz, habéis dejado de ser sacramento de Dios. Y si, en el incierto camino de la vida, has encontrado un nuevo compañero (o compañera, no lo sé), y se van curando tus heridas, y vuelves a amar y reencuentras la paz compartiendo el cuerpo y la vida, entonces eres de nuevo, sois de nuevo sacramento de Dios, aunque el Derecho Canónico te diga lo contrario.

Comulga en paz, amiga. Mastica despacio el pan en tu boca. Saborea a Jesús, a Dios, saborea la vida.

Para orar.

GUSTAD Y VED QUÉ BUENO ES EL SEÑOR (Sal 33)

Como el pan, así es de bueno,
Un pan mejor que el maná,
Se parte para dar vida,
Plenitud y eternidad.

Bueno el Señor, como el vino
Que alegra sin embriagar,
Entusiasma y enamora,
Como el vino de Caná.

Es bueno como caricia,
Como perdón paternal,
Como encuentro del amigo,
Como abrazo maternal.

Bueno como medicina,
Como flor primaveral,
Como música inspirada,
Como agua del manantial.

Es como el mejor perfume,
Como aceite de paz,
Como el viento que libera,
Como hoguera familiar.

Es tan bueno como el Padre
Que no sabe castigar,
Que entrega sin pedir cuentas,
Que se alegra en perdonar.

Como el Hijo, así es de bueno
Que a otros hijos va a salvar,
Se deja morir por ellos,
Se deja transverberar.

Es bueno como el Espíritu,
Que llueve sin descansar,
Todo lo llena de vida,
Artista de santidad.

Fuente: Atrio

Chanchitos para todos. Por Koldo Aldai

“Vamos a rasguñar esta piedra todos los días para llegar a ustedes en muy poco tiempo”, dijo el ministro de minería chileno a los siniestrados al comienzo del rescate. Tras 69 días y con el concurso de alta tecnología y todo un pueblo oficiando de matrona, la tierra parió uno a uno a todos los mineros. Ahora la muerte aguarda en otros frentes, agazapada en otras simas. Ahora con lo que queda de esas uñas, con las manos que aún no manchamos el resto del mundo, podemos “rasguñar” la dura piedra, la terca roca en otros desiertos, en otros rescates que nos competen a todos/as. A pie de esos abismos podemos apurarnos todas las gentes y naciones. Vamos a llegar también hasta ellos y ellas, hasta los últimos, los olvidados de la tierra.

Las montañas que ha movido Chile, la humanidad también las puede trasladar. No conviene olvidar su lección, el ejemplo de toda una nación unida para rescatar a los 33 trabajadores de las entrañas de la muerte. Chile ha conmovido al mundo en lo más profundo, ahora es preciso que el mundo afronte también sus urgentes retos globales y se conmueva a sí mismo, se estremezca de alivio, alegría y orgullo.

Más de mil millones de personas han seguido por televisión el histórico rescate. Más de mil millones de seres han apostado por la vida y enfocado su pensamiento para la resolución victoriosa de la operación. Ahora toca mover las máquinas, las mentes y los recursos a otros abismos, ahora prima generosidad para rescatar otros millones de urgidos. Chile nos ha enseñado que no hay imposibles capaces de doblegar una fuerte determinación colectiva a favor de la vida. Muy lejos de las cámaras y los objetivos, millones de humanos aguardan en lo profundo de sus propios abismos.

Otra gesta ejemplar, ésta ya de alcance planetario, nos desafía. ¿Y si movemos las perforadoras y si nos unimos no sólo una nación, sino toda la humanidad entera para también culminar con éxito el rescate de quienes aguardan sumidos en su angosto y olvidado agujero? Bien invertidos están los 15 millones de dólares para rescatar a los 33 mineros chilenos, pero tampoco deberíamos escatimar en invertir para devolver la vida a quienes tiritan en otras negras honduras. Fabriquemos, enviemos a esos avernos todas las cápsulas que devuelven al sol la vida.

