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Guerra santa, guerra horrible (Por Quito Mariani)
En todas las culturas, y a medida que el hombre fue tomando conciencia de sí mismo, comparándose con su entorno, brotó la inquietud de una vida futura, junto a la constatación de la fragilidad de la vida presente. Las filosofías, las religiones, las tradiciones, las supersticiones, los poderes dominantes, armaron, a través del tiempo, distintas propuestas para satisfacer esas inquietudes. Supervivencia del espíritu; reencarnación; permanencia en un nivel de influencia sobre la realidad, de los personajes más importantes; inserción en la energía cósmica identificada con Dios; espacio sobrenatural permanente para gozar de todos los placeres . . . Dos detalles aparecen como dignos de atención en este panorama: la concepción bíblica de los Libros más antiguos en que el premio de los justos se hacía consistir, simplemente, en una larga vida con posibilidad de ver a los hijos de los hijos "hasta la tercera y cuarta generación". Y la concepción marxista, con la visión de una sociedad sin clases como resultado de una evolución determinista mediatizada por la dictadura del proletariado. Digo que estos detalles son atendibles, porque es raro, en las concepciones religiosas y filosóficas más conocidas, que aparezca como lo más importante la vida presente, esta vida de todos los días que exige constantes esfuerzos para subsistir y muchos más para llegar a obtener felicidad. En muchas de aquellas concepciones filosóficas y religiosas, hay además, un contenido fatalista que hace inútil la preocupación por el cambio, desde la certeza de un destino establecido férreamente por poderes superiores. El cristianismo , aporta una perspectiva novedosa. Presenta a Dios hecho un hombre, uno de nosotros, sufriendo, luchando, gozando con nosotros y muriendo por un ideal de hombre y de humanidad feliz. Su propuesta es un cambio en las relaciones humanas en el que se contienen todas las posibilidades de felicidad personal y social. Pero, la novedad del cristianismo no pudo resistir a las influencias filosóficas y religiosas tradicionales. El platonismo le contagió el menosprecio por el cuerpo. El islamismo le contagió el determinismo del destino preestablecido, solo que con una designación diferente "voluntad de Dios". El capitalismo le inyectó la convicción de la resignación frente a las injusticias y opresiones. Los fanatismos religiosos se colaron en la estructura de la Iglesia, llevándola en la marcha hacia el poder, a considerarse depositaria de la única verdad, con derecho a imponerse y suprimir cualquier otra perspectiva. En eso estamos. En un revuelto de afirmaciones y ambigüedades, en que todos se creen con derechos de imponer sus propios criterios. Seguramente, en el fondo, todas estas luchas son "de poder" " de dominio". Nadie puede saber a ciencia cierta, cuánto hay en esta pretendida y legítima acción contra el terrorismo, en la Cruzada alentada por señor G. Bush, de intento por recuperar el dominio absoluto militar, económico y político del mundo, por parte de USA. (estoy haciendo mía una previsión de James Petras quien con N. Chomsky es considerado entre los intelectuales más lúcidos en su juicio sobre un "nuevo orden mundial") Hay un horizonte amaneciendo Los Movimientos encaminados a establecer una "ética mundial" en base a lograr consenso internacional sobre valores humanos fundamentales, que puedan ser vigilados y defendidos por Organismos internacionales fuertes, en que todos tengan el mismo nivel de participación, sin "vetos" capaces de impedir resoluciones aprobadas por mayorías, parece que serían hoy la única perspectiva para impedir este despedazarse constante de las guerras, calificadas como justas o injustas, pero siempre sembradoras de muertes, atentatorias contra la vida. Un atentado que afecta no sólo a quienes padecen bombardeos o mueren por contagios bacteriológicos, sino a todos. Porque en cada hombre que muere se está debilitando el aprecio por la vida en todo el espacio de la geografía y la historia de la humanidad. Es esperanzador seguir y fomentar estos Movimientos que han producido diversos e importantes encuentros a nivel mundial. Así podríamos hablar verdaderamente de un "nuevo orden mundial" y no ,simplemente, de un ordenamiento diferente de los poderes y dominaciones. José Guillermo Mariani (Pbro) |
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