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ESPERANZA (¿hacia dónde?)Por Quito Mariani)La pregunta inquietante ensombrece el porvenir de muchos argentinos, ante el deterioro constante de la economía, el empleo, la seguridad, los valores morales. Muchos hablan de que es necesario mantener la esperanza. Y es frecuente alimentarla con ilusiones, con evasión desde la realidad cruel hacia la “buena onda” superficial, con frases de posters, con recursos religiosos. Para otros la fórmula tan usada de que estamos mal pero vamos bien y de que en los próximos seis meses comenzaremos a crecer y será notable la marcha hacia la solución definitiva de nuestros problemas, es una puerta abierta constantemente a la esperanza. Detrás de esta propuesta se encubren las negociaciones para obtener nuevos préstamos. Hasta ayer, los 8.000 millones decididos por los organismos internacionales eran el sostén más firme de nuestras esperanzas. El rostro del ministro de Economía aparecía radiante ante el resultado de sus gestiones. Ayer, 11 de Septiembre de 2001, se desmoronó la esperanza centrada en el favor y dependencia de los de afuera. Con la caída de los poderosos edificios de transacciones del mundo, la mirada para recuperar la esperanza ha de ser orientada hacia otros rumbos. El ídolo de la seguridad inexpugnable de una nación, levantado a costa de una supremacía que fue eclipsando todos los organismos internacionales de seguridad, hasta convertirlos en dependientes de su poder y derecho de veto, fue quedando solo, plantado en la “Torres Gemelas”. El inexplicable e injustificable atentado, tan exacto en todos sus pormenores, para lograr la destrucción física y psíquica de cualquier clase de seguridad, dejó al descubierto la debilidad del “ídolo con pies de barro”. Después de las reacciones absolutamente naturales, de desesperación, de impotencia, de venganza y otras parecidas, habrá que reconstruir la esperanza. Y, para nosotros, la clave es “mirar hacia adentro”. Si los que nos gobiernan o nos gobiernen en el futuro, aprenden la lección, se darán cuenta de que: hay que restaurar las identidades nacionales para que las seguridades sean construidas por el consenso, y no por la exclusión; de que hay que tener en cuenta nuestros recursos naturales y humanos hasta ahora enajenados o exportados (fuga de cerebros) ; de que el campo y el mar son una riqueza potencial inigualable y la tecnología con que contamos, a pesar de no ser la última, es suficiente para levantarnos; de que la decisión de no pagar, al menos transitoriamente, los intereses de la Deuda Externa, abriría una cantidad de posibilidades, y la unión con países latinoamericanos como Brasil y Méjico produciría un cambio en la conducta de los acreedores, interesados en no perdernos como “clientes”; (desde Venezuela el presidente Chávez está convocando a esta unión); de que la industrialización con que contamos es una ventaja y hay que protegerla contra la invasión de los productos foráneos; de que la corrupción no es un juego a los “policías y ladrones”, sino un delito gravísimo y hay que contar con justicia independiente y rápida para castigarla impidiendo que se transforme en endémica. . . En pocas palabras: Esperanza ¿hacia dónde? ¡Hacia adentro! Estábamos mirando embobados a un país “ sin riesgo”, espantados por los números de nuestro “riesgo país”. Aquel sin riesgo se convirtió en desastre. Nos toca transformar nuestro “riesgo” en desafío para renacer. José Guillermo Mariani (Pbro) |
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