La Cripta Virtual: Un espacio para hablar Sin Tapujos

"Donde la Iglesia no engendre una fe liberadora, sino que difunda opresión, sea esta moral, política o religiosa, habrá que oponerle resistencia por amor a Cristo".
Jürgen Moltmann

 Por el pleno reconocimiento del Concilio Vaticano II.  Firme aqui.
Firme por un nuevo Concilio!

Javascript DHTML Drop Down Menu Powered by dhtml-menu-builder.com
Usted está ingresando al sitio viejo el cual funcionó desde el 2001 al 30 de Junio del 2010. Desde el 1 de Julio hemos iniciado una nueva etapa con mucho material que puede encontrar haciendo clic acá: www.sintapujos.org El contenido anterior seguirá aquí como archivo.

 

Breve y rápido juicio sobre la Encíclica “Deus Caritas est”. Por Quito Mariani

 

Vamos a señalar primero lo más positivo.

La segunda parte referida al ejercicio del amor solidario ejercido en la Iglesia concentra  a mi entender, el mérito más notable de la Encíclica. Hay un leve indicio de reconocimiento de las objeciones que se hacen a la acción caritativa desde el marxismo y también una delicada alusión a la lentitud de la Iglesia en darse cuenta del cambio del panorama social traído por el proceso industrial del siglo XIX que, sin embargo se considera remediada por una abundante aparición de documentos eclesiásticos que configuran todo un cuerpo de doctrina social, que se presenta como terminada.

Se establecen los campos de responsabilidad del Estado y la Iglesia con respecto a la justicia. La razón tiene que purificarse constantemente para llevar a cabo esta tarea porque nunca se pueden descartar el peligro del interés y el poder. Allí aparece la fuerza de la fe como purificadora de la razón. Así se remarca la importancia de la doctrina social de la iglesia La sociedad justa no es obra de la iglesia sino de la política que necesita la inspiración eclesial.

En una alusión breve se reconoce la autonomía de los laicos en su acción de mejoramiento de la sociedad desde las múltiples funciones que pueden cumplir, sin independizarse de los principios de la doctrina social. Y se remarca que toda la iniciativa eclesial ha de centrarse en la jerarquía del obispo y los organismos diocesanos para que no signifique disociación en lugar de comunión.

 

Señalando las abundantes y variadas estructuras que favorecen el servicio caritativo en la realidad actual llama a una colaboración entre la Iglesia y todas esas organizaciones en orden a lograr mayor eficacia  Hay una distinción no demasiado especificada entre la acción social y la caritativa que es la que corresponde a la Iglesia. (en todo esto no hay la menor influencia de la práctica y las conclusiones logradas por  la teología de la liberación y, por supuesto una constante descalificación del marxismo)

 

En cuanto a la primera parte,  es notable ya al comienzo, con una remota alusión a la filosofía griega distinguiendo entre los contenidos del amor, una inclinación a referirse al asunto de la sexualidad desde un razonamiento filosófico teológico que en base a la distinción entre el eros y el ágape, sitúa el verdadero sentido del amor que procede de Dios y se extiende y manifiesta en el amor al hombre, como un encuentro místico en que el hombre desaparece con su pobreza para ser visto como presencia de Dios. De múltiples formas se alude a un sentido de la sexualidad encerrada  en los límites de la procreación y la realidad menos noble de saciedad de la concupiscencia, que forman parte de la visión más tradicional eclesiástica. Si bien el gozo aparece ligado al amor de pareja, las limitaciones al eros que se admite como parte del éxtasis en la comunicación con Dios, tienden a justificar toda la severidad de la Iglesia oficial frente a los asuntos que tocan la sexualidad humana. Aquí es donde aparece clara la deficiencia de cualquier alusión valorativa de los progresos psicológicos y sociales logrados en los últimos tiempos sobre el tema, desde el análisis científico y la experiencia humana.

 

Desde una visión más general la Encíclica:

1ro. No es una carta al pueblo de Dios. Es una comunicación con los intelectuales que será leída y estudiada sólo por los que estén en ese nivel. En este sentido es un  alarde de erudición.

2do. Defrauda las expectativas de que significara como primer documento público una serie de definiciones frente a la situación concreta de relaciones de la iglesia y la sociedad.

3ro. Se trata de una clase dictada por un profesor erudito en una Facultad de teología de alguna Universidad católica perteneciente al  Opus Dei.

4to. Con una tendencia claramente intelectualista resume el pensamiento más tradicional extrayéndolo de una serie de autores de una “biblioteca absolutamente eclesiástica y clerical”

Brillan por su ausencia las referencias positivas a todos los teólogos notables de la actualidad, y a las búsquedas y conclusiones científicas de los últimos tiempos, incurriendo así en la autojustificación o “tautología” que consiste en argumentar desde los propios argumentos, en casi todo el curso de la exposición.

5to. No significa una novedad. Es una recopilación de lo más firme de la doctrina tradicional como base desde la que se pueden concretar acciones y asumir decisiones que anulen las novedades del Concilio Vaticano II. No hacía falta una encíclica, bastaba con citar una lista de autores católicos que han expuesto claramente las mismas ideas.

6to. Creo que diferencia de documentos de otros Pontífices en cuya redacción se nota la presencia de distintas manos, como la de Ratzinger en los documentos de Juan Pablo II, aquí es el papa directamente quien ha redactado y seleccionado todo el material con la estrictez y racionalidad de un intelectual erudito y responsable.

 

Alguien propuso esta definición: Ni mucho, ni poco, una aspirineta. Habrá que esperar mayores concreciones.


Inclúyanos en sus Favoritos !

Suscribir Boletín de Noticias

 
Número de visitas desde la Pascua del 2001

Enviar correo electrónico a raul@sintapujos.org con preguntas o comentarios sobre este sitio Web.
Copyright © 2001 Parroquia Nuestra Señora del Valle
Última modificación: 30 de July de 2010