925 millones de personas están atrapadas en la sima del hambre y la pobreza extrema, sin embargo no es necesario cavar tanto para salvarlas. El último informe de la FAO cifra en esa cantidad de seres humanos el objetivo de un rescate imprescindible. Según esta misma agencia de la ONU y según ese mismo informe de septiembre pasado, cada seis segundos muere un niño de malnutrición.

Podemos levantar otros campamentos a la esperanza en mitad de otros desiertos para asistir a otras porciones de humanidad. No tienen gafas negras, ni detrás el apoyo determinante de todo un pueblo y su gobierno, pero sí los mismos ojos, el mismo corazón, el mismo alma.

Hay treinta y tres cruces que no fueron, apunta el escritor chileno Hernán Rivera Letelier, hay muchas más tumbas que con coraje solidario y acción eficaz y coordinada a nivel planetario se pueden también evitar. Al igual que los chilenos, la humanidad aguarda manifestar la potencialidad profunda de su espíritu aunado. “Aquí no se trabajó buscando oro o petróleo o diamantes. Lo que se buscaba era vida. Y brotó vida, 33 chorros inmensos”, afirma el susodicho escritor que también fue minero en el mismo desierto de Atacama. Rivera menciona el monumento de vida que se ha alzado en mitad de ese páramo: “El rescate es una prueba de que cuando los hombres se unen a favor de la vida, cuando ofrecen conocimiento y esfuerzo al servicio de la vida, la vida responde con más vida”.

Queda unirnos en torno al resto de las vidas que zozobran, queda levantar monumentos a la vida sobre el subterráneo del abandono, el desamparo, el analfabetismo, el sufrimiento… Juntos/as podemos empujar las más poderosas perforadoras para arrancar millones de vidas a un destino incierto. Juntos podemos seguir burlando la desesperación y la muerte, vencer para siempre el hambre y el resto de lacras globales.

“Tenemos ricas empanadas esperándolos, asados y chanchitos…, mantengan la fe y el esfuerzo”, decía también el mismo ministro Golborne a los mineros abismados, cuando aún no les habían pasado víveres. Ahora sí, florecidas las sonrisas sobre el desierto más árido, propinados y televisados por todo el planeta esos abrazos eternos, tapado el agujero de la mina de San José, ahora sí, “chanchitos” para todos, en toda la faz de la tierra, “asados y ricas empanadas” descendiendo a todas las profundidades, colmando todos los estómagos olvidados…

Fuente: Eclesalia

Abuelas Invitan a la audiencia el 12 de Octubre


MARTES 12 DE OCTUBRE

Lectura de resolucion de apelacion impuesta por Sonia Torres

Los invitamos a concurrir el próximo martes 12 de octubre  a las 12 hrs, en el 10º piso de los Tribunales Federales de Córdoba, la Sala “A” de la Cámara Federal  de Apelaciones dará a conocer en audiencia pública la resolución de la apelación interpuesta por la querellante, Sonia Torres,  titular de Abuelas de Plaza de Mayo filial Córdoba, contra el auto dictado  por la ex Juez Cristina Garzón de  Lascano en el que se dispuso la falta de mérito en la sustracción, retención y ocultamiento de un menor, hijo de Silvina Parodi y Daniel Orozco nacido durante el cautiverio de sus padres. La medida beneficiaría a Luis Manzanelli, José Hugo Herrera, Carlos Alberto Díaz, Carlos Vega, Cayetano Quijano, Arnoldo José López, Héctor Romero, Emilio Morard y Ricardo Lardone, integrantes del grupo de tareas de La Perla al momento del secuestro y posterior desaparición de Silvina, Daniel y del niño.

