El disenso en la Iglesia Católica. Por Rafael Velasco, SJ

Una convicción bastante arraigada es que en la Iglesia Católica no se puede disentir, ya que toda enseñanza magisterial es necesariamente dogmática, es decir, “obliga a los fieles a una adhesión irrevocable de la fe” (Catecismo de la Iglesia Católica, 88).

Sin embargo, los dogmas son más bien pocos. La misma doctrina de la Iglesia señala que hay afirmaciones que obligan de una manera diferente; no es lo mismo un dogma, que una encíclica, que una carta apostólica, que una declaración de los obispos.

Pero hay otras varias aseveraciones magisteriales que pueden –y muchas veces deben– ser objeto de reflexión e incluso de discusión respetuosa y fiel. Ya que –citando al Catecismo de la Iglesia Católica– “todos los fieles tienen parte en la comprensión y en la transmisión de la verdad revelada. Han recibido la unción del Espíritu Santo que los instruye y los conduce a la verdad completa.” Si todos los fieles tienen –tenemos– esa unción, significa que Dios habla a su pueblo y a través de su pueblo, y se manifiesta a las comunidades creyentes que en conciencia buscan profundizar en la enseñanza de Jesús. El mismo catecismo afirma que “la totalidad de los fieles… no puede equivocarse en la fe (CIC. 92)”.

Como se ve –aunque en la práctica muchas veces se contradiga– la misma doctrina de la Iglesia expresa que la interpretación revelada no es propiedad privativa de la jerarquía.

Por lo tanto –según esta misma doctrina– si una comunidad de fieles, a la luz de la Palabra de Dios cree en conciencia que algunas de las afirmaciones de los obispos o del magisterio deben ser revisadas y presentan dificultades serias para ser aceptadas, entonces están en su derecho de expresarlo.

Más aún cuando se tiene en cuenta que los cristianos somos discípulos de aquél que puso la religión al servicio de la persona y no al revés. Al afirmar que “el sábado es para el hombre y no el hombre para el sábado”, Jesús estaba diciendo que hasta el precepto más importante y sagrado no era más importante que la persona humana, en particular cuando esta sufre; y por lo tanto, el precepto religioso está al servicio del ser humano, de su propia vida y su propia comunión con Dios y sus hermanos. La preocupación de Jesús no era fundamentalmente doctrinal, sino eminentemente humana; para Él, la religión no podía ser un instrumento de opresión, sino de liberación. Su preocupación por los enfermos, los sufrientes, los alejados de “la religión oficial”, los pecadores públicos y los indeseables lo deja a las claras. Vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido.

Para Jesús, la Buena Noticia (Evangelio) no consiste en defender una serie de principios doctrinales y morales (a los que aquí no se pretende negar relevancia, por cierto), sino en manifestar el amor de Dios hacia sus hijos e hijas. Para Jesús, el amor a Dios y el amor al prójimo están unidos y son el mandamiento más importante.

El disenso no es escándalo. Entonces, quien se escandalice por el disenso en la Iglesia, es porque pretende que la exclusividad de la verdad proviene del magisterio oficial y no hay participación alguna de los fieles; o considera en todo caso, que el rol de los fieles se limita a asentir obedientemente y poco más. Lo que equivale a pensar que los creyentes son una suerte de minusválidos en la fe, incapaces de una honesta y recta inteligencia de la fe y sus consecuencias prácticas.

Pretender que el disenso es malo y es una suerte de traición no hace bien, porque finalmente se anula la participación de los fieles, es decir, se los hace sentir cada vez menos “parte de” y sólo se los sitúa como meros “espectadores” que deben acatar y cumplir, o de lo contrario irse.

Muchas de las aseveraciones magisteriales que provocan serias dificultades para ser aceptadas y vividas en muchos fieles de buena voluntad (como por ejemplo lo referente al uso de métodos artificiales de control de la natalidad, la ordenación de hombres célibes exclusivamente, o la prohibición de la ordenación de mujeres, e incluso la exclusión de la comunión sacramental a los divorciados y vueltos a casar) no son dogmas de fe. Son proposiciones que merecen respeto y un intento serio de comprensión. Pero si en conciencia se encuentra dificultades para aceptarlas, el servicio más honrado que se puede prestar a la misma Iglesia es manifestarlo y proponer los argumentos para la discusión.

Por otra parte, afirmar –como lo hacen algunos– que en todo caso, si hay algún tipo de disenso, se debe plantear exclusivamente puertas adentro y no decirlo públicamente, es actuar ingenuamente, porque se sabe que en ese “puertas adentro” este tipo de discusiones suele terminar en un cajón, o con la afirmación de que “de eso no se habla.”

En tiempos de transparencia y pluralismo, no se puede pedir a otras instituciones de la sociedad transparencia, respeto del pluralismo y la democracia, y luego no aceptarlos hacia adentro de la misma institución eclesial. Hablar, expresar lo que en conciencia creyente se ve, es el mejor servicio que se puede prestar a una Iglesia abierta al Espíritu de Jesús.

Por eso, como cristiano-católico, me alegro de que haya quienes expresen públicamente sus posiciones con la intención de que la Iglesia sea una Comunidad en la que todos tienen la palabra y no solo algunos. Una Iglesia en la que disentir no sea pecado, y en la que expresar públicamente ese disenso no sea ocasión de temor a represalias. Una Iglesia más parecida a la comunidad que –creo– anhelaba Jesús.

