La Cripta Virtual: Un espacio para hablar Sin Tapujos

"Donde la Iglesia no engendre una fe liberadora, sino que difunda opresión, sea esta moral, política o religiosa, habrá que oponerle resistencia por amor a Cristo".
Jürgen Moltmann

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Jornadas de Espiritualidad

A continuación presentamos el resumen de las jornadas de Espiritualidad del año 2000. Este texto pretende expresar las conclusiones de lo que se trabajó comunitariamente y los compromisos asumidos por los que participamos. Ojalá tengamos el coraje de hacerlo realidad.

Espiritualidad y Oración:

El término “espiritualidad” deriva del concepto espíritu y como tal, en su connotación más primigenia, engloba a todo lo etéreo e invisible, opuesto a lo corpóreo. Sin embargo, una visión más moderna ubica a la espiritualidad como  no opuesta a al corporeidad ni a la materialidad, sino que considera al ser humano como un ser espiritual (con inteligencia, sensibilidad y capacidad de amar y de ser libre) con una realidad que no reside en un lugar concreto sino en todo lo que somos. El ser humano es un ser espiritual corporeizado. En ese contexto, la espiritualidad sí se opone al materialismo y al espiritualismo.

De acuerdo con H.U. von Balthasar (1965), espiritualidad es “la actitud básica, práctica o existencial, propia del hombre y que es consecuencia y expresión de su visión religiosa –o, de un modo más general, ética- de la existencia; una conformación actual y habitual de su vida a partir de su visión y decisión objetiva y última”.

Para los cristianos, la espiritualidad es fundamentalmente cristocéntrica, tiene al Evangelio como criterio y norma, e incluye la fidelidad al Espíritu Santo. Toda espiritualidad cristina debe ser bíblica, profunda en la intimidad, expresada y comprometida. Es obvio que todo ello no es una actitud espontánea, natural o afectiva, sino que supone trabajo, actividad, conocimiento y manejo de las propias facultades.

El alma de la espiritualidad cristiana es la caridad y su primer instrumento es la oración, definida como “comunicación familiar con Dios”. Si bien existen diversas formas de oración, que han ido evolucionando a lo largo de la historia (monástica, mística, de intercambio, litúrgica, política, etc.) la norma fundamental de los cristianos es la oración por Jesús como único Mediador entre Dios y los hombres. Como toda comunicación, la oración necesita tiempo y atención, aunque sólo de nuestra parte. Hecha desde nuestra realidad limitada y necesitada, la oración reconoce algunos principios generales:

Debe hacerse en un clima de confianza en el amor del Padre, con el convencimiento de que la creación es un acto en marcha permanente donde debe respetarse el plan y el tiempo de Dios;

Basada en la tradición bíblica y eclesial, la oración que se expresa en petición supone un acto de confianza en el que nos desnudamos ante Dios para pedir desde nuestra necesidad y donde lo principal no es lo que “obtenemos”;

También basada en la tradición bíblica y a diferencia de la oración pagana, la oración cristiana incluye la acción de gracias;

Toda forma de oración es “sinfónica”, pudiendo ser de saludo, invocación, ofrenda, voto, propiciación, petición, pedido de perdón, alabanza, acción de gracias, confesión de fe, acto de sumisión, diálogo confiado o simple toma de conciencia y ejercicio de unión.

La forma más completa de oración cristiana es la Misa, concebida como Celebración Eucarística Comunitaria y como Asamblea de crecimiento y de expresión de fe.

El Nuevo Testamento no enseña demasiado sobre la oración, lo cual marca un desinterés por las técnicas en beneficio de la actitud: orar con fe, con sentido de perdón, sin ostentaciones, procurando satisfacer la voluntad de Dios, alejados de la excesiva preocupación terrenal y con sentido de unidad en la comunidad.

Jesús propone orar desde loa experiencia de Dios como Padre amoroso (Abba). La oración de súplica del cristiano respeta la autonomía de las realidades terrenas y las leyes que la presiden y no prescribe a Dios el “como” y el “cuando” realizar la salvación, sino que por el contrario, trata de entrar en su proyecto.

 

Espiritualidad en “La Cripta”:

La línea espiritual de la Parroquia, entendida como actitud básica de vida y como consecuencia y expresión de su visión religiosa, no puede estar desligada de las características que el Pbro. Mariani le ha ido imprimiendo a lo largo de 34 años de permanencia en la comunidad.

El tiempo de seminarista y los primeros años de sacerdote del Pbro. Mariani estuvieron identificados con una espiritualidad tradicional con marcado énfasis en lo formal y lo ritual, aunque alejada de la problemática real y cotidiana de la gente.

