La Cripta Virtual: Un espacio para hablar Sin Tapujos

"Donde la Iglesia no engendre una fe liberadora, sino que difunda opresión, sea esta moral, política o religiosa, habrá que oponerle resistencia por amor a Cristo".
Jürgen Moltmann

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Entrevista a Quito Mariani en Revista Matices.

Sin rodeos, claro y contundente, Guillermo ‘Quito’ Mariani presenta nuevo libro a fines de marzo (ver aquí). Y reflexiona, aquí, sobre Dios y el país y asegura que Iglesia como institución “se está desgranando”.

Todas las semanas se repite el rito. Volver a la Villa del Rosario natal junto a su hermano y su hermana para ocupar la casa, hoy vacía, de la infancia. Compartir, como en aquellos años, el dormir y el despertar con los hermanos, sin la presencia, al menos material, de los padres. Guillermo ‘Quito’ Mariani está recién llegado de la casa materna. Y cuenta que allá, “cada uno hace sus cosas. Yo llevo la computadora y estoy mucho tiempo escribiendo”, cuenta. Y asegura que ir todas las semanas no es volver a la infancia.

“Es muy vivo el recuerdo de mamá, pero volver a la infancia no, he asumido esa edad en las otras edades. No tengo que volver porque soy un chico…”, cuenta, y se ríe. Desde hace dos años, Mariani vive en su nueva casa, Recta Martinoli al fondo. No extraña la Cripta: vuelve más seguido de lo que uno imagina. “Son 40 años” dice, como explicando la imposibilidad del desapego absoluto. “Me defendí como gato panza arriba” dice al rato, recordando aquellos días en que fue enjuiciado por los prejuicios de buena parte de la sociedad y también por el Supremo Tribunal de la Iglesia, de Roma, en donde “me conminaron a que pusiera 1800 euros para poder atender mi apelación, tras ‘el escándalo’ que había provocado mi libro. Dije que no podía, en el Arzobispado me dieron un certificado de pobreza y desde allá me rebajaron a 1000 euros, y me reí como te estás riendo vos ahora. Lo tomé a broma. Y dejé de atender eso…” _

No tuvo miedo, en aquellos días, que la espectacularización de los medios vaciara su obra, que iba mucho más allá de sus experiencias sexuales.

_ Lo tuve en cuenta, tuve mucha bronca al principio. Pero pasado el tiempo, me di cuenta de las avalanchas de aprobación. Sino hubiera habido este escándalo inicial, no hubiera habido esta reacción. Yo con mi hermana voy a todos lados, y vamos abrazados sin reparos. Y la otra noche en el restaurant Heriberto, un hombre me vio con ella y me dice: ‘Lo felicito padre”…

_ Y al escribir aquella obra y las posteriores, ¿iba en búsqueda del reconocimiento político o del reconocimiento literario?

_ El reconocimiento de la gente. El político no me interesa…

_ Pero su postura es política, no lo puede negar.

_ Sí, sí, pero mi postura política tiene valor desde mi inserción en la gente a partir del ministerio sacerdotal. El último libro –Agujeros Negros, ver aparte- es lo que he ido recogiendo de las dificultades y problemas que traía la gente a la iglesia para resolver mis propios problemas, los he ido resolviendo para mi y en ese mismo resolver he ido resolviendo los de la gente. Este libro es una síntesis de todo este proceso, es mi propia afirmación de una manera de vivir en el mundo.

FIN A LA INSTITUCIÓN
_Usted señala que hay muchos que piensan como usted dentro de la Iglesia y no se animan a decirlo por miedo a represalias

_ Hay mucha gente que en muchos aspectos piensa y obra de otro modo, pero está como firmemente establecido en la conciencia clerical que lo importante no es no hablar, sino no decir lo que se hace. Eso es lo que importa.

_ Y entonces, si pertenecen a esta estructura y no piensan como ella y se expresan en contra de su modo verticalista y autoritario, ¿por qué seguir adentro, luchando y resistiendo?

_ Porque la Iglesia no es elementalmente institución, es una comunidad de seguidores de Cristo, y es absolutamente legítimo pensar que la Iglesia institución, que tiene una cantidad de elementos que favorecen la corrupción -como lo económico- va a estar en contra del mensaje cristiano, en su profundidad y autenticidad. De manera que el tema es no dejarle lugar a que la Iglesia sea sólo institución, sino que sea también de gente que denuncia lo que la institución hace. Cualquiera podría pensar que esos $690 que cobro de jubilación son el motivo para permanecer dentro de la institución.