Por el mismo auto se ordenó el procesamiento y prisión preventiva de Carlos Alberto Vega, por el delito de Homicidio Agravado y de Luciano Benjamín Menendez, Hermes Oscar Rodriguez, Luis Gustavo Diedrich, Héctor Pedro Vergés, Jorge Exequiel Acosta y Ernesto Guillermo Barreiro por el delito de sustracción del menor y el procesamiento y prisión preventiva de todos ellos, incluídos Manzanelli, Herrera, Díaz, Vega, Quijano, López, Romero, Morard y Lardone, por los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio agravado de Daniel y Silvina quien al momento de su secuestro se encontraba embarazada de seis meses y medio.

Agradecemos la difusión y participación.

Abuelas de Plaza de Mayo Córdoba

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El hambre puede esperar, los líderes están reunidos. Por José Carlos García Fajardo

Cuando luchar contra el hambre es solo una estadística, nunca es una prioridad política. Mientras que usted leía la frase anterior ha muerto un niño a causa de la pobreza. Ya son dos después de la segunda y la cuenta sigue. Cada cinco segundos fallece un niño por causa de la miseria (22.000 niños al día, según UNICEF). En 10 días habrán muerto casi tantos como en el tsunami de 2004. No es una tragedia visible como un terremoto, es solo muerte lenta lejos de las noticias y de la atención política.

Si la reunión de Nueva York con más de 140 jefes de Estado y de Gobierno para hablar de los Objetivos del Milenio se celebrara en una aldea de Níger, y durase un mes, y cada uno de los líderes, asesores, jefes de presa e imagen y demás cohorte tuvieran que soportar durante ese tiempo razonable las condiciones de vida de una parte significativa de los habitantes del planeta, podríamos albergar ciertas esperanzas de que se les ocurra alguna idea.

Diez años después del alumbramiento de los objetivos se habla más de revisarlos (modernizarlos, ajustarlos; cualquier eufemismo del recorte) que analizar por qué se están incumpliendo. Si faltaron medios o sobró entusiasmo en las promesas ante las cámaras de televisión. Un título más acertado a la reunión convocada por el secretario general de la ONU sería Los fracasos del Milenio.

El primero de los objetivos era erradicar la pobreza extrema en 15 años. La realidad indica que en 10 años han aumentado en 100 millones la cifra de pobres, solo en el último 60 millones. Oxfam recuerda que de septiembre de 2010 a 2015 es probable que mueran 1,2 millones de niños menores de cinco años por falta de alimento y atención médica. Más de mil millones de personas carecen de acceso a agua potable. En 2015, la fecha-objetivo del Milenio, habrá 100 más. En esta página de RTVE, que incluye imágenes, se analizan el grado de (in)cumplimiento de los ocho objetivos.

Los países ricos se comprometieron en 2005 en la Cumbre de Gleneagles a aumentar en cinco años la ayuda al Tercer Mundo en 50.000 millones de dólares. Llegado 2010 faltan 20.000 millones. Fue una cita llena de frases hermosas y nulos resultados.

El relator especial de Naciones Unidas del derecho a alimentación, Oliver de Shutter, ha pedido en su informeprevio a la cumbre de Nueva York valentía en reconocer los fracasos. Este párrafo dedicado a la responsabilidad del Primer Mundo es certero:

En lugar de prometer apoyo a los objetivos humanitarios y lanzar dinero sobre los síntomas de la pobreza, los países ricos deben reconocer la urgencia de la eliminación de los obstáculos al desarrollo que tienen capacidad para abordar. Por ejemplo, todos los años los países en desarrollo pierden 124.000 millones de dólares de ingresos correspondientes a activos depositados en paraísos fiscales en el extranjero. Al no cerrar dichos paraísos fiscales, fomentamos activamente que las minorías dominantes y corruptas de esos países sigan engañando a sus poblaciones.

Algunas pinceladas de realidad:

La mitad del planeta, unos 3.000 millones de personas, vive con menos de 2,50 dólares al día (1,9 euros).

El 80% de la humanidad vive con menos de 10 dólares al día (7,64 euros).

El 20% de los ricos reúnen dos tercios de los ingresos.