Rafael Velasco es sacerdote jesuita actual Rector de la Universidad Católica de Córdoba

Fuente: La Voz del Interior

Buscando sucursales. Por Guillermo “Quito” Mariani

La famosa SOA (school of America) establecida por Estados Unidos en Panamá en 1946 y trasladada posteriormente a Fort Benning (Georgia) , ha formado a unos 60.000 policías y militares perteneciente a 23 países latinoamericanos, especializados en lucha de insurgencia. Muchos nombres muy conocidos en Latinoamérica por su acción dictatorial, y la represión  más sofisticada en torturas y violaciones de los derechos humanos figuran en esa lista. La llamada Doctrina de seguridad nacional ideada por el Pentágono para utilización de las fuerzas armadas de cada nación como represoras de cualquier iniciativa democrática, contó siempre con la gente ligada a esa Escuela que fue, por eso, identificada como Escuela de Asesinos

La pésima fama y hasta el fracaso en el mantenimiento de las dictaduras latinoamericanas, parecieron marginarla un poco de la acción y publicidad de su labor conspirativa sin escrúpulos, favoreciendo los intereses económicos y armamentistas de los Estados Unidos.

Pero ahora, al parecer, comienza un plan de establecer sucursales. En el Salvador, financiados por Estados  Unidos se dictan cursos para adiestramiento en contra del terrorismo y sublevaciones populares. Los métodos se despreocupan de toda vigencia de derechos humanos fundamentales. Allí fueron enviados por el Sr. Mauricio Macri, oficiales de la Policía provincial para recibir ese adiestramiento. Y así localizamos una sucursal.

Con el episodio de una requisa del avión norteamericano aterrizado en Ezeiza, que transportaba dos contenedores con armas, destinadas al adiestramiento del grupo elite “Grupo especial de operaciones” de la Policía Federal, nos enteramos de la segunda.

La inspección realizada con la supervisión del  ministro de transporte J.P. Schiavi y el canciller H.Timerman constató la presencia de armamentos no precisados en el convenio bilateral, y de sustancias extrañas cuya identificación, claramente resistida por empleados del avión, fue como “estupefacientes”. De acuerdo a explicaciones posteriores este tipo de sustancias se utiliza para paralizar a delincuentes armados. El material incautado, no incluido en el convenio, ronda los 3.800 mts. cúbicos.

Los funcionarios más importantes del “grande y democrático país del norte”, con Barak Obama a su cabeza, han  manifestado molestia y perplejidad. ¿Cómo es posible que se someta a inspección, la carga de un avión militar norteamericano, en un pequeño país de América del Sur? Citado el embajador Chiaradia por el mismo  presidente Obama, en una entrevista que no pudo dejar de ser diplomática, las cosas parecieron arreglarse. Estados Unidos reclama la devolución de todo el material incautado. La Presidencia, por otra parte, afirma que no tiene la menor intención de devolver esa carga, que constituye la prueba de la ilegalidad de la maniobra.

Desde allá  se sigue argumentando que es “insólito” que un avión militar norteamericano sea sometido a requisa. Y sus cómplices de aquí, afirman que tenía que haber mediado una orden judicial, y se escandalizan por la crisis diplomática. Timerman ha advertido, cuerdamente, que las leyes argentinas deben ser cumplidas por todos sin excepción.

Estamos ante un hecho que sorprende por varios motivos. ¿Por qué, aunque fuera con material convenido previamente, se había consentido el ingreso de adiestradores yanquis al ámbito de la Federal? ¿Es tanta la impunidad del país del Norte que puede permitirse no sólo la transgresión de leyes sino hasta la violación de acuerdos mutuos? Y, sobre todo ¿estamos dispuestos a que la Escuela de las Américas nos tome como clientes ingenuos para abrir sucursales de su trágica historia? Esperamos del gobierno nacional una actitud firme que no se compagine con la de mantener relaciones carnales que fomenta Clarín.

Carta abierta de José María Castillo a José Antonio Pagola: “Lo más duro es no saber qué está pasando y porqué está ocurriendo” Por José María Castillo

“En esta Iglesia hay demasiado miedo a decir en público lo que cada uno piensa”

Querido José Antonio: Quiero expresarte, ante todo, mi solidaridad en la dolorosa situación que estás viviendo. Sé muy bien, por propia experiencia y por lo que cuentan otros teólogos bien conocidos, que, en circunstancias como la que tú estás pasando, uno se puede ver enfrentado a hechos y decisiones que son más duras y difíciles de lo que quizá se pueden imaginar quienes las provocan.

Recuerdo aquí la patética confesión pública que hizo el insigne moralista B. Häring, cuando poco antes de morir escribió aquel pequeño libro en el que contaba cómo había sufrido dos procesos en su vida, el que le hizo la Gestapo en la segunda guerra mundial, y el que lo hizo el Santo Oficio en Roma. Y al anciano profesor aseguraba que le había resultado más soportable el proceso de la Gestapo que el del Santo Oficio.

Como también tengo delante de mí el “Diario de un teólgo”, que dejó escrito el más grande estudioso de la eclesiología, el profesor Y. Congar. En una carta a su anciana madre le decía: “Me han destruido prácticamente. En la medida de su capacidad, me han destruido….No han tocado mi cuerpo; en principio, no han tocado mi alma. Pero la persona de un hombre no se limita a su piel y a su alma.

Sobre todo, cuando ese hombre es un apóstol doctrinal, él es su actividad, es sus amigos, sus relaciones, es su irradiación normal. Todo esto se me ha retirado; se ha pisoteado todo ello, y se me ha herido profundamente. Se me ha reducido a nada y, consiguientemente, se me ha destruido. En ciertos momentos… soy presa de un inmenso desconsuelo” (p. 473-474).Al final de sus días, Congar fue nombrado cardenal por Juan Pablo II.

Lo más duro, en estas situaciones, es no saber exactamente lo que etá pasando y por qué está ocurriendo. Son muchos y excelentes los teólogos que han leído y releído tu libro sobre Jesús. Y no han encontrado en él nada que sea contrario o que ataque el dogma cristológico. Además, tú has corregido el libro siguiendo las indicaciones que te había dado la Conferencia Episcopal.

