|
|
Caso Grassi: Me duele el alma. Por Coca Trillini. Católicas Derecho a Decidir¿Qué es el alma? ¿Dónde esta? No sé, sin embargo me duele. Recuerdo tantas
consignas respetadas, reproducidas y vividas: salvar el alma, cuidar el alma, no
manchar el alma, santificar el momento presente, ser buena cristiana y honrada
ciudadana... Pertenezco a una de las tradiciones católicas y digo a una porque a lo largo de mi vida se ha ido acrecentando esta necesidad de aclarar lo que opino, en cada uno de los temas que, como no son dogma de fe, no estoy obligada a creer en lo que la jerarquía opina, dice o enseña. Algunos ejemplos que me avergüenzan del papel de la iglesia católica: la quema de brujas, el pedido de perdón tardío a Galileo Galilei, la falta de ciudadanía para las mujeres en la iglesia, seguir recomendando desde África el no uso del preservativo. En nuestro país: el rol de la jerarquía durante la dictadura, la ingerencia permanente para impedir la discusión democrática sobre derechos sexuales y reproductivos, la pedofilia y pederastia silenciada en los distintos casos que son de conocimiento público. Algunas de las personas que van frecuentemente al templo no saben que pueden estar en contra de todas estas posturas de la jerarquía y seguir perteneciendo a la iglesia, entonces aparece la pregunta ¿será verdad lo que dice el cura? Otro grupo tiene sus propias creencias y ya ni se cuestiona la pertenencia o no a la iglesia católica por lo que cree o duda. Un número significativo de fieles están seguros que se puede ser un buen religioso sin ir a la iglesia comunicándose directamente con Dios (1). "El Tribunal Oral Nº 1 de Morón condenó hoy al padre Julio César Grassi a 15
años de prisión por 2 de los 17 cargos de abuso sexual y corrupción, aunque
seguirá en libertad hasta que la sentencia quede firme tras las apelaciones.
Ante las numerosas consultas llegadas a esta agencia, es oportuno aclarar que la
autoridad eclesiástica no suele emitir juicio ni comentario alguno sobre la
actuación de la justicia civil en casos en los que están involucrados miembros
del clero, ya que la Iglesia acata, como siempre lo hizo en casos similares, el
veredicto de la justicia civil, que es pareja para todos los ciudadanos" (2). "Las conductas de abuso sexual a menores por parte de clérigos, así como el patrón de conducta encubridor por parte de las autoridades eclesiásticas, contradicen el Evangelio, vulneran la dignidad y los derechos fundamentales de la persona, y cuestionan la naturaleza misma de la misión de la Iglesia en el mundo y el papel de sus autoridades" (3). Debemos con humildad reconocer esto y decir fuertemente que no estamos siendo cómplices, ni hipócritas, que estamos manifestando nuestra indignación y solidarizándonos con las víctimas. El abuso a un menor ejercido por este sacerdote devela a toda la sociedad y a la iglesia católica en particular cómo las instituciones que deben dar cobijo, seguridad y garantía del ejercicio de los derechos humanos (las familias, las escuelas, las religiones) son muchas veces los lugares donde mujeres y niños/as corren serios riesgos. Reconocer la violencia naturalizada es el primer paso para superar la violencia; la valoración del riesgo cotidiano en que se encuentran las mujeres, los niños, las niñas así como la implementación de estrategias de protección representan medidas preventivas prioritarias. "Si Dios es masculino, lo masculino es Dios." Esta frase de la teóloga Mary Daly es ya un clásico resumen de la crítica de las teólogas a una teología que habla sobre Dios en imágenes exclusivamente masculinas y que reflejan además su lugar de poder supremo dentro de una jerarquía de relaciones. Padre, rey, señor, juez han sido y siguen siendo las imágenes más recurrentes para referirse a Dios como un poder supremo y absoluto. Esta violencia simbólica es la que ha usado el sacerdote Grassi, él representaba esta imagen de Dios frente a la Fundación Felices los Niños y de esto la iglesia jerárquica debe hacerse cargo. No estoy diciendo que todos los sacerdotes son iguales, muchos de ellos hacen un trabajo social necesario y único, como los hemos conocido hace pocas semanas cuando algunos de ellos fueron acusados por dar a conocer un documento (4) en el que señalan su mirada sobre uso de las drogas en las villas donde trabajan (5). Por eso mismo también me duele el alma, es necesario reconocer las diferencias. En el libro "Pederastia en la Iglesia Católica", su autor dice: "El problema fundamental no reside tanto en que haya sacerdotes que abusen sexualmente de menores, sino en que el Código de Derecho Canónico vigente, así como todas las instrucciones del Papa y de la curia del Vaticano, obligan a encubrir esos delitos y a proteger al clero delincuente. En consecuencia, los cardenales, obispos y el propio gobierno vaticano practican con plena conciencia el más vergonzoso de los delitos: el encubrimiento" (6). Personalmente creo que el problema es que existan en el mundo varones que abusen sexualmente de menores, no obstante todavía me pregunto: "¿Dónde está la primacía de la víctima sobre el agresor? ¿Dónde está la atención a los miles de niñas y niños que han sido abusados sexualmente? ¿Dónde está la decisión de corresponder en justicia al sufrimiento de esos niños y niñas y de sus familias? ¿Dónde está la conciencia de que las niñas y los niños que han sido objeto de abuso son personas, son hijas e hijos de Dios? Por todo lo anterior, tenemos que reconocer que las conductas de abuso sexual a menores por parte de clérigos, así como el patrón de conducta encubridor por parte de las autoridades eclesiásticas, contradicen el Evangelio, vulneran la dignidad y los derechos fundamentales de la persona, y cuestionan la naturaleza misma de la misión de la Iglesia en el mundo y el papel de sus autoridades" (7). Que de a conocer mi posición sobre el sacerdote Julio Grassi, no tiene ni el impacto ni la fuerza que tiene que lo haga una autoridad jerárquica de la iglesia, porque para hablar de la fe me faltan títulos. Sin embargo, quienes tienen todos los títulos no lo hacen y las víctimas deben saber que somos muchas personas de tradición católica que nos avergonzamos de la hipocresía y del silencio de quienes deben hablar. Hace muchos años trabajé como catequista en una institución religiosa.
Durante parte de ese tiempo varios sacerdotes eran personas en las que creíamos
sin permitirnos dudar, ahora sé que en mis creencias fui fundamentalista y por
eso también me duele el alma. 1-http://www.ceil-piette.gov.ar/areasinv/religion/relproy/encuesta1.pdf CATOLICAS POR EL DERECHO A DECIDIR |
Número de visitas desde la Pascua del 2001
Enviar correo electrónico a
raul@sintapujos.org
con preguntas o comentarios sobre este sitio Web. |