Fuente: Lamiarrita

Ella como pecado. Juan G. Bedoya

Benedicto XVI equipara la ordenación femenina con los delitos más graves e indigna a teólogos e iglesias de base – Roma se niega a revisar la misoginia de sus primeros sabios

“De los innumerables pecados cometidos a lo largo de su historia, de ningún otro deberían de arrepentirse tanto las Iglesias como del pecado cometido contra la mujer”. Es la opinión de la teóloga Uta Ranke-Heinemann, compañera de estudios del actual papa, Joseph Ratzinger, en la Universidad de Múnich, entre 1953 y 1954.

“De los innumerables pecados cometidos a lo largo de su historia, de ningún otro deberían de arrepentirse tanto las Iglesias como del pecado cometido contra la mujer”. Es la opinión de la teóloga Uta Ranke-Heinemann, compañera de estudios del actual papa, Joseph Ratzinger, en la Universidad de Múnich, entre 1953 y 1954. La pensadora católica habla de machismo, pero sobre todo de las políticas de exclusión impuestas por la jerarquía. La Iglesia romana no parece dispuesta a rectificar. El pasado 15 de julio reformó su código para endurecer las penas de los delitos más graves que pueden cometerse en su seno. Junto a la pederastia figura la ordenación sacerdotal de mujeres. La decisión ha causado estupor. Entre las protestas en marcha, destaca la exhibición en autobuses que circulan por el centro de Londres de carteles con la leyenda Pope Benedict. Ordain Women Now! (“Papa Benedicto: ¡ordene mujeres ya!”). Benedicto XVI viaja este mes a Reino Unido, en la primera visita de un pontífice romano a ese país desde que el rey Enrique VIII rompió con el Vaticano en 1534.

Margarita Pintos, miembro de la Asociación de Teólogos Juan XXIII, leyó “con estupor” la carta apostólica que, con el título de Normae de gravioribus delictis (Normas sobre los delitos más graves), agrava las penas contra el sacerdocio femenino. “La institución que pretende ser referente moral para la humanidad acentúa una antropología dualista, en la que el hecho de ser mujer es un impedimento para acceder al ámbito de lo sagrado”, afirma.

Como principio general, no hay derecho a entrometerse en las obligaciones que una religión impone a sus fieles. Quien no esté de acuerdo, tiene la libertad de marcharse, y, antes, la de no entrar. Los laicos no deben escandalizarse porque los obispos execren del divorcio, de la despenalización del aborto o de los curas que quieren casarse. Si quieres ser católico, no te divorcies; si quieres divorciarte, hazte protestante. Solo se puede protestar cuando la Iglesia católica pretenda impedir que se divorcie alguien que no es católico, o predica la insumisión ante una ley que protege derechos, no los impone.

Pero, muchas veces, la “ideología del apartheid”, como la llama Margarita Pintos, “no solo toca a la institución vaticana, sino que refuerza imágenes de lo masculino y de lo femenino que el patriarcado social ha impuesto con la ayuda del cristianismo”. Pintos concluye que es ese “apartheid antropológico” quien contribuye a mantener y a reforzar la marginación, el desprecio e, incluso, la violencia contra las mujeres.

¿En qué doctrinas apoya la Iglesia de Roma su decisión de que las mujeres deben ser excluidas del sacerdocio? Hay respuestas para todos los gustos, con citas de los hombres más doctos de esa confesión. Si no fuese porque lo que Ranke-Heinemann califica de “denigración de la mujer” ha causado dolor y violencias, la sola enumeración selectiva de esa doctrina convertiría estas páginas en una regocijada lectura de verano. Lo malo son las consecuencias. Si la religión más influyente del mundo denigra con saña a las mujeres por boca de sus mejores pensadores, ¿qué esperar de muchos de sus fieles?