Tu libro ha encontrado más acogida que ningún otro libro de teología escrito en lengua castellana en los últimos tiempos. Y con todo eso, no contentos quienes te atacan desde la sede central del episcopado español, han mandado retirar el libro de las librerías, se dice además que también han mandado destruir los ejemplares que quedaban por ahí. ¿Qué quieren realmente? ¿Qué pretenden? Que lo digan claro, por favor. Que sean sinceros.

Es demasiado fuerte verse perseguido en cincunstancias así. En abril de 1988, a mí se me comunicó oralmente (jamás se me ha dado un papel escrito o firmado por alguien), que la Santa Sede me retiraba el permiso para seguir enseñando en la Facultad de Teología de Granada, donde yo era catedrático de Teología dogmática. Nunca he sabido, ni he podido saber, por qué se tomó aquella decisión.

Sólo sé que el entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cardenal J. Ratzinger, junto con el cardenal Suquía y con el obispo don Fernando Sebastián, visitaron al entonces superior general de los jesuitas F. J. Kolvenbach. Aquella entrevista es la explicación de la dura medida que se tomó contra mí.

Ni sé los temas que allí se trataron, ni tuve, por tanto, posibilidad de defenderme. Después de aquello se me ha calumniado y se han dicho de mí cosas muy duras, por hombres que hoy ocupan cargos muy altos en la administración de la Iglesia.

Y ahora, además, habrá que quien me acuse de que me defiendo. Si, a mis 81 años, no puedo ni debo defenderme, ¿qué es entonces lo que se puede hacer en la Iglesia? Me defiendo porque son demasiados los que callan.

Porque en esta Iglesia hay demasiado miedo a decir en público lo que cada uno piensa, por más que lo que uno piensa esté dentro de la ortodoxia de la fe católica. El citado Y. Congar, un eminente teólogo y un excelente religioso dominco, decía en su “Diario”: “tengo miedo de que lo absoluto y la simplicidad de la obediencia me pueda llevar a una complicidad con el abominable régimen de denuncias seccretas que es la condición esencial del Santo Oficio, centro y clave de bóveda de todo lo demás” (p. 305).

Amigo José Antonio, sólo la fe en Jesús el Señor y el amor a la Iglesia nos van a sacar adelante. Pero esa fe y ese amor son un pan cuya levadura es la libertad del Evangelio.

Fuente Redes Cristianas

A quién le interesan las muertes?. Por Guillermo “Quito” Mariani

Hay que preguntárselo, si se quiere hacer un análisis realista y concluyente. Son considerados hasta hoy, como causantes materiales de las muertes en Villa Soldati así como la de Mariano Ferreyra el 20 de octubre pasado en el Roca, algunos detenidos por orden judicial. Las reyertas comenzaron como sucede regularmente, por defensas legítimas de sectores con intereses contrapuestos. La “patota” de Unión ferroviaria estaba dispuesta a impedir el corte de vías promovido por el  partido obrero que se solidarizaba  con los derechos y reclamos de trabajadores despedidos o tercerizados. No se sintió satisfecha al parecer, con cumplir con su objetivo de impedir el corte. A los palos y piedras que se lanzaron contendientes de ambos bandos,  alguien ordenó añadir balas. Mariano Ferreyra de 23 años, cayó baleado en el torax, y una sexagenaria recibió también una herida grave en la cabeza.

En Villa Soldati, como en Lugano con el Club Alvariños, había gente que reclamaba su derecho a los terrenos que, en operaciones inmobiliarias mafiosas, les habían vendido supuestos promotores sociales, entre los que se han descubierto punteros políticos de trato frecuente con la gente carenciada. Desde la auténtica necesidad de viviendas que se vive todavía en Argentina, una ocupación en principio exitosa, convoca naturalmente a muchos otros necesitados Las luchas internas entre bandos opuestos provocan la intervención policial apoyada por la federal y alguien o varios, disparan proyectiles.  Todo está en investigación. Parecieran identificados los autores materiales de la muerte de Mariano. Poco se sabe de los autores de las  de Villa Soldati, aunque hay sospechas de la actuación policial duramente represiva.

Pero supongamos que todo esto se aclara, que la justicia, independiente de influencias poderosas, llega a establecer a los culpables directos. En nuestra historia reciente hay muchos asesinatos “por mandato” en los que han quedado en el anonimato, muchas veces revestidos de puestos oficiales, los mandantes. Por eso sería mucho esperar  una cuidadosa e imparcial investigación que determinara culpabilidades y sanciones, no para venganza, sino para salud de una sociedad democrática.

En la imposibilidad, por diferentes motivos, de concretar muchas sospechas  sobre quiénes están detrás de esas muertes para aprovecharlas, nos es lícito atenernos a conocidas actitudes y declaraciones públicas. A pocas horas de las muertes de Soldati el Sr. Rodríguez Larreta declaró que había solicitado al gobierno nacional una nueva ley de inmigraciones. El doble mensaje era que el gobierno era el último responsable y que los causantes directos de todos estos problemas eran los inmigrantes.  Xenofobia latinoamericana. No tardó mucho en manifestarse con la misma línea el jefe de gobierno porteño quien, en repetidas ocasiones, tachó al gobierno nacional de mirar hacia otro  lado para no enfrentar el problema. A su alrededor brotaron otras voces como la del Dr.Eduardo Duhalde que distinguiendo entre represión y muerte se pronunció decididamente por la primera (sin tiros). Los pronunciamientos de ciertos políticos que exigieron la imposición de orden a todo trance, no dejan de recordarnos, ciertas  proclamas militares golpistas. Apresuradamente se unió Cobos afirmando que al Estado le corresponde mantener el orden  y calificando como un desacierto tremendo el de Garré, al ordenar que los encargados de evitar los desórdenes,( las llamadas fuerzas de seguridad),  no porten armas. ¡Sabia decisión si las hay! Porque así queda muy claro que el gobierno mantiene su actitud firme de rechazar la represión y la muerte como medios para conquistar objetivos de cualquier índole, aunque parezcan lentos o ineficaces los otros  disponibles.