El de Brigadas Vanni –Luis Vanni- cada vez que me encuentra me acomete: “Usted es un desagradecido porque ha vivido de la Iglesia durante 50 años y ahora habla mal de ella, no la insulte que es mi madre”. También Mario Pereyra me dice que si no me gusta la institución, que me vaya de ella. Pero es por eso: es legítimo luchar, como mucha gente, desde adentro. Tenemos derecho como comunidad de cristianos dentro de la Iglesia, aunque quizás se tarde mucho en lograr una sociedad que tenga la misma presencia que ha tenido la Iglesia institución a través del tiempo, que ha causado más males que bienes.

_ ¿A partir de cuándo la Iglesia toma este giro institucional?

_ Del Siglo IV, con Constantino, que es quien enamora a la Iglesia con el poder, del que no desencarama nunca. Con la infabilidad pontificia y el autoritarismo absoluto se va formando ese poder, que ahora se va desgranando en una cantidad de cosas, a pesar de que Benedicto XVI quiere nuevamente hacer una cosa compacta, aunque sea de menos gente, para oponer este fanatismo al fanatismo islámico. Pero se va desgranado, la Iglesia se va desgranando. Con esta última actitud tan imprudente de rehabilitar a los obispos lefevristas, muchos desde dentro de la Iglesia, han estado en contra de esa posición. Además de todo, el Evangelio tiene frases absolutamente drásticas en contra de la institución: “Los reyes de las naciones nos mandan como si fueran sus dueños y se aprovechan de ello para su propio crecimiento. Ustedes no tienen que ser así. El que quiera ser el mayor que sea como el menor y el servidor de todos”. La institución civil está descartada expresamente por palabras de Jesús, que son claritas.

_ ¿Y es posible pensar que esos 1600 años de verticalismo y antidemocracia pueden revertirse?

_ Mi esperanza es un poco tremendista, pareciera que hay que llegar al fondo para empezar de nuevo. Y en la Iglesia creo que se está tocando fondo. La actitud tan decidida de Benedicto XVI hace que posiblemente el que siga sea como él, porque ha armado a su alrededor una estructura de poder con el Opus Dei que está gobernando todo. Todos los presidentes de las congregaciones romanas -especie de ministerios de laicos, de cleros, de obispos y de las misiones- son del Opus. Esto tiene perspectiva de ir hacia un derrumbe de la Iglesia. Ya está perdiendo poder, prestigio, crédito popular, fieles a montones. Está creciendo el Islamismo, una especie de contrapartida tan fuerte, que va a barrer con muchas instituciones católicas. La iglesia católica ha cometido el tremendo error de convertirse en sumisión, y el cristianismo es una cosmovisión del mundo, que tiene sentido religioso porque se atribuye a un ser supremo, pero convertirse en religión con todos los detalles de este catolicismo ha sido el gran error porque ha dejado entrar supersticiones, fantasías. Y como consecuencia de esto aparece el autoritarismo que obliga a dejar el sentido común, la razón, los sentimientos. Esto va de la mano con la institucionalización de la Iglesia.

_ ¿Y cuál es la diferencia a la hora de abordar la figura de Dios en la institución y en la cosmovisión cristiana?

_ En la cosmovisión cristiana, lo característico, no existente en otras visiones, es que el centro de la preocupación, de la acción y de la vida del hombre se pone en los otros hombres. Todas las religiones son una búsqueda de Dios. El cristianismo es una búsqueda del hombre, Dios entra en relación con nosotros a través de un hombre, Jesús. Dios se descubre en el hombre. El Dios absolutamente otro, inaccesible, inabordable, donde lo más importante es para rendirle culto a Él, es una deformación de sentido.

_ Pensaba preguntarle sobre la tan citada frase de Marx que dice que Dios es el opio de los pueblos. Con lo que viene diciendo, queda en claro la esencia de ese opio.

_ Todo lo religioso ha convertido a Dios en el opio de los pueblos, de todo movimiento de cambio, de todo movimiento revolucionario.

_ ¿Y cuál es el camino para traer a los descreídos de todo Dios y a los que creen en la institucionalidad?

_ El camino de los teólogos modernos es una forma nueva de vivir la Iglesia: aproximar a todas las visiones que hay desde el punto de vista filosófico, de manera que cada uno pueda mantener su orientación coincidiendo en una cantidad de principios de vida que sean de valor universal, no para siempre, sino que correspondan a un momento histórico que pueda ir evolucionando. De modo que haya un consenso en el modo de ver la realidad y de proceder ante ella.


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Última modificación: 30 de July de 2010