Santo Tomás de Aquino, al que los religiosos acuden cuando se sienten perdidos en cuestiones de doctrina, apeló incluso al argumento libidinoso, para aborrecer el sacerdocio de la mujer. “Si el sacerdote fuera mujer, los fieles se excitarían al verla”. Es la parte simpática de su teoría. Umberto Eco, en sus debates con el cardenal emérito de Milán, Carlo Maria Martini, se mofa de esa idea recordando páginas de Stendhal en La Cartuja de Parma a propósito de los sermones del bello Fabrizio. “Dado que los fieles son también mujeres, ¿qué ocurre con las muchachitas que podrían excitarse ante un cura guapo?”. La simpática disputa entre el autor de El nombre de la rosa y el príncipe de la Iglesia más intelectual del momento se recoge en el libro En qué creen los que no creen.

En los textos sagrados de las religiones abrahámicas abundan mujeres importantes. Imposible imaginar a Abraham sin la simpática Sara; a Jesús sin la generosa María la de Magdala; a Mahoma sin la madura Jadiya. La literatura antigua no es injusta con la mujer. Entre los privilegios que confirió el fundador cristiano a la mujer no es menor el haberse aparecido a ellas resucitado, antes que a ninguno de sus posteriormente empavonados apóstoles, que habían huido muertos de miedo cuando vieron detenido y condenado a su maestro. Pedro, el primer papa, iba a negarlo hasta tres veces.

¿Cuándo se torció todo para la mujer? Cuando los religiosos pusieron en el portal de su actividad el sexto pecado cristiano: el sexo, el hombre como un “ser empecatado” en palabras de san Agustín. Hay antes la increíble historia del Paraíso y la anécdota de la manzana, donde Eva simboliza la tentación y la caída por deseo de inmortalidad (y por curiosidad, gran virtud).

Aunque parezca raro, la Iglesia católica concibió hasta finales del siglo XIX este relato del Génesis como un documental que debía ser tomado al pie de la letra. ¿Por qué el diablo no se dirigió a Adán, sino a Eva?, se pregunta incluso san Agustín. El demonio interpeló primero a “la parte inferior de la primera pareja humana” porque creyó que “el varón no sería tan crédulo”. Así lo escribe en La ciudad de Dios.

“La cuestión es que esos roles refuerzan la dominación de unos sobre otras, además de proyectarse sobre la naturaleza y la humanidad”, sostiene Margarita Pintos. ¿Con qué consecuencias? La teóloga alude a las víctimas de la violencia doméstica. “Nos estremecemos con la frecuencia de noticias sobre mujeres asesinadas por sus parejas. Creemos que, si no somos golpeadas físicamente, no somos víctimas de esa violencia. Estamos tan habituadas a vivir en relaciones desiguales que ciertas formas de violencia se tornan normales y no las reconocemos como tales”.

La inferioridad de la mujer (femina, en latín) se pone de manifiesto ya en ese término latino. El nombre femina proviene de fides (fe) y minus (menos), luego fémina significa: la que tiene menos fe. Todo empezó cuando los primeros sabios cristianos tomaron a Aristóteles como pensador de cabecera. El griego fue quien primero enumeró los motivos más profundos de la inferioridad de la mujer. Ésta debe su existencia a un descarrilamiento en su proceso de formación; es “un varón fallido”. San Agustín solo reforzó ese desprecio, y santo Tomás lo hizo teología de la grande.

Según el axioma de que “todo principio activo produce algo semejante a él”, en realidad siempre deberían nacer varones. A veces nacen mujeres, que son varones fallidos. Aristóteles llama a la mujer arren peperomenon (“varón mutilado”). El de Aquino traduce al latín esa expresión griega como mas occasionatus (varón fallido). Así que toda mujer lleva a cuestas, desde su nacimiento, un fracaso. La mujer es un producto secundario, que se da cuando fracasa la primera intención de la naturaleza, que apunta a los varones. El sabio de Aquino también sostiene que la mujer “está sometida al marido como su amo y señor” (gubernator), que tiene “inteligencia más perfecta” y “virtud más robusta”.