Los acontecimientos que aparecieron “desmadrados” y que quizás fueron “apadrinados”, lograron finalmente un beneficio. Los carenciados, recurriendo a la negociación con más sentido común que sus incitadores, accedieran a mejores planes de vivienda. ¿Quiénes son los agoreros que aseguran que estos planes no se  van a cumplir? Los mismos que se restregaron las manos cuando el Sr. Duhalde afirmó en Estados Unidos que Argentina vive un clima preanárquico . Los que procuraron,  con todos sus recursos, que el gobierno  nacional torciera la política antirrepresiva, que constituye uno de sus más grandes y beneficiosos aciertos. ¿A quiénes importan las muertes? ¿A Clarín, a La Nación, a Macri, a Rodríguez  Larreta, a Bergman, a Cobos, a Duhalde…? El interrogante sigue abierto. Descubrirlos es comenzar a identificar  a los culpables.

Siguiendo la moda. Por Guillermo “Quito” Mariani

Frente a las migraciones, facilitadas hoy por el clima de movilidad social y la idea de que los inmigrantes constituyen mano de obra barata, sobre todo porque son capaces de encarar las tareas más duras que ya los ciudadanos más encumbrados se resisten a desempeñar, de pronto las democracias occidentales, se dan cuenta de que los inmigrantes son seres humanos. Que tienen derecho a una dignidad fundamental. Y es entonces cuando comienzan a resultar un problema. ¿cómo solucionarlo?

Las migraciones en Europa, se producen generalmente desde las regiones que fueron colonias de las grandes naciones.  Por eso Francia hierve con la africana, España e Italia con la latinoamericana y árabe, el imperio estadounidense con los hispano parlantes independizados relativamente de su dominio, Alemania con los turcos y el Islam…

La baja tasa de natalidad que preocupó a todas estas sociedades del bienestar, y provocó el fomento de la inmigración desde el siglo pasado, se ha convertido hoy, en la apreciación española e italiana, de que es causante de la disminución de puestos de trabajo y produce la baja del salario para los ciudadanos comunes. En Inglaterra y Alemania se denuncia  que el esfuerzo de integración influye en el bajo  nivel de la educación y la salud, y en Francia, de que la convivencia pacífica es imposibilitada por el enfrentamiento de culturas distintas.

La sociedad de bienestar creada por el capitalismo, con las consecuencias inevitables de exclusión y explotación del trabajo, ha perdido de vista las relaciones entre el respeto a la dignidad humana y la seguridad social; entre la orgía de bienes por unos pocos y la necesidad extrema o la miseria de la mayoría; entre el producto bruto interno como índice del progreso y el bruto peso que soportan los que no son tenidos en cuenta por la producción de bienes y servicios.

Por razones de índole intelectual, cultural o económica se está produciendo una reacción en cadena en contra de los inmigrantes, que se populariza gracias a las influencias de la prensa oficial, culpándolos del descenso de nivel de vida, seguridad y trabajo junto con otros de los problemas que se arrastran crónicamente.

Los gobiernos han intentado soluciones. O más bien  han encarado la solución por la vía de las restricciones. Las manifestaciones multitudinarias frente a estas políticas de exclusión han sido desoídas hasta ahora por los poderes legislativos.

La expulsión directa realizada por Sarkozy o amenazada por Berlusconi a pesar de la reprobación general por parte de los países dañados y las expresiones, juveniles en su mayoría, producidas en oposición a estos criterios.

Pero esas decisiones de los países llamados del primer mundo, se contagian y crean moda.

Con oportunidad de los acontecimientos de Villa Soldati en que los intentos de desalojo produjeron ya cuatro muertes,  Mauricio Macri jefe del gobierno porteño y Rodríguez Larreta al frente de su gabinete, han pronunciado sentencia contra los inmigrantes de países vecinos y han solicitado al gobierno un cambio de la ley de inmigraciones. Francia, Italia  y España exigen ya ó dinero suficiente para permanecer largo tiempo, ó conocimientos y práctica del idioma, ó nivel intelectual constatado por documentación expresa. ¿Qué vamos a exigir nosotros?

¿Cambio del color del rostro, o desfiguración de los rasgos nativos? ¿Demostración de cultura o religión identificadas con las nuestras? ¿Dinero ahorrado como si fueran turistas?

La xenofobia se reviste de diversos matices y los latinoamericanos no nos tenemos que dejar engañar. Las soluciones han de encaminarse a lograr la convivencia mutuamente enriquecedora, la contención afectiva como en cualquier clase de sociedad pluralista, la solución de las desigualdades ya crónicas entre los mimos ciudadanos del país. En esa dirección se está marchando al buscar la integración de los países suramericanos en el Mercosur, el Alba o la UNASUR. La represión no solucionará sino que seguirá agravando el problema.

Y si la pretensión es hacer ingobernable el país en vistas a un futuro eleccionario, han de ser investigados los propiciantes de estas ocupaciones, que sospechamos, no son inmigrantes.

Detrás de una cachetada. Por Guillermo “Quito” Mariani

Lentamente, después de las primeras reacciones de perplejidad de la gente ante la reacción de la sra de Barrionuevo, presidenta de la comisiòn de asuntos constitucionales  de la honorable Camara de Diputados de la nación, aplicando una cachetada (con el puño cerrado)a su colega el diputado Kunkel, la oposición fue alineándose detrás de ella. No se equivocó la sra. Camaño al ofrecer su renuncia si los colegas de la oposición lo pedían así. Sabía que iba a brindar una nueva bandera a ese grupo desorientado que se califica como oposición u opositores, que busca desesperadamente detrás de quién y de qué alinearse. Lo ha ido haciendo detrás de cambiantes líderes ocasionales. La mesa de Enlace, el vicepresidente Cobos, la propuesta o resistencia a leyes de conciencia social e igualitaria, las injurias a la Sra. presidenta, etc.