A partir del Concilio Vaticano II (1962-1965) que significó una visión renovadora de la Iglesia, comienza en el Pbro. Mariani un proceso de transformación interior que se enriqueció posteriormente con la incorporación de diferentes corrientes de pensamiento. Entre ellas cabe mencionar al Documento de Medellín (1968), el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, la Teología de la Liberación, el Movimiento de Comunidades de Base, la Catequesis Familiar y la revalorización de los pobres como sujeto activo y destinatario del mensaje evangelizador.

Todas esas ideas fueron sintetizando una línea de acción pastoral en el que una de las ideas centrales es el alejamiento de la religión como una concepción alienante (el “opio” de los pueblos).

De esta manera, la familia (y no solo las mujeres) se constituye en destinatario primario de la acción evangelizadora.

Se dota a la evangelización de un sentido social y de un fuerte compromiso temporal, donde se redimensiona la relación con Dios desde el hombre y desde los pobres, con una visión humanista e integral. Se propicia el estudio de la Biblia como fuente de espiritualidad, pero desde un sentido crítico y responsable que se aparte de los fundamentalismos religiosos y de las interpretaciones moralistas y restrictivas. Todo ello también provoca cambios en la Liturgia, donde se produce una simplificación de lo ritual y a fin de favorecer la comprensión y la participación; se incorporan cantos con letras más concientizantes; se revalora a la oración como elemento esencial pero integrado a la vida y al compromiso político-social (por eso se abandonan, entre otros, las novenas, las procesiones y el rezo del rosario), que si bien pueden ser utilizados como medios de evangelización, generalmente soslayan la promoción humana y la búsqueda de la justicia como forma de cambiar el orden social. La Misa recupera su sentido de Asamblea para la celebración comunitaria de la alegría pascual. La figura de María, presentada con austeridad, es entendida desde la reflexión bíblica y despojada de devociones o veneraciones excesivas a fin de practicar una relación con María que no caiga en “Marianismo”. Este largo proceso evolutivo ha generado un gran número de conflictos y discusiones que han servido para modelar su carácter definitivo.

En síntesis: la línea pastoral de la Parroquia se fundamenta en una espiritualidad que quiere ser no alienante, crítica, secularizada y animadora del compromiso con la realidad bíblica, Mariológica, vivencial, ecuménica y pascual.

 

Jornadas de Reflexión:

Ver lo que consensuamos:  Como comunidad de La Cripta compartimos los siguientes aspectos de la espiritualidad que vivimos:

  • La creación de un espíritu crítico propiciador de un cristianismo maduro.

  • La participación de la familia a través de la catequesis familiar.

  • La búsqueda de coherencia de vida.

  • La vivencia como resultado de una opción personal, crítica, libre y con visión humanista.

  • La creatividad litúrgica exenta de ritos incomprensibles para el hombre y la mujer actual.

  • La práctica del amor a Dios en el amor al hombre y la mujer concretos.

 

Juzgar lo que nos criticamos: Sin embargo observamos aspectos que queremos cambiar:

  • Sentimos falta de cordialidad, comunicación e integración entre grupos, con el peligro de preocuparnos por la acción hacia fuera y no conocer que pasa adentro.

  • Observamos muy poca autocrítica comunitaria con relación a nuestra opción.

  • Vemos dudas en la comprensión de los fundamentos de nuestra espiritualidad. De hecho aún aparecen controversias sobre la posibilidad de mezclar política y religión.

  • Nos preocupa que haya tan poca convocatoria a los encuentros comunitarios.

  • Pensamos que debemos recuperar la “oración en la acción” (práctica en la vida)

 

Actuar lo que proponemos: Para superar lo que nos preocupa y reafirmar nuestro compromiso con nuestra espiritualidad proponemos:

  • Reeditar las jornadas de espiritualidad

  • Realizar reuniones intergrupales que fomenten la convivencia entre todos los grupos.

  • Profundizar una catequesis permanente de adultos (por ejemplo a través del conocimiento y debate de documentos y encíclicas sociales).

  • Elaborar un boletín parroquial con información de lo que acontece en los grupos y en la comunidad.

  • Incorporar gente nueva a los grupos y para colaborar en la liturgia.

  • Organizar encuentros ecuménicos con hermanos de otras religiones.

  • Potenciar la formación bíblica como fuente para iluminar nuestra realidad y nuestra acción.

  • Orar dentro de la realidad cotidiana. Propiciar una oración confiada, sincera, simple y frecuente.

  • Formar un grupo de contención para situaciones límites.

  • Fomentar lo que nos ayude a crecer en el discernimiento y el compromiso.

  • Incorporar lo afectivo a lo intelectual haciendo hincapié en una espiritualidad cristiana liberadora.

  • Interiorizarse de la pastoral para saber dar respuesta a las demandas del contexto.

  • Organizar talleres para analizar la realidad socio-económica a la luz de las encíclicas.

  • Sentimos que la “rebeldía” es un valor en si mismo implica profundización del mensaje evangélico tratando de superar las diferencias que se originan entre la teoría y la práctica de la espiritualidad. 


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Última modificación: 30 de July de 2010