La subordinación a los varones es el motivo de que se niegue el sacerdocio a la mujer. “Porque las mujeres están en estado de subordinación, tampoco pueden recibir el sacramento del orden”, sentencia santo Tomás. Se contradice a sí mismo cuando habla también de mujeres en estado de no subordinación a los varones: “Al hacer el voto de castidad o el de viudedad y desposar así a Cristo, son elevadas a la dignidad del varón, con lo que quedan libres de la subordinación al varón y están unidas de forma inmediata a Cristo”. El famoso teólogo, admirado en Roma como un doctor angelicus (maestro angelical), no llega a responder por qué tampoco esas mujeres perfectas tienen derecho a ser sacerdotes.

¿Qué habría dicho Jesús ante tanta marginación? El teólogo Hans Küng, que participó como perito en el Vaticano II, responde con una frase de Karl Rahner, el gran pensador de ese concilio: “Jesús no habría entendido ni una palabra”. Es que a veces, como escribió Bertrand Russell, “el mundo que conocemos fue hecho por el demonio en un momento en que Dios no estaba mirando”.

Mientras las demás religiones cristianas (sobre todo anglicanos y protestantes) siguen ordenando mujeres -algunas ya con la dignidad episcopal-, la Iglesia romana endurece las penas a quienes osen soñar con sacerdotes femeninos. Pero el padre Ángel García, fundador de Mensajeros de la Paz y uno de los grandes eclesiásticos españoles -fue premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 1994-, tiene una corazonada. “Tengo la firme esperanza de que, si Dios quiere, este Papa pondrá en funcionamiento el sacerdocio femenino. El día que se levante con buen pie, dirá: ‘Hasta aquí hemos llegado’. Antes de cinco años lo hace. No hay una sola razón para que no pueda haber sacerdotes femeninos. Además, hay mucha presión”, dice el padre Ángel. Se refiere a la falta de sacerdotes, con decenas de miles de parroquias sin pastor. En cambio, son mujeres quienes realmente llenan las iglesias e, incluso, las gestionan.

No hay indicios de que Benedicto XVI vaya por el camino que sueña el fundador de Mensajeros de la Paz. En su famosa biografía de Jesús, el Papa apenas dedica unas páginas a la mujer, para decir, citando al evangelista Lucas, que el fundador cristiano, “que caminaba con los Doce predicando, también iba acompañado de algunas mujeres”. Lucas menciona tres nombres, Benedicto XVI ninguno. Solo que iban “tres mujeres con Jesús”, sin nombrarlas, “y muchas otras que le ayudaban con sus bienes”.

No puede ser un olvido casual. Antonio Piñero, catedrático de Filología Griega en la Universidad Complutense de Madrid, subraya las veces que María Magdalena, por ejemplo, aparece en los textos primitivos: 17 veces en los Evangelios, ninguna vez en Hechos de los Apóstoles. Esta mujer, la más citada, por encima de la madre de Jesús, María, ayudaba a Jesús “con sus bienes”, según el evangelista Lucas, pero ha sido presentada por muchos predicadores como “poseída por demonios”, e incluso de vida licenciosa. Piñero ha dedicado un libro a los “cristianismos derrotados”, con este mismo título. Las mujeres son un rostro perdurable de esa derrota.

Pese a su indiferencia hacia el protagonismo de la mujer junto al fundador cristiano, Ratzinger no desaprovecha la ocasión para subrayar “la diferencia entre el discipulado de los Doce y el de las mujeres”. “El cometido de ambos es completamente diferente”, concluye. Suyas son ahora las decisiones de endurecer las penas contra el sacerdocio femenino.

Ramón Teja, catedrático de Historia Antigua en la Universidad de Cantabria, documenta los tiempos en que el cristianismo estuvo dominado por las mujeres, con esta cita a san Jerónimo: “Vigilemos a fin de que las matronas no dominen en las iglesias; estemos atentos a fin de que no sea el favor de las mujeres el que decida sobre los rangos sacerdotales”. Teja cree que la participación o no de mujeres en el ministerio sacerdotal fue un principio práctico para distinguir la herejía de la ortodoxia, de acuerdo con una norma establecida por Tertuliano: “No está permitido que una mujer hable en la Iglesia, ni le está permitido enseñar, ni bautizar, ni ofrecer [la eucaristía], ni reclamar para sí una participación en las funciones masculinas, y mucho menos en las sacerdotales”.