Las afirmaciones de que la diputada procedió con equidad y justicia (de acuerdo a la sra. Carrió con valentía) ponen en claro que se está buscando un método para dirimir las cuestiones legislativas y es el de la agresión. Vaya y pase, lo de las agresiones verbales que los políticos justifican como “excesos de campaña”, y las mutuas entre los legisladores defendiendo sus posiciones partidarias, pero que se propicie la intervención violenta de la agresión física, no cuadra en personas con alguna madurez de criterio social. El recurso ya olvidado de  Herminio Iglesias, de quemar en el acto de cierre de campaña, un ataúd de la UCR, vuelve a propiciarse  por muchos que lo rechazaron en vistas a su ineficacia para inclinar los votos hacia el candidato peronista. Lo mismo aconteció con el gremialista D´Elía que en Marzpo del 2008 asestó una trompada a quien lo insultaba como negro de m… y groseramente se refería a la sra. Presidenta. Las mismas voces que entonces demonizaron a D`Elía, ahora canonizan a Camaño.

La diputada Carrió con sus calificativos antioficialistas desató en la Comisión de Asuntos Institucionales un debate agrio  y virulento, al que se sumó el  diputado entrerriano con la cita literal de un texto famoso, conocido y a la vez  rechazado por todos, en su oportunidad.

Aunque este episodio no hubiera sido preparado tal cual sucedió, la acritud con que parece gozar Carrió, se encaminaba a desviar el tratamiento del presupuesto hacia estas derivaciones agresivas, en esa pulseada con que la oposición intentó demostrar que mantenía su poder a pesar de  las expresiones populares de entusiasta apoyo al proyecto del gobierno, después de la muerte del expresidente Néstor Kirchner.

Una novedad ha aparecido en los últimos días: La propuesta presidencial de un contrato entre empresas, CGT y gobierno. Una vez más el  intento de responder a las acusaciones de que se decide autoritariamente sin  consulta a los interesados. Ya el Grupo de lo 6, ha expresado suficientemente qué es lo que entiende por acuerdos o pactos. Convenios que protejan sus intereses y tiren por tierra el objetivo principal del proyecto kirchnerista respecto a mejorar la distribución de ingresos. (porque de eso se está tratando en el fondo con todas estas oposiciones a las leyes sociales) La ley de participación en  las ganancias será seguramente oportunidad de  mostrar la fuerza opositora para defender a los más poderosos evasores de impuestos a las ganancias y frustrar ese punto esencial del programa oficial. No obstante el derecho de todos a oponerse a lo que no consideran adecuado es innegable e innegado. Pero, la circunstancia de alinearse, eufórica o tímidamente, detrás de la piña de Camaño buscando desacreditar los proyectos presentados y por presentar, es argumento “manotazo de ahogados”, que no debe seguirse utilizando.

José Guillermo Mariani (pbro)

Como el cangrejo. Guillermo “Quito” Mariani

La visita del Sumo Pontífice, Su Santidad el Papa, o el Santo Padre, a un país católico o a los católicos de un país, constituye un acontecimiento que despierta  expectativas mundiales. Los actos, las actitudes y las palabras son recogidos al detalle o por el fervor de los católicos o por la prensa ávida de novedades. La visita del Papa a España aprovechando la celebración del Año Santo Compostelano que convoca a multitudes de todas partes, cumplió con esas características de manera muy especial. Ya en el vuelo, la primera entrevista sirvió para manifestar una especie de obsesión pontificia con respecto a problemas referidos al sexo,  como el aborto y las relaciones sexuales, que las distintas comunidades están tratando de resolver concretamente.

España es un país tradicionalmente católico. Aunque en muchas oportunidades vacías de sentido cristiano, las celebraciones católicas conservan su majestuosa solemnidad y dan pie a largas manifestaciones, religiosas y no, con exitosa convocatoria turística. En esto hay un conservadurismo que puede calificarse de costumbrismo fundamentalista. A la vez, en el campo laical y clerical cuenta con teólogos que figuran entre los más avanzados quienes, aprovechando  la apertura conciliar para profundizar sus investigaciones, y con sentido crítico estrictamente fundamentado, han dado vuelta muchas de las afirmaciones que sin ser dogmas eran dogmatizadas por el hecho de estar inscriptas en las costumbres y el calendario. La Escritura, la teología, la pastoral, la moral, el derecho, la liturgia, todo ha pasado por la revisión comprometida y profunda de esos estudiosos amantes de la iglesia de Jesús por encima de las estructuras institucionales. Pero el Episcopado es absolutamente conservador. Y hay una parte de la sociedad, en la que se apoyan los obispos, especialmente privilegiada en el  período franquista que, con el Opus Dei a la cabeza, mantiene un conservadurismo militante y agresivo.

En la visita a Santiago en que Joseph Ratzinger, “peregrino de Dios”, cuidó entrar por la puerta santa para ganar la indulgencia plenaria de este año santo, sus palabras sonaron a reprensión por la ola de laicismo y anticlericalismo que se ha lanzado sobre España (omitió analizar las causas y más aun a manifestarlas públicamente a pesar de conocerlas al dedillo) Y afirmó que Europa tiene que volver a Dios (desde luego que en sus labios esto significa someterse nuevamente a la jerarquía eclesiástica)

Revestido con ornamentos riquísimos y ese sombrero gigante que es la Mitra con resabios de la tiara abolida desde Paulo VI, y que como ninguna de los anteriores pontífices tiene marcados los campos de las tres coronas (reino sobre los estados, sobre la iglesia y la sociedad civil), renovó la exhibición del poder de la iglesia católica, centrado en su persona, su trono y su riqueza.

Su arribo a Barcelona lo colocó en un entorno más laical Y en las calles, mientras desfilaba el papamóvil (carruaje inventado por Juan Pablo II, después del atentado contra su vida en  mayo de 1981 en la plaza de san Pedro) cien parejas homosexuales se besaban ostensiblemente, el resto lo abucheaba y los carteles acusaban al Vaticano de causante de la muerte de miles de enfermos de SIDA. El Templo de la Sagrada Familia, obra maestra todavía en construcción, del arq. Antoni Gaudí, dio oportunidad al Papa para enriquecer con simbolismos la arquitectura absolutamente original del templo.

Excelente la advertencia con que el presidente del gobierno español (que en el aeropuerto debió soportar la gritería del centenar de personas que había ido a despedir al Papa, con la consigna “Zapatero reza con nosotros”) recordó al Papa quejoso del laicismo, que España es un estado aconfesional. Además, el comentario periodístico señaló que la convocatoria no llenó las expectativas numéricas que se alimentaban, y un análisis objetivo denuncia una cantidad de causas, provenientes de la misma iglesia.

Cabe preguntarse ¿por qué este empeño de manifestar juicios descalificantes y prescribir autoritariamente conductas controvertidas en estas visitas calificadas de “peregrinaje”? ¿Por qué en Africa ya al comienzo de su visita esa expresión de rechazo y condena al uso de preservativos para evitar el SIDA? ¿No debería el Papa, sin pretensiones autoritarias, respetar al menos los debates en que está empeñada la sociedad,  y dar más lugar a los reales problemas, originados en  las grandes crisis que afectan a los más desprotegidos,  como en el caso de los inmigrantes? Así, no alentaría conductas como la del cardenal Bergoglio que cultivando un doble mensaje, sigue quejándose de la “suficiencia”, “los malos tratos” y el “verduguear” de otros, sin considerar los propios. Todos saben a quienes alude con la actitud fingida de buscar soluciones. Así, en lugar del intento de recuperar una autoridad que va perdiendo fuerza, cada visita suya renovaría la valoración del diálogo y acompañaría los proyectos de justicia y de paz, sin dar esta sensación de que la iglesia sigue marchando a contra pelo y hacia atrás.

El cielo pierde pie en la tierra. Por Juan G. Bedoya

“Compelle eos” (oblígalos a entrar), apremiaba el obispo san Agustín en pleno combate contra laicistas y herejes. Esa orden a las autoridades civiles pone de manifiesto la involución de un prelado que poco antes había defendido la libertad de conciencia y la religiosa. Cuando se hace fuerte en su diócesis, acaba exigiendo al Estado el uso de la fuerza para someter a sus contraopinantes. Forzaba así la interpretación de la parábola en la que unos invitados descorteses se niegan a aceptar la invitación al banquete de un rey por la boda de su hijo. “Compelle eos”, ordena el monarca. Interpretando así al evangelista Lucas, Agustín de Hipona expone por primera vez la teoría de que el Estado, además de la obligación de proteger a la Iglesia, debe utilizar todos los medios, incluso la fuerza, para exigir a sus ciudadanos que abracen la fe cristiana.

Las sociedades modernas no aceptan esas prepotencias del pasado. Ciencia, política y cultura les han curado de espanto, y detestan la intolerancia y el que el poder quiera uniformar teorías y verdades, e imponer usos y costumbres. Es el imperio del relativismo contra el absoluto totalizador que predica el Papa romano. El escaso seguimiento del viaje de Benedicto XVI a Santiago de Compostela y Barcelona el fin de semana pasado -siempre en comparación con visitas anteriores- tiene que ver con todo esto.

Hay otras causas. La mujer, que es quien llenaba las iglesias, se está alejando de la práctica religiosa (o de su exhibición pública) por el papel secundario que tiene en lo eclesiástico, minusvalorada por la jerarquía y marginada de lo sagrado hasta el punto de considerar este Papa un delito muy grave su ordenación sacerdotal, equiparable al de pederastia. Los expertos también subrayan el desprestigio que acosa al Vaticano por encubrir abusos sexuales a menores en colegios y parroquias. Además, se achaca el retroceso de los entusiasmos al carácter de jefe de Estado y de Pontífice romano que exhibe en los viajes, con exuberancia de medios.

Frente a las banderolas con el eslogan de Totus Tuus (Todo tuyo) con que las masas recibieron a Juan Pablo II en Madrid en 1982, ahora se han exhibido banderas del Estado vaticano. También pesa la imagen del Pontífice, un anciano alemán que en el pasado ejerció de intransigente inquisidor romano, como presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que es como se llama ahora el detestable Santo Oficio de la Inquisición.

Estas circunstancias explican el poco entusiasmo de las iglesias de base ante el viaje papal, pero también la caída de la práctica religiosa. No es pequeño el dato de que el año pasado se celebraron más matrimonios civiles que eclesiásticos. Cuando en 1870 el Gobierno legalizó las uniones civiles, acabando con el monopolio eclesiástico, los obispos de la época pusieron el grito en el cielo calificándolo como “la legalización del concubinato público universal”.

“Compelle eos”. Oblígalos a entrar. La intolerancia agustiniana le recuerda al teólogo Juan José Tamayo el desatino con que los ultraclericales han criticado al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, por no acudir el domingo a la misa oficiada por Benedicto XI. Lo reclamaban los nostálgicos de cuando hace menos de medio siglo la Guardía Civil multaba (e, incluso, pegaba) a quienes en los pueblos osaban no cumplir con la obligación de la misa dominical. Ahora atiende a ese precepto apenas el 13% de los que se dicen católicos en las encuestas. Peor: en miles de parroquias ni siquiera hay un sacerdote que ofrezca ese servicio pastoral, que antes era pecado no cumplir.