Una atracción fatal

Hay una simpática anécdota del papa Juan XXIII ante la exuberante Sofía Loren. Cuando era nuncio en París, el papa del Concilio Vaticano II se encontró en un acto oficial con la actriz italiana, que lucía rumboso escote y una cadena con una cruz de esmeralda adentrándose con coquetería entre sus senos. “¡Benedetto, quel Calvario!” (¡Bendito, ese Calvario!), suspiró con sonrisa desarmante el futuro pontífice. Fue beatificado por Juan Pablo II en el año 2000.

No todos los eclesiásticos reaccionan con humor. La visión de la mujer como objeto de pecado es cosa de hombres obsesos, y sus reacciones suelen ser maleducadas, por ejemplo esta de san Juan Damasceno: “La mujer es una burra tozuda, un gusano terrible en el corazón del hombre, hija de la mentira, centinela del infierno”. O esta de san Alberto Magno: “La mujer tiene la naturaleza incorrecta y defectuosa”.

No todos los grandes eclesiásticos son así, ni mucho menos. El teólogo Marciano Vidal lo analiza en su libro Moral de amor y de la sexualidad, con el relato con que el buen san Alfonso María de Ligorio contemplaba un escote(ubera) de mujer. “Pectus non est pars vehementer provocans ad lasciviam” (“El pecho no es parte que provoque vehementemente la lascivia”), escribió el fundador de los redentoristas.

En cambio, el gran san Agustín escribió que “el marido ama a la mujer porque es su esposa, pero la odia porque es mujer”, y que “nada hay tan poderoso para envilecer el espíritu de un hombre como las caricias de una mujer”. ¿Hablaba por experiencia? Padre de un chico al que llamó Deodato (Dado por Dios), repudió a la madre sin contemplaciones, aunque “con la promesa de no entregarse a ningún otro hombre”. Antes de convertirse, san Agustín fue un obseso sexual, además de un presumido. Escribe en Confesiones, por lo demás un libro maravilloso: “Fui a Cartago, donde terminé en un bullente caldero de lascivia. En un frenesí de lujuria hice cosas abominables; me sumergí en fétida depravación hasta hartarme de placeres infernales. Los apetitos carnales, como un pantano burbujeante, y el sexo viril manando dentro de mí rezumaban vapores”. Agustín tenía un problema con el sexo. Lo malo es que hizo escuela. Haría bien Roma en desmitificar a sus clásicos.

Otro que temblaba en presencia de las mujeres fue santo Tomás de Aquino, el mayor de los teólogos cristianos. Encarcelado por sus parientes a causa de su ingreso en la orden de los dominicos, fue tentado carnalmente, instigado por una prostituta vestida con suma elegancia. Se la habían enviado sus propios parientes. Dicen sus biógrafos que en cuanto la vio, el llamado Doctor Angélico corrió a un fuego de verdad, cogió un leño en llamas y echó fuera de la cárcel “a la que quería despertar en él el fuego del placer”. Inmediatamente después, santo Tomás cayó de rodillas para pedir el don de la castidad y se quedó dormido. Entonces se le aparecieron dos ángeles que le dijeron: “Por voluntad de Dios te ceñiremos con el cinturón de la castidad, que no podrá ser desatado por ninguna tentación posterior; y lo que no ha sido conseguido por mérito, es dado por Dios como don”.

Se dice que Tomás sintió el cinturón y despertó dando un grito. Entonces se sintió dotado con el don de tal castidad que, a partir de ese instante, iba a retroceder espantado ante toda lozanía, hasta el punto de que ni una sola vez pudo hablar con las mujeres sin tener que hacerse violencia. ¿Castidad perfecta? Castidad quiere decir castigo.

Fuente: Diario El País