Frente al laicismo agresivo que se palpa ahora en España según Benedicto XVI, se alza todavía ese clericalismo furioso que querría ver arrodilladas a las autoridades civiles ante un líder religioso que es, además, jefe de un Estado extranjero y se exhibe como tal. Es esta terrible historia de clericales y anticlericales intransigentes -“¡Españoles, siempre detrás de los curas, unas veces con el cirio, otras veces con el palo!”, maliciaba Pío Baroja- la que explica, según el historiador católico Jaume Botey, de la Universidad Autónoma de Barcelona, “la desafección de la población con la Iglesia católica y el escaso entusiasmo ciudadano ante la visita del Papa”.

“Entre las razones de la desafección sigue pesando la identificación de la Iglesia con el franquismo, de la que la jerarquía no ha pedido perdón. Mientras no lo haga, seguirá siendo vista como colaboradora del terror en beneficio propio”, dice Botey.

El arzobispo emérito de Pam plona, Fernando Sebastián, ha expresado en voz alta la satisfacción por las escasas consecuencias que ha tenido para la Iglesia romana las décadas de brutal nacionalcatolicismo franquista. No hay que olvidar que la “sacralización del golpe militar” que provocó la Guerra Civil y aquella dictadura se produjo desde el primer momento. “No fueron los sublevados quienes solicitaron la adhesión de la Iglesia, sino que fue esta la que muy pronto se les entregó en cuerpo y alma. Fue una gran sorpresa para los generales sublevados, y la cuerda religiosa se convirtió muy pronto en la más vibrante en la lira de la propaganda nacional”, dice el historiador Hilari Raguer.

Benedicto XVI se remontó el sábado al “laicismo agresivo” del tiempo de la II República. El Vaticano siempre ha considerado de Derecho divino la Monarquía, y como regímenes impíos a las Republicas. “Hay que estrangular a la ramera”, era el grito de guerra del clericalismo en 1931. Lo que vino más tarde es historia terrible, sobre todo porque los vencedores no pararon de fusilar y encarcelar hasta varias décadas después de la última batalla.

Cuando el cardenal primado de Toledo, el catalán Isidro Gomá, se dispuso a pedir que pararan los fusilamientos, con la pastoral Lecciones de la guerra y deberes de la paz (8 de agosto de 1939), Franco prohibió su publicación, sin contemplaciones. También ordenó acabar con las homilías en vasco y catalán. El pobre cardenal no tardó en morir, se dijo que de disgusto. Había presidido la ceremonia de exaltación de la Victoria conduciendo bajo palio a Franco hasta el altar de la Iglesia de Santa Bárbara en Madrid para dejarlo “ungido” como Caudillo.

“La Iglesia ha salido viva” de esos tiempos de dictadura, ha subrayado el arzobispo Sebastián. No opina lo mismo el historiador Botey. Añade dos razones de presente para el enfriamiento de los fieles. “Se trata de la concepción del poder. La evangelización se hace desde el poder, en alianza con el poder político y económico. Esto va en contra de la actitud de Jesús que se enfrentó y denunció duramente tanto al poder religioso como al político”.

“La gente ve a la jerarquía como cómplice de los poderosos. También cuenta la concepción de la verdad y su convencimiento de poseerla, tanto en lo religioso como en lo civil. Este es el origen de la incapacidad de la Iglesia para entender la modernidad. En lugar de vivir como buena noticia que la humanidad vaya llegando a su adultez laica en la ciencia, la moral, la economía, la política o la construcción de la paz, lo vive lamentando su pérdida de poder. Su discurso va siendo progresivamente fundamentalista, alejado de la vida”, añade Botey.

La visita del Papa ha sido un claro ejemplo en estos dos aspectos. “Ha venido rodeado de poder político y mediático como ningún príncipe o gobernante hasta ahora, y de manera incomprensible riñendo a la sociedad española porque funciona ya con criterios de sociedad adulta, laica. Como creyente lamento que tanto lo uno como lo otro hará que aumente entre la gente el sentimiento de que la fe y las creencias que el Papa proclama no tienen nada que ver con ellos”, concluye el historiador católico catalán.

Otro motivo de distanciamiento es el carácter institucional y de poder mundano que se exhibe en este tipo de viajes. “La clave es la figura del Papa, desencajada desde hace mil años. Que sea un jefe de Estado resulta anacrónico, no tiene sentido. Que en su persona haya monopolizado la verdad y el bien, que se haya declarado infalible y que haya centrado en su persona todo el poder es un esquema medieval que resulta insostenible. Todo ese montaje entorno a su figura está muy superado. Es de otros tiempos”, sostiene el teólogo José Arregi.

La deserción de la mujer en estos actos de sublimación papal tiene que ver también con el poder que desprende el papado. Dice la teóloga Margarita Pintos: “Aunque todavía somos mayoría en las concentraciones, el que no se llenen los espacios previstos tiene que ver con la antropología eclesiástica, que sigue considerando a las mujeres criaturas dependientes, no autónomas”.

Añade Pintos: “Se nos niega la categoría de sujetos morales, teológicos y eclesiales. Solo esperan de nosotras la fidelidad que signifique sometimiento. Por esto el Papa tiene que adjudicarnos el lugar ‘casa y trabajo’, cosa que nunca hace con los hombres. Mientras nos quieran como servidoras (‘su carisma como religiosas es limpiar’, dijo el obispo de Barcelona ayer) y no como mediadoras de gracia y salvación, la Iglesia católica también perderá a las mujeres como ya perdió a trabajadores e intelectuales”.

Joan Oñate, presidente de Esglesia Plural, de Barcelona, cree que la Iglesia no ha sabido adaptarse a los valores del conjunto de la sociedad. “El escaso entusiasmo ante el Papa se debe a que su figura y la de la jerarquía es muy controvertida. El viaje se ha dirigido a los convencidos, a los más beligerantes. Llevamos décadas sin solucionar el encaje de la religión en la vida de las personas y cómo hacer visible la presencia de la Iglesia en la vida pública”.

Oñate sostiene que el Concilio Vaticano II jamás fue asumido por los obispos. “La Iglesia oficial no se ha apeado de un discurso simple y limitado -moral sexual, defensa de derechos adquiridos, postura defensiva ante el crecimiento del laicismo…-, que no conecta con una capa social creyente comprometida con el reparto desigual de la riqueza, las injusticias, los problemas medioambientales, etcétera”.

La Iglesia también debería actualizar su estructura, según Joan Oñate. “Las tomas de decisión deben ser democráticas, la paridad de género es imprescindible, los cargos no pueden ser vitalicios, debe existir el derecho a la disensión y es imprescindible una división de poderes. También se debería poner en marcha inmediatamente el acceso de la mujer al sacerdocio, la eliminación del celibato obligatorio, la participación decisoria de los fieles en los consejos parroquiales y la participación de los fieles en la elección de obispos, además de la limitación de la edad del Papa a 75 años, como entre los obispos”.

El Foro de Curas de Madrid también coincide en el desajuste entre realidad y jerarquía, y de ésta con respecto a sus fieles. “La obsesión por la defensa de la institución eclesial, la manía persecutoria, no es un camino evangélico. Cristo nos ha hecho libres”.

La dirigente de Somos Iglesia, Raquel Mallavibarrena, sostiene que las celebraciones de este fin de semana, más allá de la estética, distaban mucho de un planteamiento fraterno. “La liturgia debe ser una expresión viva de esa iglesia de iguales en la que no hay estamentos y en la que se vive la fraternidad”. Añade: “Los católicos debemos ser los primeros en favorecer la separación entre la Iglesia y el Estado, por fidelidad y coherencia con el mensaje evangélico. El dinamismo de un cristianismo profético e independiente a favor de los pobres y de los que sufren queda muy condicionado si la Iglesia como institución se mantiene en esa confluencia de intereses políticos y sociales bajo la idea, cada vez más un espejismo, de que España es un país católico”.

También lamenta Mallavibarrena que “la jerarquía siga mayoritariamente sin reconocer que dentro de la Iglesia existe un pluralismo respecto a muchas cuestiones de actualidad”. Según Somos Iglesia, también el Gobierno tiene una larga asignatura pendiente. “Es urgente que el Gobierno y los partidos y grupos sociales afronten con valentía y sin posiciones radicalizadas, el desarrollo de la laicidad, pendiente desde hace ya demasiado tiempo. La vigencia de los Acuerdos Iglesia-Estado condiciona de entrada que se llegue a consensos y a posturas constructivas”, dice.

Fuente: El Pais

Dónde está tu hermano? Por Rafael Velasco, sj

Una pregunta recorre la larga noche de la Historia: “¿ Dónde está tu hermano?” Según el mito bíblico originario de Caín y Abel, esa es la pregunta que Dios dirige a Caín, el hermano homicida.

Esa pregunta revela cómo se concibe bíblicamente al ser humano: como un ser responsable por su hermano, como alguien que debe responder por el otro.

La misma pregunta resuena hoy y rebota en cada esquina de nuestro país: ¿dónde está Mariano ?Ferreyra?

La respuesta de Caín en la saga bíblica es: “¿Acaso soy el guardián de mi hermano?” Esa respuesta revela la postura de algunos seres humanos que se desentienden de la suerte de su hermano. Son irresponsables. “Yo no tengo nada que ver. No soy el guardián de mi hermano”.

Tirarle el muerto. Esa parece ser la lamentable versión contemporánea de Caín de un sector de la dirigencia que “le tira el muerto a otro”, pero no es capaz de dar una respuesta, de hacerse responsable. Muchos de los que deberían ensayar una respuesta salieron a deslindar responsabilidades, a decir que los culpables son otros. Ni el Gobierno ni los gremios que protegen –y a veces alimentan– a los violentos, ni la Policía, ni la Justicia. No faltan quienes pretenden hacer política con esta tragedia. Algo realmente bajo.

Pero, como sociedad, no podemos eximirnos así nomás y mirar el drama desde afuera, como si no tuviéramos nosotros también una respuesta que dar. Porque este hecho de violencia tremendo no es un hecho aislado, algo así como un rayo en pleno día soleado.

Hace rato ya que venimos asistiendo a una violencia social creciente: aprietes, palos, discursos excluyentes y cada vez más agresiones contra los adversarios políticos… y no respondemos nada. No nos hacemos responsables.

Se escucha –eso sí– el grito por la inseguridad. Eso sí interesa, y es comprensible, pero interesa porque toca a lo nuestro: nuestras familias, nuestros bienes, nuestra propia seguridad personal.

Pero, ya se ha dicho, hay otra violencia perversa que se oculta tras buenas maneras y lugares lujosos, ante la que no respondemos tampoco. Es una violencia sorda, de guante blanco, que hace estragos. No utiliza revólveres, pero excluye; asesina de hambre y desnutrición, deja fuera de condiciones de vida digna a un número cada vez mayor de argentinos. Es la violencia de la exclusión.

Esa violencia se escuda en oficinas muy bien decoradas, en directorios ejecutivos muy pulcros, en algunas bancas con dietas, detrás de balances y rentabilidades excesivas. Por allí merodea Caín. Pero no decimos nada.

Esta violencia fratricida de Caín se ha cobrado una nueva víctima. Abel se llama Mariano Ferreyra. Pero la pregunta sigue resonando acuciante. Es hora de que comencemos a escuchar… y a responder.

Desde la sangre derramada junto a las vías del tren, en Barracas, se levanta –para todos– una pregunta, como un clamor, como una demanda con nombre y apellido: “¿Dónde está tu hermano Mariano Ferreyra?” .

Fuente: La Voz del Interior